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El Teniente Lupillo fue aquí el Primer «Tamarindo Motorizado”








Usaba un carro “de jugarrera” que 
le prestaba don Everardo de Luna

Con motor de 2 “Caballos” cubría la
Colonia Altavista, que era su sector 

El DIF Estatal lo nombró «Ciudadano de Oro»




Reporte Político Policiaco
www.cortandoporlozano
cortandoporlozano @gmail.com

Parte V

Uno de los más significativos aciertos en el aspecto social que ha tenido el gobierno del Estado, es el de la designación, por medio del DIF a cargo de la señora Cony Ramírez, del «Teniente Lupillo», J. Guadalupe Esparza como «Ciudadano de Oro». 

El popular «Teniente Lupillo», como más comúnmente se le conoce, es un auténtico personaje típico de Aguascalientes. Servicial como pocos y por lo mismo, polémico, denostado por muchos, entre ellos sus propios compañeros policías y agentes de tránsito, y !hasta por sus mismos superiores y altos funcionarios públicos¡ Sin embargo «Lupillo» siempre ha resurgido, como auténtica «Ave Fénix». «Lupillo» es un Ave Fénix del Servicio Público.  
«Lupillo» fue, en Aguascalientes, el primer agente de tránsito motorizado;
fue el que primero utilizó un vehículo de motor para patrullar la ciudad, y lo hizo en las calles de las colonias Altavista y Miravalle, según el testimonio de don Everardo de Luna –qepd- un hombre que vio crecer la ciudad desde su bodega de venta y compra de granos en la segunda calle de Guadalupe, a unos metros de la Plaza de Las Tunas, hoy «Mercado Juárez». 

Lupillo fue también el primer agente de tránsito que utilizó un carro «chocolate» para desempeñar una función social, porque aquel vehículo fue internado en el país de forma subrepticia, !de contrabando¡ (Era “chocolate!”, como se llegaría a conocerlos). 

El testimonio de que Lupillo fue el primer agente de tránsito que utilizó una patrulla, es la fotografía que acompaña
a este artículo, en la que se muestra a Lupillo a bordo de la que fue, también,
la primera patrulla de tránsito, aunque no era propiedad de la Dirección de Policía y Tránsito, sino de «Don Eve», como se le conocía. Se trataba de un Jeep, evidentemente de juguete, que era movido por un motor a gasolina de 2 caballos de fuerza, pero que desarrollaba una velocidad de hasta !65 kilómetros por hora¡ 


Fue trasladado escondido 
En una carga de sorgo 

-»Le voy a platicar del carro», nos decía Don Everardo de Luna en aquella entrevista, a quien encontramos, como era usual entonces, alejado ya de los negocios, en una de las bancas de
la Plaza de la Patria. “Lo compré en la frontera, en McAllen, en un viaje que hice a Reynosa. Lo metí en un tráiler de sorgo y me vine hasta acá. Ya estaba viejo yo, pero tenía una ilusión grande por recibir este carro. En cuando llegó el cargamento, apresuré a los cargadores. -»!A ver, bájenlo, voltéale el sorgo¡». -En cuanto se vio, que lo volví a ver, !qué chulada¡ Para entonces todos mis hijos estaban más niños. Por cierto que al poco tiempo se los quité, porque esos muchachos se metían a la bodega y hacían cada cosa en el carrito que, !nomás viera; hasta «trompos» hacían en la bodega¡ Todos mis hijos lo disfrutaron, menos los dos más chicos, que son Elida y Fernando, pero sí María Luisa, Alma Rosa, María Eugenia, María del Consuelo, Everardo, Arnoldo y Jorge. 


“Una vez compré una 
carga de sorgo, fui a
 recibirla a Ciudad Victoria, Tamaulipas, y cayó 
un tormentón, y el sorgo 
se vino húmedo. Tuvimos 
qué rentar la secadora de 
Carlos López Aparicio
para extenderlo y secarlo, porque se estaba echando
 a perder, y ahí llevamos
 este carro. Iban mis hijos 
y andaban entre el sorgo 
con el carrito, muy recio,
 hasta que un día se les pasó 
la mano y se los castigué.
 Lo dejaron recargado en la
 pared, y ahí estuvo. 
Para esos días había llegado Lupillo a Aguascalientes. Nosotros sacábamos el carro, pero los agentes de tránsito no nos dejaban circular en el centro. Entonces, Lupillo me dijo: -»Mejor préstemelo». -»Ándale, llévatelo». Y se lo llevaba, efectivamente, porque él quería patrullar la colonia Altavista, él quería patrullar el sector donde le tocaba”. 


