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Una charla con don Cuco Esparza

J. Refugio Esparza Reyes; “Pobre, sencillo, honesto y humilde” 

“No soy pavo real, no soy gente de moñito”

“Nos fuimos a pie, caminando por la vía, dos semanas”

Don Cuco Esparza: Quizá el único, que se atrevió a
rechazar la candidatura para Gobernador de su Estado

Por Matías Lozano Díaz de León

Parte I


Corría el mes de febrero de 2003, y causaba admiración que un ex gobernador aceptara un puesto inferior. Por ello, en la entrevista que nos concedió para el quincenario “Reporte Político Policiaco, que editamos de 1997 a 2005, la primera pregunta fue: ¿Por qué trabaja?

—Es muy interesante la pregunta pero, mira: donde quiera que yo he estado le he echado todos los kilos a lo que me encomiendan, he tratado de hacer las cosas a conciencia, en materia política lo mismo anduve repartiendo volantes, lo mismo anduve rotulando bardas, lo mismo anduve organizando mítines para la gente en turno. Una vez fue El Chapo, después el profesor Gámez Orozco. Pero yo le entraba a todo, absolutamente a todo, teniendo en cuenta que por ser originario del pueblo teníamos ascendencia moral con la gente y de esa manera nos hacían caso; y de esa manera nos buscaban acá como enlaces. 

-Bueno: sucede que, yendo más atrás, yo me fui de aventurero a la región lagunera, me fui allá unos meses con un amigo, nos fuimos caminando por la vía, dos semanas, llegamos allá llenos de piojos, llenos de mugre, de llagas, producto de los roces del guarache con el tobillo y, en fin. Pero se acabó allá el trabajo y nos regresamos,  y al estar en el pueblo, en Viudas, me di cuenta que estaba recién llegada la Escuela Normal de San Marcos, y que algunos de mis amigos ya estudiaban allá, entonces yo ya no quise trabajar una tierra que años sí daba y años no.

-No quise estar de peón de albañil, porque ganaba 50 centavos de sol a sol, y aunque ciertamente mi padre me dejaba manejar mi dinero, que eran 3 pesos semanales, y con eso yo compraba lo que yo quería, un pantalón de mezclilla, unos huaraches de dos suelas, correas de una pulgada, un sombrero huichol. Pero de todas maneras, cuando fui a La Laguna allá ganaba hasta doce pesos diarios, eran 6 pesos de una tarea fuerte, grande, pero otro compañero y yo estábamos acostumbrados al trabajo duro y la tarea nos la echábamos rapidito y bien hecho.

-Entonces, el capataz nos dijo a los dos: “¿Quieren tardear?” Nos vimos uno a otro, no conocíamos el lenguaje, no sabíamos qué era “tardear”, y a mi se me ocurrió preguntar: —“Oiga, ¿qué es tardear? Y dice: —“¡Trabajar en las tardes, pendejos!”. —“Pues sí queremos”, respondimos, y empezamos a ganar 12 pesos diarios. Por eso, comparados 12 pesos diarios con los 50 centavos que aquí ganaría como ayudante de albañil, ni para qué.

-Yo ya no quise trabajar una tierra que no mantenía, ni ganar 50 centavos. Y al enterarme que otros muchachos ya se habían ido, me fui a caballo, creo que hice 4 horas hasta san Marcos. Investigué qué se necesitaba para ingresar, hice una lista de los papeles y a los 8 días fui ya con mis papeles, con el consentimiento de mis papás:  certificado de buena conducta expedido por el comisario, boleta de que había cursado cuarto año, que era lo que necesitaban; y cuando llego, ya era principios de abril, hacía dos meses que habían empezado las clases, y le pregunta el ingeniero Corella,que era el director, a ingeniero Ovanda: —“Oye, ingeniero, ¿todavía nos quedan becas”? —“Quedan tres”, respondió. —“Dale una a este muchacho”, ordenó Corella. Y en esas condiciones ingresé a la escuela.

