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LA PONA Y BOSQUE DE COBOS, UNA LUCHA DE MÁS DE 40 AÑOS


En días pasados, LJA publicó declaraciones de la presidenta de Movimiento Ambiental, Guadalupe Castorena, donde señaló que desde hace dos décadas se trabaja en la defensa de espacios naturales como La Pona y el Bosque de Cobos.

Sin embargo, la historia es mucho más larga: la lucha por estos pulmones de la ciudad no tiene 20, sino más de 40 años de resistencia, que arrancan en el gobierno de Rodolfo Landeros Gallegos, cuando comenzaron las primeras gestiones y movilizaciones sociales para frenar la urbanización en estas áreas.

Los intentos de rescate y protección de La Pona no son novedad. Así lo documentan las investigaciones y reportajes del periodista Matías Lozano Díaz de León, quien siguió muy de cerca la ruta legal, social y política de este espacio desde los años ochenta. En su trabajo periodístico quedan asentadas las primeras invasiones, la declaratoria de Zona de Reserva Ecológica, los litigios en tribunales y las presiones de constructoras que no han cesado a lo largo de cuatro décadas.

La información histórica es contundente: La Pona y Cobos llevan más de 40 años bajo amenaza, y han sobrevivido gracias al activismo ciudadano, a grupos como S.O.S. La Pona y al seguimiento periodístico que ha dado voz a esta causa.

Por eso, aunque la advertencia de Castorena sobre los riesgos actuales es válida, es justo reconocer que esta batalla viene de lejos y que Aguascalientes tiene una deuda histórica con sus reservas naturales.

Crédito de la memoria y la investigación: Matías Lozano Díaz de León.


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Nota publicada en el 8 de Octubre de 2006

Raúl Alba Lozano y la Invasión
De la “Presa de los Gringos”

“Haz mil obras buenas y no pasa nada; haz una mala, y todo se acaba”. / “Landeros era un gobernador, como no ha habido otro”./ “No se le veía la cara, de tanto piquete de zancudo”. / “Se hacían muchas cosas, la actividad política no estaba tan limitada”. / “Ahora los partidos son puro güiri güiri”./ “Yo no lucré y no robé. Gané lo que me pagaban y punto”. / “Tenía 18 consultorios médicos populares”. / “Ahora lo que buscan es la colocación de sus allegados en puestos claves de la administración publica”./

