Cumplió 80 Años, "está toda
operada", pero funciona rete bien
Por Matías Lozano Díaz de León
Como todas las “mujeres”, la fecha de su nacimiento no está muy definida, pero una placa en su “anatomía” indica que es de 1939 pero, si no fuera por sus líneas, que hacen evidente su madurez, nadie creería que ya es abuela. ¡Y lo es de más de cuatro!
La presidencia municipal de Aguascalientes cuida “La Abuelita” como la auténtica reliquia que es y, conscientes de su valor histórico –y sentimental-, las autoridades han rechazado ofertas incluso de Estados Unidos, de donde, sin duda llegó.
Esta motobomba o carro de bomberos se adquirió en la administración municipal de Carmelita Martín del Campo -1957-1959-, quien fuera la primera mujer en llegar a ese cargo en México.
Es una unidad International modelo 1939, y está equipada con una bomba hecha por John Bean, con capacidad de 250 galones. El primer comandante de bomberos del municipio Aguascalientes fue Eleuterio de Lara López, según se hace constar en una leyenda que muestra en su costado derecho.
De fábrica venía con una máquina de 225 centrimetros cúbicos de cilindrada –como dicen los expertos-, con bujía de capuchón N 14 y tapa “de cabeza de ladrillo”, amarilla.
De fábrica venía con una máquina de 225 centrimetros cúbicos de cilindrada –como dicen los expertos-, con bujía de capuchón N 14 y tapa “de cabeza de ladrillo”, amarilla.
Es imposible precisar los servicios que prestó la ahora “Abuelita” en aquellos años en que era la única motobomba en Aguascalientes, pero destaca su participación en el combate del incendio que acabó con los “Almacenes el Número 8”, de la esquina de Allende y Morelos, donde ahora es un museo, y en algunos de los muchos incendios que ha sufrido el Mercado Terán. También alguna vez viajó a Zacatecas, para ayudar en el combate del siniestro en un mercado de la vecina ciudad, según la inscripción en la estructura de la unidad.
En la mencionada leyenda no dice nada de que “La Abuelita” haya participado en el combate al fuego en el incendio que sufrió el Hotel Escobedo –hoy Hotel Andrea Alameda- el martes 29 de abril de 1958, pero sin duda que estuvo ahí, en la que algunos historiadores califican como la primera prueba importante para los tragahumo de Aguascalientes, que no eran otros que los mismos policías de entonces, que sin preparación alguna pero, eso sí, con un valor a toda prueba, acudían presurosos envueltos en sucias y gastadas gabardinas que vinieron “del otro lado” junto con la máquina.
Justo es mencionar que a mediados de la década de los 60, siendo gobernador el profesor Olivares Santana y presidente municipal el Dr. Francisco Guel Jiménez, primero, y luego don Juan Morales, todos los siniestros que se registraran en la ciudad de las doce de la noche a las 8 de la mañana, eran trabajo para un grupo de empleados de los talleres y otras áreas, como la de teletipos, de El Heraldo, que acudimos a la convocatoria de don Arturo Mier, a la sazón jefe de redacción de aquel diario.
En cuanto alguno de los voluntarios terminaba su trabajo, cambiaba su camisa de trabajo por la de gabardina azul y se concentraba en el “cuartel”, que era un cuarto de 4 por cuatro metros en la esquina de Alvaro Obregón y la privada Minerva, a unos metros de la calle General Barragán, sitio estratégico entonces para llegar con rapidez y facilidad a cualquier punto. Cuando había algún servicio, manejaba la máquina don Toño, un robusto mecánico que tuvo su taller en Barragán, a unos metros del “cuartel” de bomberos. Hacer sonar la campana de bronce de la unidad de bomberos cuando nos dirigíamos a algún servicio, era un orgullo que todos disputábamos.
En 1994, cuando estaba cerca de cumplir sus primeros 50 años, en la administración municipal de Fernando Gómez Esparza la motobomba fue sometida a labores de rejuvenecimiento, después de varios años de permanecer prácticamente en el abandono, sobre todo porque ya se contaba con unidades casi modernas y se consideraba oneroso gastar en su rehabilitación. No obstante, ya se empezaba a hablar de la tercera edad y quizá ello inspiró a un grupo de hombres para ponerla nuevamente en circulación.
Primero se le quitó la vetusta máquina, se le sustituyó con una de igual cilindrada, pero inclinada, de un Dodge Dart que “de carro es modelo 1979, pero 81 en camioneta” , con bujías 9 “para carro, porque 81 en camioneta, con bujías L-15 y se le instaló una bomba Koolher, más potente, que, según me dicen arregló Armando Plascencia, y le cambió los bronces y el check de alta presión; le cambiaron la caja de velocidades, se le pintó con laca, los rines, tuercas, birlos y maza fueron enviados a cromar en la planta de J. M. Romo. También le sustituyeron el diferencial y le tapizaron los asientos.
“La Abuelita” tiene un sistema de “aire acondicionado” sui géneris. Dispone de una manivela con la que se levanta la parte inferior del parabrisas para que entre aire a la cabina.
“La Abuelita” tiene “cebadores” para la medición de los niveles de temperatura, carga y presión del equipo contra incendios. La Unidad 51 que llegó después -numerada así por la motobomba que aparecía en una serie televisiva.-, ya trae medidores de mercurio.
“Nos aventamos un inventazo”, dice José de Jesús García Rosales, a quien todos recuerdan más como “El Chilaquil”. El Comandante de Bomberos era Raúl Murillo de la Rosa, el jefe de los servicios generales, el Ing. Héctor Calvillo Michaus; el jefe del taller municipal era Rubén Valenciano López, y los mecánicos, Félix Guerrero Varela y José de Jesús García.
Quienes laboraban en el taller municipal recibieron sendos reconocimientos por el trabajo realizado, y no falta el que dice que cuando la ve en la calle, tan garbosa, tan digna, “tan buenona”, se siente orgulloso de haber colaborado en su restauración. Imagine usted lo que sienten los que acudieron a cubrir algún servicio, “cortando” el aire viajando en sus estribos. ¡¿Cómo no recordarlo; cómo no presumirlo?!
1 Comentarios
.