-Pero para mi todo era cuesta arriba, porque yo era muy bueno para el trabajo físico, lo agrícola, pero para lo otro me costaba mucho trabajo, porque yo nada más estudié hasta tercero de primaria, no porque me reprobaron, sino que en cuanto llovía yo me iba a sembrar, y al irme a sembrar no presentaba pruebas y no me movían, pero al año siguiente pase y pase,  ya me lo sabía todo de memoria, y cuando llego a San Marcos y me encuentro con muchachos que iban de sexto año,   para mí fue mucho esfuerzo igualarme, mucho esfuerzo, pero yo me decía —¡Quiero ser maestro y comer tres veces al día! Ahí daban avena, pan; a medio día daban guisado, daban caldo y dije:  no, pues en mi casa, ¿cuándo? Y saliendo de ahí trabajé como maestro rural, me fui a San Luis Potosí, luego trabajé en Aguascalientes, lo hice a conciencia, con pasión, con mucho cariño, y sin que yo luchara por nada, solito me fue viniendo todo, por eso en cuanto yo tenía algo distinto, me decía:  —“Bueno, esto no lo merezco, pero si ya me lo dieron yo tengo que desquitarlo”-. Y era por lo que yo trabajaba con toda la emoción, con todo el esfuerzo, con todo mi talento, y a consecuencia de trabajar en esas condiciones, me estimulaban.

-Solita venía  una cosa,  y venía otra, y otra y así, pero yo nunca luché por nada de lo que tuve, a eso se debe que trabaje con mucha entrega porque ,todos los días me repetía: —“Bueno, esto no lo merezco pero tengo qué ganármelo”, y  con ese tipo de razonamiento siempre fui una gente de mucha entrega, traté de hacer las cosas con honestidad porque mi padre, con todo y que eran analfabeta me enseñó más que lo que aprendí en las escuelas.

-Siempre me dijo: —“Nunca te pases de listo, y  menos para engañar a las personas que confían en ti”. Eso me marcó para toda la vida. Y otra cosa me dijo: —“Nunca lleves a tu hogar un peso más de lo que has ganado con tu trabajo”. Entonces, de ahí viene la honestidad. Y luego me dijo: —“Trata de hacer las cosas igual o mejor que como las hacen los mejores”. Entonces, de ahí vino el empeño de no ser como del montón.

RPP.-Maestro, ¿trabaja por necesidad o por filosofía?

—Cuando andando en la vida me notificaron de la posibilidad que yo tenía (de ser gobernador de Aguascalientes) de inmediato la decliné,  a favor de quienes tuvieran más derechos, más capacidad, que estuvieran más al pendiente. Hice un inventario de todas mis limitaciones, pero principalmente mi mayor limitación era la económica. Aunque eran otros tiempos, y auque había mucha relación con los ejidos y con los maestros y con todo, de cualesquiera manera se necesitaba dinero para hacer una campaña, yo no lo tenía, y entre mil limitaciones la económica fue la que yo recalqué, pero me dijeron que no había problema, que no me faltaría nada y que había la disposición de recursos.

-Ya con esa notificación, yo me programé para seguir siendo como la gente me conocía:  pobre, sencillo, honesto y humilde. Y eso lo he mantenido como una cosa muy mía, yo he tratado de inducírsela no solamente a mis hijos sino a los que trabajan conmigo. Con esa mentalidad a mi me da lo mismo realizar cualquier actividad:  no soy un pavo real, no soy gente de complejos, de tacón alto; no soy gente de moñito, a mi me da lo mismo cualquier trabajo siendo honesto. Y teniendo yo experiencia, capacidad y conocimiento, yo lo desarrollo con mucho gusto, con mayor razón en lo que estoy ahorita, porque eso mismo yo lo desarrollé en Guerrero y en Tlaxcala.

