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Padre Gandhi y su Reflexión Dominical 16 de Febrero, 2025


Muy buenos días mi querida familia. 

Domingo VI Ordinario.
Ciclo C. Lucas 6, 17-26.

Lucas nos presenta de manera más provocativa, las Bienaventuranzas. 

Junto a las «bienaventuranzas» a los pobres, el evangelista recuerda las «malaventuranzas» a los ricos: «Dichosos los pobres... los que ahora tienen hambre... los que ahora lloran». Pero, «ay de ustedes, los ricos.… los que se hartan ahora.… los que ríen ahora….». El Evangelio no puede ser escuchado de igual manera por todos. Mientras para los pobres es una Buena Noticia que los invita a la esperanza, para los ricos es una amenaza que los llama a la conversión. ¿Cómo escuchar este mensaje en tiempos modernos?

Antes que nada, Jesús nos pone a todos ante la realidad más sangrante que hay en el mundo, la que más le hace sufrir, la que más llega al corazón de Dios, la que está más presente ante sus ojos. Una realidad que, desde los países ricos, tratan de ignorar, encubriendo de mil maneras la injusticia más cruel, de la que en buena parte somos cómplices nosotros.

¿Queremos continuar alimentando el autoengaño o abrir los ojos a la realidad de los pobres? ¿Tenemos voluntad de verdad? ¿Tomaremos alguna vez en serio a esa inmensa mayoría de los que viven desnutridos y sin dignidad, los que no tienen voz ni poder, los que no cuentan para nuestra marcha hacia el bienestar? O también corremos el riesgo de utilizarlos como botín electoral ofreciendo dádivas para callar conciencias o comprar votos.

Los cristianos no hemos descubierto todavía la importancia que pueden tener los pobres en la historia del cristianismo. Ellos nos dan más luz que nadie para vernos en nuestra propia verdad, sacuden nuestra conciencia y nos invitan a la conversión. Ellos nos pueden ayudar a configurar la Iglesia del futuro de manera más evangélica. Nos pueden hacer más humanos: más capaces de austeridad, solidaridad y generosidad.

El abismo que separa a ricos y pobres sigue creciendo de manera imparable. En el futuro será cada vez más difícil presentarnos ante el mundo como Iglesia de Jesús ignorando a los más débiles e indefensos de la Tierra. O tomamos en serio a los pobres o nos olvidamos del Evangelio. En los países ricos resultará cada vez más difícil escuchar la advertencia de Jesús: «No se puede servir a Dios y al Dinero». Se nos hará insoportable. Y prueba de ello está nuestro país vecino hoy por hoy, está gobernado por los nuevos oligarcas americanos que quieren imponer un nuevo orden mundial sobreponiendo la ganancia antes que la dignidad de la persona humana y el común. «Maldito el hombre que confía en el hombre».


Buona Domenica Dell Signore. Dio con noi.

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