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La Columna de la Información

La Nevada de 1997





A 30 años de distancia de

Aquel 9 de enero de 1967


 Matías Lozano Díaz de León 

Además del aumento en el número de personas con afecciones bronquiales, y del agravamiento de quienes ya andaban resentidos de su salud por los cambios y las bajas temperaturas, la nevada de la noche del 12 de diciembre dejó un bagaje de enseñanzas que, más nos vale, debemos asimilar.
Sí fue muy bonito para muchos aguascalentenses disfrutar de la nevada, ya con la vista, ya con el tacto,  pero lo más importante fue que el meteoro hizo posible que se pusieran al descubierto muchos deficiencias que tenemos como sociedad para, dado el caso, enfrentar una eventualidad.
¿Que en Aguascalientes nunca nieva? Ciertamente pasaron 30 años, pero volvió a nevar.
¿Que en Aguascalientes nunca tiembla? “Mejor toco madera, porque aunque no soy supersticioso, es de mala suerte ignorar el poder de lo oculto”.
Prevenir, es prepararse por si algo llegase a ocurrir. Remediar, es tener que enfrentarse, sin preparativo alguno, a lo que ya ocurrió.
De pronto bajó la temperatura y se mantuvo baja por unas cuantas horas, y eso fue suficiente para que tronaron tuberías por todos los rumbos de la ciudad.
Antes de que tronaran los tubos por la presión que desde su interior ejercía el hielo, millares de familias experimentaron la falta de agua, y hasta buen rato después cayeron en la cuenta de que era porque el agua se había congelado en las tuberías. 
¡Ni siquiera estábamos preparados para comprender que una baja sensible en la temperatura nos puede dejar sin agua!. Más aún, ahora mismo, que el clima mejoró, no sabemos en qué momento el agua se puede congelar.
Más todavía; ni siquiera tenemos la costumbre de estar atentos al clima. Sabemos que hace calor o que hace frío, cuando hace calor o hace frío, y los fabricantes de termómetros, que sí conocen nuestra cultura al respecto, ni siquiera se molestan en cubrir el mercado local con esos tubitos, porque aquí no se compran ni para adornar la casa.
La nevada fue un fenómeno muy serio, muy grave y muy aleccionador, y la prevención de nuevos embates gélidos debiera ser parte de nuestra cultura.
En lo personal calificamos los efectos como nada de cuidado, pero pensamos así porque no nos tocó observar que en muchas calles de la ciudad, en muchos kilómetros de carretera, viandantes y conductores no sólo quedaron varados, sino que estuvieron completamente a merced del meteoro.
¿Que fueron pocas horas de «indefensión»? Sí, por fortuna, pero suficientes para comprender que no hay disponible en nuestro entorno, ninguno de los elementos que se necesitan para hacerle frente a un fenómeno de esa naturaleza.
¡Vamos! Ni siquiera pudo el mercado local, satisfacer la demanda de coples para reparar las tuberías que se rompieron como consecuencia del frío.
Quienes sufrieron ese daño el Asábado 13, tuvieron mayor oportunidad de encontrar el material necesario, pero aquellos cuyas tuberías tronaron la noche del sábado y la mañana del domingo, que fueron muchos, se encontraron con que ¡se agotaron los coples».
Los únicos locales de venta de material de plomería que trabajan los domingos, son los de la Línea de Fuego, pero tuvieron tal demanda que los compradores se agolpaban en los establecimientos, y la mayor parte de esos demandantes no tuvieron más remedio que esperar al lunes, para poder arreglar sus tuberías y poder disponer del preciado líquido. 
Pero no sólo como habitantes de una vivienda tuvieron problemas los ciudadanos; también padecieron los efectos de las temperaturas bajo cero como automovilistas, y la prueba de ello fue la larga fila de clientes fuera de la refaccionaria automotriz, la única que abre los domingos, porque muchas mangueras se abrieron al congelarse el agua en el sistema de enfriamiento de las unidades, porque sólo unos cuantos vehículos, los más lujosos, quizá utilizan anticongelante; los demás consideran que es un lujo, o un gasto innecesario, porque nadie nunca les advirtió que la falta de anticongelante puede ser la causa de serios trastornos en la vialidad, en el momento menos pensado.
¡Ni siquiera tenemos previsto que bajo determinadas circunstancias, es necesario que se garantice el abasto de mangueras automotrices!
¿Será ocioso implementar algunas estrategias de prevención? ¿De veras no tiene caso elaborar algún folletito que ayude a la culturización ciudadana, para que por lo menos sepa que alguna vez pueden ocurrir cosas a las que no estamos acostumbrados, pero que no por ello estamos a salvo eternamente?
Nada más «chequen el dato»: en el mercado local, ¡se agotaron los calentadores eléctricos!




