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Festejo de abogados... Entre cuernos y capotazos


Por primera vez, no le
contaron "1, 2 y 3" al Juez


dándole largas al asunto 


En el evento formal por el Día del Abogado, en la explanada de Palacio de Justicia, cuyo presídium compartieron el titular del Poder judicial, Juan Manuel Ponce Sánchez, el Secretario de Gobierno, Sergio Reynoso Talamantes,  el general Eduardo Bahena Pineda, Secretario de Seguridad Pública Estatal, Gabriela Espinoza Castorena, presidenta de la sala penal del STJE, Juan Rojas García, presidente de la Sala Civil, así como los presidentes de las diversas agrupaciones de abogados del Estado; y que fue marco para le entrega de reconocimientos a personajes que han destacado en el ejercicio de esa profesión y que dejaron honda huella en el camino de la justicia de Aguascalientes, entre ellos: Humberto Aguilera Villalobos, y Jesús Guillermo Aguilar Sánchez y Eutimio Serna Chávez, quien por su estado de salud no acudió a recibir su presea y lo hizo su hija...


Posteriormente, los abogados cambiaron saco y corbata por camisa vaquera y paliacate y se fueron al lienzo El Gavilán, del licenciado Humberto Aguilera, uno de los premiados, donde los esperaban “damiselas” ansiosas por saltar a la arena, y ellos igual, decididos a darse un arrimón, muchos de ellos quizá, por primera vez en su vida...

MUCHOS FUERON los que fueron vistos en el ruedo ir de un lado a otro en pos de  la gloria o de una cogida, atenidos a que los cuernos de las vaquillas no pasaban de 10 o 15 centímetros, aunque ya de cerquita les parecían de Miuras adultos...

ENTRE ELLOS, LOS “coletas” colgados en el cartel fueron Fernando Dávila Diaz de León, quien a la postre sería el triunfador del festejo; Sergio Delfino, quien al mismo tiempo aparecía en Facebook recibiendo reconocimiento en la capital de la república; Orlando Navarro y el “leguleyo” en ciernes Gibranito  Aguilera Diaz de león y su cuadrilla  de alumnos, que tuvieron a su cargo la tarea de ponerles en suerte las terneras a los “diestros”, y que además los libraron de muchas revolcadas que parecían inevitables...

Anunciaron que serían lidiadas vaquillas “limpias” (“no es necesario que las bañen, al cabo pa’lo que las queremos”, habría dicho uno de los “matadores”, pero lo cierto es que las socias embestían, con cita o sin ella...

LOS EMULOS de Cagancho y Ponciano, uno de allende el mar y otro de acá, se dieron  vuelo haciendo piruetas con el paño rojo,  y las más de las veces con más voluntad que ideas, sacaron algunos pases que festejaron los asistentes, y algunos otros aprovecharon la ocasión para mostrar porqué quedaron en los primeros lugares de la carrera del abogado, una semana atrás...

 Fue sin mancha una corrida “extraordinaria”, no hubo una sola sordina ni mucho menos “mentada” para la autoridad; algunos de los testigos sospechan que influyó el gafete que traía colgado el juez, que decía: “Presidente del Supremo Tribunal de Justicia”. Pero eso es sólo conjetura, porque, la verdad sea dicha, todos se dieron por bien servidos con las decisiones del Garzón hidrocálido.



Agotados los recursos, proceso en el que no hubo nada de qué acusar a la vaca como para justificar sentencia de muerte el juez, Juan manuel Ponce Sánchez sacó su pañuelo para limpiar el sudor, lo que ipso facto fue interpretado por el apoderado y cuadrilla de Fernando Dávila como la señal de concesión del apéndice y antes de que se sonara el magistrado, ya era paseado en hombros el hijo de Montesa.

También el juez saltó a la arena y apareció cual centauro en brioso caballo azteca cuarto de milla, moviéndole con tal destreza la brida, que nadie tuvo más duda sobre el porqué mantiene en un puño el tribunal, aunque le restaron puntos la gorra de beisbolista y los zapatos “de calle”...



Demostración “mas o menos parecida” a la del magistrado sobre el manejo del caballo la dio el alguacilillo, que bien se ve que se la pasa montado en el pura sangre.

Digno de mención fue ver al convivencia de dos rivales de antaño, Fernando Dávila y Orlando Navarro que no hace mucho se disputaron en tribunales el derecho de decirse presidente de la ALAPA. Finalmente quedó demostrado que no hay litigio que no quede saldado con una buena paella y un vaso de tequila.
 

El triunfador, Fernando Dávila Díaz de León



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