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La Columna de la Información de Matías Lozano Díaz de León 22 08 2019

Cortando por Lozano


¿DOS EN UNO?





Tema 1.-
·      Evaden la revisión  357 concesionarios de taxi
·      Verificadores buscan en la calle a los “rebeldes”
·      Les espera multa y remisión del auto a la pensión
·      Muchas unidades tienen graves irregularidades

Tema 2.-
·      ¡Se restablece la paz en la ciudad…!
·      ¡Gracias a Dios! Ya puedo pagar a Uber con efectivo!
·      Los misterios del transporte público
·      Los concesionarios, rehenes de choferes deshonestos
·      El gobierno controla a concesionarios, no a ruleteros

Tema 3.-
·      De “trombas”, “culebras” y “lagartos”
·      “Lloviendo, todos nos mojamos”
·      El meteoro que arrasó la Colonia Ferronales
·      Unos “odian” las lluvias; otros, las imploran
·      La creciente arrastró a “la burra mocha”




TEMA 1- AL TERMIINO DEL plazo -16 de agosto-  para la revisión físico-mecánica 2019,  357 taxis no fueron presentados, según informó Gustavo Gutiérrez de la Torre, encargado de despacho de la Coordinación General de Movilidad (CMOV); 3 mil 916 sí  cumplieron. A los “rebeldes”, que algo ocultan, seguramente,  se les exhorta para que se presenten voluntariamente y reciban la oportunidad de que las multan sean menores…


“LA MULTA POR NO acudir para la revista vehicular es de 8 mil 449 pesos. Los verificadores andan en la calle, a la “caza” de los incumplidos, a los que además de la multa, la unidad es remitida al “corralón”…

TEMA 2.- ¿PUES. QUÉ CREE  usted? ¡Que ya puede pagar en efectivo, sin remordimiento de conciencia jurídica, los servicios de Uber! ¿No es grandioso? Ya no es necesario que usted tenga tarjeta bancaria, para que pueda tener la dicha, la fortuna, la gracia divina de  viajar a cuerpo de rey en un carro “nuevo”, conducido por sabrá Dios quien; eso no importa…

LOS UBER SON LA pléyade más reciente de “servidores públicos”, a quienes el Gobierno del Estado otorga “patente de corzo”, a quienes da el título de sus “hijos bien amados, en quien tiene sus complacencias.. Ya quisieran los plebeyos esos, los corrientes “taxistas” ser objeto de tantas consideraciones como lo son los transportistas de “plataforma”…

PERO, NO, NI SOÑARLO.- Para los de carro rojo o blanco,  está reservado el trato poco menos que con el pie. ¿Será por el color? ¡Difícil saberlo!, pero tampoco es de dudarse que los concesionarios tengan motivo para cantarle al Gobierno que “también hay angelitos que no son azules”,  pero que si no son de ese color los automóviles de servicio concesionado, es porque los gobiernos panistas no han decidido a disponerlo, por lo evidente que resultaría la imposición.  Que algunos ya salgan blancos, es la confirmación de que “por algo se empieza” pero, que si llegan los morenos a palacio mayor, no se andarán con miramientos…

 ¿POR QUÉ LAS DIFERENCIAS en el trato? Que dejen a los taxistas cobrar las tarifas que sí les permiten a los de Uber y de otras  “plataformas”, y entonces serán mayores las posibilidades de  ver mejores unidades. El servicio de transporte de pasajeros en autos de alquiler requiere una revisión a fondo, hay muchas irregularidades, que se cometen por la falta de supervisión, de orden, pero en el “contexto”, son los menos, sin embargo, por unos cuantos, pierden la gran mayoría…

HAY MUCHAS COSAS qué arreglar en ese ambiente y en ese gremio, comenzando porque hay una “mafia” de choferes que se “ofrecen” para auxiliar a los concesionarios en la operación de las unidades; no forman una agrupación, cada uno actúa por su cuenta pero lo hacen del mismo modo, porque no hay quien les ponga freno. La Dirección del Transporte Público del Gobierno del Estado, no puede meterlos en cintura, porque no son sus empleados, y no lo son de nadie, nadie puede ponerles la mano encima; es entonces que la autoridad se va contra los concesionarios, que están siempre entre la espada y la pared…

A FIN DE CUENTAS, las cosas se quedan igual: los choferes honorables, porque los hay, que son de oficio, que siempre han sido ruleteros, no se distinguen en ese gran grupo de los sinvergüenzas, de los cuales no hay un padrón; puede que exista una lista de choferes deshonestos, pero no es propiamente un registro, que pueda servir de base para su contratación; de eso “se valen” muchos, para robar al concesionario, y es tan frecuente, que llega el momento en que este desiste de acudir a presentar denuncia, porque sale más caro el caldo que las albóndigas…

PERO DE QUE HAY anarquía en ese sector, la hay. Por algo el propio gobierno prefiere no escarbarle, y hace como que hace, pero sin resolver el problema, que tiene muchas aristas. Por eso opta, mejor, por dejar que se combatan unos a otros, y que en la calle rija la ley de la oferta y la demanda entre los de “plataforma” y los de “color” -aunque quienes pierden sean los segundos, porque a ellos sí se les sanciona si se exceden un peso-  pero, sobre todo, se perjudica a los usuarios que no pueden pagar un transporte  “fifí”…

¿Y SI EL GOBIERNO escuchara, directamente, a los concesionarios?...