La Nevada, un Meteoro que hará historia.
1967, 1997…

Treinta años después de la nevada del 9 de enero de 1967, volvió a nevar en Aguascalientes. Muchas generaciones actuales, pues, no conocían este fenómeno, como no fuera por medio de la televisión o el cine, o porque hubiesen viajado alguna vez a las ciudades norteñas donde es común.
Aún ahora, la gran mayoría de los aguascalentenses o de quienes radican aquí, no se dio cuenta de que estaba nevando, sino hasta el día siguiente.
Minutos antes de la media noche del viernes 12 de diciembre, mientras muchos aguascalentenses seguían el desarrollo de la o el teletón, la nieve caía sobre la ciudad en forma de ligera llovizna, casi imperceptible, pero quienes manejaban en esos momentos sus vehículos comenzaron a notar, con sorpresa, que en la base de los parabrisas se acumulaba algo blanquecino, y la expresión siguiente era, invariablemente, de alegría, y de deseos de comunicarselo, a la mayor breveded, a alguien, a quien fuera, a quien estuviera más cerca y quizá no se había percatado de la novedad.
Quienes desde el interior de sus viviendas veían a la calle,atraídas `por la fuerza con que el viento soplaba, no veían más que la ligera llovizna, hasta que de pronto, sus ojos se fijaban en algo muy blanco que llenaba los huecos entre los bloques de concreto, o en la base de los árboles, o en el pasto de las jardineras.
Muchos aguascalentenses que seguían el desarrollo del Teletón supieron que estaba nevando sobre sus casas, por medio del Canal 6, porque su director, Jorge Luis Papadimitriou, se apresuró a dar la noticia, mostrando las primeras imágenes de la nevada.
El meteoro, por supuesto, no sólo tuvo el lado «amable», pues también causó algunos problemas, pero por fortuna, no graves, si bien obligaron a las autoridades a implementar dispositivos de seguridad para auxiliar a quienes lo requirieran, y es que, la verdad, nadie estaba preparado para una nevada, y si ésta hubiese sido más copiosa, o si llega a registrarse otra nevada, sí nos vamos a ver en apuros.
 La nieve, símbolo y sinónimo de Navidad, hizo su milagrito, aunque en pequeña escala, pues hizo que coincidieran en la acción de apoyo y prevención, en beneficio de la ciudadanía, los gobiernos estatal y municipal que, a través de sus respectivas instancias, se movilizaron para contrarrestar los efectos nocivos de la nevada.
Los patrulleros de todas las corporaciones policiacas recibieron la orden vía radio: alertas con toda persona que pueda encontrarse en problemas y que requiera ayuda; en las calles de la ciudad, en las carreteras, en los municipios. Automovilistas varados a causa del hielo formado en el asfalto o el pavimento; indigentes que careciendo de casa se hallase en los quicios de algún edificio.
Bien, muy bien que se actuó en consecuencia, aunque nada podía hacerse, en cambio, para eliminar de las calles el peligro que el hielo representa en esos casos para los vehículos.
En los lugares donde es común que nieve, se cuenta con equipos afines, con grandes reservas de sal en grano para rociar las calles y hacerlas transitables, pero es obvio que aquí ni siquiera se tiene la seguridad de que ocurra ese fenómeno, pues,ya lo vemos, tuvieron que transcurrir casi 30 años, después de aquel enero de 1967, para que el «milagro» se diera.
Al día siguiente, sábado 13 de diciembre, el Gobernador del Estado, Otto Granados por un lado, y el Presidente Municipal, Alfredo Reyes por otro, coordinaron desde temprano las acciones para atender a la ciudadanía.
Inclusive el DIF, en acciones encabezadas por la señora Teresa Franco de Granados,-del DIF municipal no tuvimos información- repartió cobertores y hasta despensas con productos alimenticios de especial contenido calórico y energético, indispensable para hacer frente a las temperaturas tan bajas que sucedieron a la nevada. 
Cayeron árboles, se rompieron tuberías al congelarse en su interior el agua, hubo choques y muchos «trompos», pero a la mejor era la forma en que la Virgen de Guadalupe, a la vez que celebraba la próxima canonización de Juan Diego, se inconformaba, también, con la intención de entregárnoslo no como un santo indio, moreno y con piochita, sino blanco y barbado. 

La contingencia nívea, superada por las medidas emergentes

A fin de cuentas, resulta satisfactorio poder referir que las medidas de auxilio para las personas afectadas por las bajas temperaturas, rebasaron ampliamente las necesidades, y que éstas, por lo tanto, no fueron muy grandes ni muy graves, sino que al parecer la principal afectación fue por la sorpresa, el miedo a lo - para muchos - desconocido. 
Tan pronto como se evaluaron los efectos de la nevada de la noche del viernes 12 de diciembre y de las primeras horas del sábado 13, fueron habilitados 5 albergues para recibir a las familias que se vieran en necesidad de ello, y la capacidad disponible en las primeras horas posteriores al meteoro era para 500 personas y, sin embargo, sólo acudieron en total, 150.
Cabe señalar que paralelamente, el Gobierno del Estado dispuso la distribución de 3 mil 500 cobertores, 500 colchonetas y 4 mil litros de agua para beber y dos mil despensas.
Se dio atención a un total, en todo el Estado, de mil 25 personas; se brindaron 450 consultas por medio de brigadas médicas pero, además, el Gobernador del Estado anunció que se contará con los recursos que sean necesarios, para atender debidamente la contingencia.
También, se instaló un “comité” de seguimiento de los trastornos que se sucedían a la nevada, a fin de realizar con prontitud las medidas que fuesen requeridas.
Al Secretario General de Gobierno, Jesús Orozco Castellanos, le fue encargado por el Jefe del Ejecutivo estatal, coordinar a todos los organismos involucrados en la atención a los perjudicados por la nevada.
En una reunión, a la que asistieron el Director de Protección Civil, Raymundo Parada Mejía; el titular de Seguridad Pública estatal, Víctor Hugo Mercader Jurado; el del DIF, Luis Perales de León, y por el Instituto de Salud de Aguascalientes el Director de los Servicios Médicos, el doctor Enrique Flores Bolaños, Orozco Castellanos giró instrucciones para que las medidas de auxilio, así como las de prevención, se mantuvieran en tanto persistiera el mal tiempo.
El programa de auxilio a los damnificados se extendió a todos los municipios del Estado. (Rpp 17) 


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