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Cerca de 40 familias vivían sobre los árboles en La Mezquitera


Recordando la obra de Raúl Alba Lozano

Entregó la Mayor de las “Hermanas”

A Cambio de la Gran Mezquitera






Con la reubicación de muchas familias que vivían
 entre y sobre los árboles Comenzó el Programa
 de Viviendamás importante a  nivel nacional


Por el tipo de suelo no se construyó enLa Pona 
el Teatro Aguascalientes;El Gobernador Rodolfo 
Landeros decidió edificarlo en el Parque “Héroes”


¿En qué momento perdió el Gobierno la propiedad de ese predio?
 


Por Matías Lozano Díaz de León 
 www.cortandoporlozano.com


La gran mezquitera “La Pona”, que se localiza al oriente de la ciudad y que ha sido clasificada de diferentes formas en un esfuerzo por conservarla como Zona Ecológica fue durante mucho tiempo hábitat de decenas de familias que habían construido sus casas de manera precaria, entre y sobre los árboles del otrora intrincado bosque. Así me lo platicó Raúl Alba Lozano en una entrevista para El Sol del Centro en septiembre de 2006, a instancias de su Director, don Francisco Gamboa López.

Aquellas familias no eran precisamente “paracaidistas”, sino inquilinos de la señora Ma. Dolores Escobedo viuda de Pasillas, quien heredó de su madre la ex Hacienda Ojocaliente (y el sobrenombre “La Pona”) y pagaban una renta de entre 2.50 y 3:00 pesos al mes.

Fotos de Congreso Estatal de la CNOP, en 198, al que vinieron los dirigentes
nacionales a dar posesión a Raúl Alba Lozano
“Vivían como Tarzan, como hombres arbóreos”, relata Raúl Alba Lozano, a quien como dirigente estatal de la CNOP, al principio de la década de los 80s comisionó el gobernador Rodolfo Landeros para que los desalojara, ya que se pretendía edificar en esa zona el Teatro Aguascalientes, pero en cuanto se iniciaron los trabajos de cimentación, se encontraron los constructores con que las condiciones del suelo no eran propicias, por arenoso e inconsistente, y de hecho se cree que ahí debió existir un gran lago. 

 “En los árboles vivían unas 40 familias, que hacían sus viviendas entre las ramas; instalaban una tarima como a dos metros del piso, para evitar la humedad, y sobre ella construían los dormitorios, y en la parte de abajo adaptaban su cocina. Vivían muy a gusto, y tenían un sistema de veredas para comunicarse, porque era muy tupida esa área de mezquites, primorosa”.

Alba Lozano, a quien recién se le incluyó en un reconocimiento grupal del CDE del PRI, recuerda que cuando Landeros Gallegos le dio instrucciones de desalojar a los habitantes de la mezquitera, a su vez comisionó al profesor Alberto Acosta Tzec  para que levantara un censo de quienes vivían en ella, encontrando que ascendía a 40 familias, cuyos jefes se dedicaban tanto al comercio ambulante como al trabajo de la construcción.


“Me entrevisté con ellos y me granjeé su buena voluntad, se mostraron muy conscientes y conformes con salirse cuando les informé que la intención era construir ahí el Teatro Aguascalientes y al último, hasta cenopistas se hicieron”. Libre el predio, llegaron las brigadas de trabajadores y equipos, y comenzaron las excavaciones, pero pronto se encontraron con que el terreno no era firme como para hacer una obra de tal magnitud, y se clausuró la obra, porque era muy arenoso el subsuelo.



“Además, ahí está el Ojocaliente, cerquita”, refirió el entrevistado, revelando luego que, “Entonces, decidieron dejarlo para un parque”. Aquí surge la pregunta: ¡En qué momento, en el correr del tiempo “perdió” el Gobierno del Estado la propiedad de ese predio y, sobre todo, sin que los fieros ecologistas se dieran cuenta? 

Conociendo tales antecedentes, no es extraño que la defensa que la Presidencia Municipal hacía de la zona arbolada mereciese el aplauso de Raúl Alba Lozano. “Yo alabo la resolución del presidente municipal, de que se haya puesto en ese papel porque, en realidad Aguascalientes tiene muy pocos pulmones, pocos parques, y qué bueno que se vaya a aprovechar así esa mezquitera”.


Respecto de los habitantes de la arboleda, “se hicieron tan fervorosos cenopistas y priistas, que me siguieron, y hasta la fecha, nunca nos han dado la espalda”, pero preguntaban dónde irían a vivir, inquietud que Alba Lozano reportó al gobernador Landeros, a la vez que le sugirió instalarlos en un terreno de 1.5 hectáreas que la CNOP poseía rumbo al ejido Las Cumbres, pero el mandatario se opuso a fomentar el surgimiento de una colonia de casas de cartón, y decidió que se les regalara el terreno pero que además se les construyeran casas, que  habrían de pagar en abonos según lo permitiera su economía. El costo de las casas fue de 25 mil pesos.

“Yo –recuerda Raúl Alba- tenía en la CNOP las Ligas de Ingenieros, de Economistas, de Abogados, y le propuse al Ingeniero Enrique Morán hacerse cargo de la construcción de las casas, y aceptó de inmediato. A las calles les pusimos hasta nombres, los de los primeros cenopistas de Aguascalientes, como el que fue mi maestro (en la Preparatoria), Humberto Brand Sánchez y Eutimio López”.

Fue el propio Raúl Alba Lozano quien bautizó la colonia como “CNOP Oriente”, que fue la primera, la “mayor” del conjunto que iría surgiendo y que llegó a conocerse como “Las Siete hermanas”, pero que en la actualidad ya supera la veintena.  Ahí se quedaron Rosa, Laura, doña Eulalia, Jesús Alemán, y muchos otros de los que fueron sacados de la mezquitera.  

En el rancho de Raúl Alba Lozano; nos acompañaron  Sergio Candelas
 y Héctor de León, quienes ya pasaron a mejor vida.
El que dirigía aquella colonia de la arboleda, era Guadalupe Breceda, militante del entonces Partido Socialista Unificado de México. Cuando vio las casas y que todos sus compañeros se transformaron en priistas, le dijo a Raúl Alba: “Mire,  licenciado (“es que a todos nos creían licenciados): yo tengo instrucciones de mi partido de que si usted quiere, lo postulamos para diputado por el PSUM”. 

Alba Lozano refiere que nunca le han faltado invitaciones como la de Breceda, “pero nunca he sido alambrista” (al grado de haberse retirado prácticamente de toda actividad política por no estar de acuerdo en cómo se manejan quienes viven en ese ambiente, según platica), y conste que si habla de ello es porque tiene andado el camino, y nunca le han temblado las piernas para decir lo que corresponde.

Dignamente Breceda no aceptó la casa que el PRI le ofrecía junto a sus compañeros, pero con el apoyo del Lic. Joaquín Cruz Ramírez, que era el Secretario General de Gobierno, Raúl Alba le consiguió unos lotes en colonia José López Portillo, que para entonces ya estaba siendo fraccionada en los terrenos que fueran del rancho La Barranca, de la escritora Anita Brenner. 

“Ahí se inspiró todavía más Rodolfo Landeros para hacer su programa habitacional”, afirma Raúl Alba, y recuerda que la segunda de las siete “hermanas” que entregó como dirigente cenopista, fue la que se bautizó como “Colonia Progreso”, pero esa, es otra historia. 


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