-Yo fui director general en Guerrero; tiene 75 municipios y yo los recorrí al principio, para conocer donde estaba parado, después los recorrí varias veces para estimular a los maestros más distinguidos. Yo tenía reuniones con los inspectores y les decía: —“Sin que le hagan la pala a nadie, quiero saber cuales son los mejores maestros que tienen en su zona, y cómo se llama la comunidad en donde están”. Y con la información que me daba cada inspector, yo improvisaba giras, y llegaba con un papel en la mano al salón donde estaba el maestro y le decía: —“Vengo a entregarte este documento, porque estoy enterado que eres un maestro que trabaja con mucha ilusión, mucha entrega; que te quieren mucho en la comunidad.

-Nada más vine a entregarte esto”. Y de esa comunidad me iba a otra, a otra y otra, y eso le gustó mucho a la gente, porque decían que ningún delegado general había recorrido todo el estado, y no había ningún funcionario de ese tipo que hubiera reconocido el trabajo de los maestros y que los hubiera estimulado. Y lo mismo que hice en Guerrero, lo hice en Tlaxcala: tenía 44 municipios y yo alentaba a los maestros  a no ser del montón, a sobresalir en todos los 53 programas y los 5 objetivos problemáticos de la SEP. En una reunión que hubo en Cocoyoc, Morelos, una reunión de delegados, el Secretario de Educación Pública me dijo aparte: —“Venga para acá, lo necesito en Tlaxcala, conozco muy a detalle todo lo que está haciendo en Guerrero”.

—Yo quería convertir a guerrero en estado piloto de todos los programas y por eso traía locos a todos los maestros, con la colaboración del sindicato, porque yo fui funcionario sindical, me lleve muy bien con ellos, me ayudaron. Entonces me dijo Solana: —“Guerrero es muy extenso, tiene problemas de toda índole, comunicación, pobreza, regiones donde no se habla castellano; váyase a Tlaxcala, es un estado chico, como el suyo, muy bien comunicado”.

-Yo le informé que cuando fui dirigente sindical intervine en varios problemas de Tlaxcala, de la relación con la escuela normal rural de Huamantla, porque yo era dirigente de trabajadores de normales. —“Tlaxcala es un magisterio mucho muy agresivo, con mucha experiencia, con mucha dinámica, me van a correr al mes”, le dije. —“No se preocupe: lo está proponiendo el propio delegado, quiere descansar y lo propone a usted porque dice que tiene lo mismo de él”. Era don Joaquín Cisneros, que había sido secretario privado del presidente de la republica, y había sido gobernador de Tlaxcala, y era el delegado y él me propuso a mi. Le dijo a Solana: —“El maestro Esparza es como yo, los dos somos gente sencilla, honesta, humilde, por eso lo propongo a él”. Y me dijo el Secretario de Educación además: —“A usted lo quiere el gobernador, dice que ustedes son amigos, y no solamente él sino también su padre, don Pancho, es amigo suyo”. —“Así es”, le respondí. —“Vete a Tlaxcala, yo te doy lo que necesites para lo que quieres, y en Tlaxcala trabajamos duro, como locos, y convertimos a Tlaxcala en estado piloto”. Y así  quedó asentado en una reunión única, a la cual asistieron 12 secretarios, 11 directores generales, 7 subdirectores y el presidente del Consejo Nacional Técnico de Educación; intervinieron 32 maestros, con temas muy acotados que habían pasado por  varios comicios y, después de oír todo aquello, mas los mensajes de los secretarios y del  propio gobernador, se estableció ese acuerdo, de convertir a Tlaxcala en estado piloto en materia educativa...

Aprovechar la Oportunidad de
Servir, por si no hay otra

“Yo te voy a ser franco” –dice el profesor Esparza-,  te voy a decir cual era mi doctrina. Yo exigía a cada uno entregar cuanto somos y tenemos en cada responsabilidad de hacer, por aquello de que fuera nuestra única oportunidad en nuestra vida. Que, aunque fuéramos jóvenes, nos podíamos morir al día siguiente. Yo les decía que había que cumplir con ejemplar honestidad, con eficacia, eficiencia, mística revolucionaria, con lealtad institucional; de otra manera no tiene sentido ser uno más del montón, o hacer lo que hacen los demás. ¡No! Hay que demoler las estructuras que ya no funcionan, y ponerse uno a tono con la realidad. Hay que ser congruentes.