TEMA 3.- “MI NEGRO DEL alma, te juites p’al norte, dejates las siembras por una ilusión; vendites los bueyes para el pasaporte, maldita miseria la de esta región. Con un burro flaco hicimos labranza, hicimos la escarda con un azadón; miramos al cielo con una esperanza, las nubes se fueron, como maldición” (“El Rio Bravo es charco, Gustavo López Castro)…

LAS LLUVIAS HAN SIDO siempre punto de partida, de referencia para una vida mejor: (“Lloviendo, todos nos mojamos”), los del campo y los de la ciudad dependemos de un buen “temporal” para que la economía se revitalice y sin embargo, las lluvias tienen un valor diferente para los habitantes de las zonas urbanas. ¡Ya quisiera ver a los citadinos que luego se quejan der los estropicios, sufrir la ausencia permanente de lluvias!, aunque, a decir verdad, hoy nos quejamos por la sequía, y cuando llueva nos quejaremos de la humedad…

POR ESO, QUIENES desde la ventaja de la casa, o del interior de su automóvil o la comodidad de un “café”  vemos caer la lluvia, si nos parece que “llueve a cántaros”, ya decimos que “e3stá cayendo una tromba”. ¡No sabemos lo que decimos! No sabemos lo que es una tromba, ni nos molestamos en indagarlo, cuando tenemos la explicación a la mano, si contamos con un dispositivo electrónico: teléfono móvil, computadora o cualquier otro…

¿CUÁNDO HABRÁ CAIDO una “tromba” en Aguascalientes? Ignoro, lo confieso, si alguna autoridad tiene registro de ello: lo más parecido que recuerdo, no por la magnitud sino por las características, ocurrió en la administración de Fernando Gómez Esparza y causó graves daños, sorprendentemente en un  sector muy conocido de la ciudad : la Colonia Ferronales, de casas estilo americano levantadas precisamente un siglo atrás, para los “ingenieros” que vinieron a construir los talleres rieleros…

DE ESE FENOMENO en particular hablaremos en otra ocasión, para dedicar el espacio, hoy, a las “trombas”, término que escuchamos y leemos con harta frecuencia en la actualidad, cada vez que se abate sobre la ciudad o algún sector de ella una tormenta de más o menos importantes proporciones. Es obvio que no sabemos lo que es una tromba…

RECUERDO que en mi infancia, de vacaciones en el “rancho” de los abuelos, paternos y maternos, cada verano había por lo menos una buena tormenta, algunas “con tanta agua”, que la gente del campo las describía como “culebra” o “lagarto”, y que yo buscaba entre los nubarrones que hacían oscurecer el día, mientras miraba llover y en los charcos saltar las gruesas gotas de agua, como soldaditos, uno tras otro, y ensimismado en esa búsqueda, me sorprendía un rayo, seguido del estruendo, que nos que nos hacían soltar, vibrando de temor y de emoción, la expresión que aprendimos de los mayores: “¡Jesús mil veces”!...

NUNCA ENCONTRÉ EL lagarto o la culebra de que hablaban los abuelos y los tíos, sólo recuerdo que llovía mucho y que con oportunidad corríamos a la orilla del arroyo, para ver llegar la “creciente”, con su espumoso torrente, que arrastraba todo tipo de vegetación… y animales silvestres y uno que otro doméstico, sorprendido por la corriente, como le habrá pasado a la “burra mocha” que tanto quería mi abuelo “Carlitos” –como solía decirle don Ambrosio Muñoz, de quien fue su cochero-. Mucho apreciaban aquella burra parda, porque podía llevar en su lomo con toda seguridad, a mi abuela Tula…

FUE ESA TORMENTA, extraordinariamente fuerte:  fue “una tromba”, decían unos; un “lagarto”, y la corriente se llevó a “la burra mocha” (algún coyote le arrancó, años atrás, un pedazo de oreja), la sorprendió en el llano y la hallaron días después, muy lejos del sitio en que la habían dejado, un plano extenso, la tierra de migajón escaso, pero propicio para el nacimiento de “estrellas”, una planta flores blancas que como sábana cubrían la campiña. Y era el agua, la lluvia, la que les daba vida, y que “La Mocha” ofrendó la suya, como para que siguiera lloviendo…

“¡UNA TROMBA”, DICEN ahora, y “se les llena la boca”  con esa palabra. Bien se dice que “Quien no conoce a Dios, ante cualquier  santo se hinca”…





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