POR MATIAS LOZANO DIAZ DE LEON

Cuando se habla de la Revolución Mexicana siempre se resalta el hecho de que Francisco Villa realizó la única invasión que ha sufrido Estados Unidos, pero, en realidad, los “gringos” sufrieron otra invasión, y ésta ocurrió en Aguascalientes, en el gobierno de Rodolfo Landeros Gallegos, según lo recuerda Raúl Alba Lozano, quien era el dirigente del Sector Popular –Confederación Nacional de Organizaciones Populares- del PRI.
Después de que en 1982 se colocó la primera piedra de la primera casa de lo que sería la colonia CNOP (para reubicar a quienes vivían en los árboles, en la mezquitera que es ahora la reserva ecológico “La Pona”), la primera de las muchas “hermanas” que son ahora en el oriente de la ciudad, por el rumbo del relleno sanitario de “San Nicolás”, decenas de familias invadieron “La Presa de los Gringos”, que ahora es el lago del Parque México construida en la administración municipal de Fernando Gómez Esparza.
“Un día me encontré con que mucha gente ya había invadido el lecho del vaso de la Presa de los Gringos, porque Manuel Monreal, dirigente de la CCI –Central Campesina Independiente – ya les había vendido los terrenos”, relató Raúl Alba Lozano.
“Le informé de ello al gobernador y hasta le comenté que iba a salir en “La Jeringa”, y se sorprendió al saber la noticia, mayormente cuando supo que hasta templo querían fincar aquellas familias. Entonces le habló a Oscar López Velarde, que era el Secretario de Planeación y le dio indicaciones de proceder al día siguiente a lotificar el área no inundable de la presa, y a mi me encargó sacar a la gente. Pero yo tenía todo el apoyo de Landeros, era un gobernador, como no ha habido otro. A todo mundo le daba su lugar, andaba conmigo por todas partes, donde la gente lo necesita, hacíamos bien las cosas, la gente del pueblo se cobijaba en el Partido.
“Así se hizo la colonia Progreso, fue la segunda colonia de las siete hermanas, luego se creó la colonia Nazario Ortiz Garza.
“Se hacían muchas cosas, la actividad política no estaba tan limitada”, señala Raúl Alba, quien llegó a ser diputado, en la LIII Legislatura, que encabezó Armando Romero Rosales, con Guadalupe Padilla Maldonado, Candelario Torres Villalpando, Ludivina García Cajero, Manuel de Jesús Anaya Cardona, Isidro Reyes Guerrero, Armando López Campa, Javier Rangel Hernández, Cleofas Santos, Victor Manuel de Luna, Raúl López Serna, los panistas Edmundo Becerril de Haro y Humberto David Rodríguez Mijangos; Francisco Javier Contreras Colunga, del PDM, y Arturo Ruvalcaba Macías, del PMS.
“El problema de Rodolfo Landeros era no saber decir que no, y muchos de los problemas nos los mandaba a nosotros”, recuerda Raúl Alba Lozano. –“Un día me dijo: mira, Raúl; te tengo en la CNOP para dos cosas. Para que estés al tanto del Partido y para que me diluyas los problemas, que no me los dejes llegar.
“Yo tenía autoridad y se me veía con autoridad. Si iba con Alfredo Hernández, el Tesorero, y le pedía alguna facilidad para algún gremio, accedía, porque sabía que todo era en beneficio del gobierno, y nunca se vio un problema de que anduvieran a la greña en algún sector. Había autoridad, había gobierno, había conciencia de los problemas de la sociedad”.
Platica Alba Lozano que aún ahora hay comentarios sobre Rodolfo Landeros en el sentido de que no trabajaba, “pero gobernaba, y todos teníamos como misión: quedar bien con la sociedad y con él, porque si quedábamos bien con él, era porque habíamos cumplido lo primero.
“Siempre cosechamos paz y tranquilidad. Nunca hubo problemas”, asegura nuestro entrevistado, y recuerda que “se compraron propiedades, a lo negro, para reserva territorial; se hicieron muchas obras.
“Hasta la XIV Zona Militar se coordinaba con nosotros –evoca-. Hice un programa de sanidad de la cuenta del río, en la Barranca (Fraccionamiento José López Portillo), porque un día llegaron con un muchacho al que no se le veía la cara, de tanto piquete de zancudo, porque muchas familias no tenían puertas ni ventanas en su casa. Nos pusimos de acuerdo con la zona militar y con Salubridad, y acabamos con los zancudos, se cortó yerba, se echó diesel. Por ahí andaba el Dr. Rafael Guel Jiménez”.
Los partidos –señala Raúl Alba- también deben servir para eso, no como ahora, que son puro güiri güiri”.
No obstante todo lo que promovió y realizó como dirigente del Sector Popular del PRI, Raúl Alba Lozano no cumplió la sentencia de que “el que reparte y comparte se queda con la mayor parte”.
“Yo no lucré y no robé. Gané lo que me pagaban, y punto, pero nunca anduve esquilmando; mira las colonias que hice, y no tengo ninguna propiedad. En la López Portillo “regalamos” las casas. Me acuerdo que al principio pagaban 7.50 al mes.
“Por eso yo juzgo, y me cae mal que critiquen a Rodolfo, porque tenía un corazonzote y una manera de ser, que ya lo quisiéramos veinte. El lo que quería era servir”, subraya Alba Lozano..
“Cuando iba a comprarle a Anita Brenner (el rancho La Barranca, donde se asentó luego el fraccionamiento José López Portillo) me dijo que no se la quitaba de encima, que quería que el gobierno se lo comprara. Yo le decía que La Barranca era lo más bonito que tenía Aguascalientes: los chabacanos, las higueras, los duraznos, los alfalfares, los cultivos de brócoli y de espárragos.
“Cuando me dijo que ya lo había comprado, le pedí que todas las acciones de vivienda se repartieran por medio de la CNOP, y así se hizo. Se hacían filos de 150 0 200 personas esperando turno para registrarse y solicitar su casa, y tuvimos que poner varios mecanógrafos para poder atenderlos.
“Por eso defiendo que el mejor tiempo de la CNOP fue cuando yo estuve al frente: Tenía 18 consultorios médicos populares; los estudiantes de medicina que hacían su servicio social, les pagaba el sueldo mínimo; y lo mismo hacía en todos los municipios, no hubo uno que no tuviera el servicio. Hubo un muchacho que en bicicleta se iba a dar su servicio social”, dice Raúl Alba, viendo hacia el techo de la sala de su casa, como si los recuerdos los tuviera en post stick pegados en el tirol.
“A la gente de los sectores femenil y juvenil la poníamos a juntar medicinas para apoyar a los médicos. Agrupaciones de abogados estaban a mi disposición, apoyábamos en los divorcios, cuando era necesario, pero lo único que no quise consentir fue que defendieran a los rateros, a los únicos que ayudábamos era a los que
se robaban a la novia, y siempre y cuando se comprometieran a casarse.
“Uno de aquellos abogados está ahora de secretario en el Tribunal, se apellida Castañeda; otros eran El Peluquín, El Cantinflas, Paz… El Cantinflas se apellidaba Flores, ya murió, fue actuario mucho tiempo en el DF, fuimos compañeros en la Preparatoria. Regresó ya jubilado; platicaba que cuando se fue, el primer día en México lo único que hizo fue subir y bajar en el elevador de la Torre Latinoamericana”.
Nuestro entrevistado recuerda con satisfacción, que contaba con todos los elementos que necesitaba para hacer un buen papel, “y lo hice”, afirma.
El Sol.- ¿Ha cambiado la función de los partidos? –preguntamos a quien tuviera en sus manos el Sector Popular, cuando funcionaba.
“Si, pero para mal, ahora lo que buscan es la colocación de sus allegados en puestos claves de la administración publica”.
El Sol.- ¿En qué se ocupaban los partidos?
“En servir, en sembrar para cosechar votos. Había acercamiento con la gente, se ganaban los votos a pulso, sabían que para eso les ayudábamos, y al otro día de una elección, ya estábamos trabajando para la siguiente, no había tiempos libres, en cambio, ahora ¿dónde está la CNOP?”
El Sol.- ¿Por qué perdió el PRI su hegemonía?
“Quizá se engolosinó, o porque no tuvo los dirigentes adecuados, o que a la gente se le olvidó lo bueno que hizo el PRI. Haz mil obras buenas, y no pasa nada; haz una mala, y todo se acaba.
Yo vi esas cosas; que entre los mismos compañeros se metían zancadilla, y me hice a un lado”.

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