-Por eso, mira, cuando me dijeron ya en definitiva  que no había problema (para la candidatura al gobierno del estado) me programé, te decía, para seguir siendo igual. Entonces, en la campaña, el profesor Andrés Valdivia, que era el que la coordinaba, preguntaba en cada comunidad: “¿cómo quieren que sea su siguiente gobernador, y el equipo de colaboradores que integre?” , y con base en lo que decía la gente elaboramos un catálogo que llamamos “reglas del juego” y era de observancia obligatoria para todos los colaboradores del gobernador.

-Y cuando fui constitucionalmente electo publiqué en los periódicos una convocatoria que mas o menos decía: —“Fulano de tal, gobernador constitucional del estado, convoca a todos los ciudadanos aguascalentenses, especialmente a los jóvenes de la más alta escolaridad, que quieran ocupar puestos públicos, que digan por escrito qué puesto quieren, adjuntando una copia de un currículo, y comprometiéndose a entregar en el término de un mes un libro, una tesis, un trabajo, diciendo el desarrollo de sus pensamientos, diciendo qué innovaciones, qué estudios, qué procedimientos iban a incorporar al puesto para tratar de hacer más funcional la dependencia que querían. Y en transitorio decíamos: que los trabajos no agraciados se le entregarían al que obtuvo el nombramiento, para que enriqueciera su formación y que pusiera en practica las ideas que no tenía su trabajo.

—Cuando ya pasó un mes y fui a México con el licenciando Horacio Labastida, que era el secretario general del Partido, le digo: —“Maestro, aquí está la Constitución del estado, aquí está la relación de puestos de confianza, aquí está la convocatoria que lancé, aquí está la lista de todos los que quieren ser funcionarios; y en estas dos cajas están los trabajos que aportan. Quiero que me ayude diciendo con quiénes debo gobernar”.

-Me echó un brazo al hombro y me dijo: —“Maestro, no se meta en líos, usted tiene facultades discrecionales de nombrar a quien quiera”. Y le respondí: —“!Eso es lo que no quiero hacer; no quiero familiares, compadres, condiscípulos, recomendados;  no quiero presiones, no quiero nada, quiero gobernar con lo mejor que tenga Aguascalientes”. Y otra vez me echa el brazo y dice: —“Maestro, con suerte usted va a nombrar a muchos que ni siquiera conoce ni son sus amigos”. —“Corro el riesgo le contesté-; en los seis años voy a hacer todo lo posible para hacerlos mis amigos y voy a hacer todo lo posible por conocerlos y si no logro ni una cosa ni otra, a mí me basta con que sirvan con ejemplar honestidad, con eficacia, con eficiencia, con mística revolucionaria y lealtad institucional”. —“Ahora sí le entendí –me dijo-; deme un mes”. —“Que sean dos –le ofrecí-; estamos en septiembre, yo tomo posesión el día 1 de diciembre”. Y  así quedamos.

-A los dos meses fui y ya me tenía una relación para cada puesto, ya me tenía la receta, pero me tenía relaciones de tres, de cinco de cuatro prospectos. —“Yo le entrego la receta y usted sabrá si compra o no la medicina”, me dijo. —“Yo no vine a tomarle el pelo: así como me lo sugiere así los voy a nombrar, y si me falla alguien, ya usted me está dando lista de prioridades para sustituirlos”, le respondí.


—Así quedamos. De ahí me fui con el presidente, era don Luis Echeverría; me anuncié, le di mi tarjeta al secretario privado, era un licenciado militar. Le digo: —“Vengo a ver al presidente y le suplico me ayude para lograr ese propósito”. (Continuará mañana)

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