-¿Era policía? Preguntamos. 

-“No, ya venía de Tránsito, inclusive el casco, se lo habían dado en el D.F., porque él hizo academia en el D.F. Ya cuando vino sabía hacer crucero y sobre todo, yo creo que no se le ha olvidado, porque es el único que realmente sabe hacer crucero. 

“Lupillo se emocionaba también con el «jeepecito»; se sentía seguramente en una patrulla montando el jeep. Se veía extraordinario Lupillo patrullando su sector. -Esta fotografía, no se donde la tomó usted», dice don Everardo, y le respondemos que es del archivo personal de Lupillo. También comentamos algo de la patrulla que se ve atrás, entonces conocida como «La Julia», la «Toma todo». 

-»Pues a grandes rasgos, esa es la historia de Lupe, el señor agente de transito, como yo le sigo diciendo, que es el único que sabe hacer crucero y además tiene unos detalles muy buenos, me acuerdo de uno de ellos: Uno de esos días que estaba haciendo su crucero en la Plaza, llegó un señor de esos de rancho, y traía unos billetes en la mano, traía algo de dinero, y se le quedó viendo una persona que estaba allí cerca, y pa’ pronto llegó Lupe y le dijo: -»Señor, guarde su dinero, déjeme auxiliarlo», y les habló a unos policías y les dijo: -Cuídenme a este señor, por favor, porque va a sacar su pasaporte en Relaciones Exteriores. Acompáñenlo porque, miren, trae dinero, y ese señor que aparentemente está viendo los cables, hace horas se fijó en el dinero que trae y de seguro piensa quitárselos, nomás lo está tanteando. Por eso les pido que hagan el favor de llevarlo a la Secretaría de Relaciones Exteriores, para que haga sus trámites». Y aquel señor que lo estaba tanteando, no le quedó más que ver a su víctima que se iba acompañado por los policías. 


-“Ese fue un buen detalle de él, con esa acción de Guadalupe de tener en mente siempre estar haciendo crucero y estar pendiente de todo. Bueno, pues ahí está una prueba más de que esa visión no se le ha terminado todavía. 

-¿De que año es esta fotografía?, -preguntamos a Don Eve. 

-Esto es de 1965, hace 35 años (La entrevista fue en noviembre del año 2000)
-No había muchas patrullas todavía, observamos. 
-No, no las había. De policía sí, pero no de tránsito. Por eso Lupillo utilizaba el jeep, que era de jugarrera, pero de todas maneras él lo sabia manejar y hacía su servicio en él”.

-¿Que velocidad alcanzaba el jeep? –preguntamos.

-“En la carretera llegamos a probarlo
 a todo lo que daba. Lo calamos en la salida a Zacatecas, casi no había tráfico,
 y alcanzó 65 kilómetros por hora; era un motorcito, haga de cuenta de una bombita de agua, de 2 caballos de fuerza, pero la transmisión la tenía muy bien adecuada para darle esa velocidad, de 65 kilómetros, que los medimos desde un carro grande, al parejo”. 

¿Qué fin tuvo ese carrito ? 

-“Se lo vendí a Porfirio Díaz Tiscareño ("Haga patria...", todavía era gerente de una sucursal del Banco de  Comercio (hoy Bancomer), se lo vendí en 8 mil pesos. Me había costado cinco mil. 
Yo lo utilicé más de un año. De verdad era muy bueno, pero yo lo vendí por miedo de que les pasara algo a mis hijos, estaban muy chicos pero, qué bárbaros, me ponían de nervios cuando lo manejaban, ese fue el motivo de que yo lo vendiera”.

-¿Para qué se lo trajo, entonces? 

-“A mí me gustaba mucho,
desde que lo vi allá; había
muchos modelos, pude ver
en la frontera que había en
aquel tiempo carros Mercury,
 Ford, bueno, de cualquier marca. En la frontera
tenían mucha demanda, pero
acá al centro venían muy
pocos, porque no se podían
traer tan fácilmente. En ese
tiempo tenía yo un rancho, y
tenía que ir de vez en cuando, y lo hacia también en el jeep, por no meter la camioneta. Además, me gustaba por el tamaño, y era muy atractivo”. 

-¿Usted se lo tajo de contrabando? 
“De contrabando, entre el sorgo. Sí señor, así se vino el carro, don Matías”. 



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