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GORGONIO ESPARZA"! (El matón de Aguascalientes)

  
¡"A'I VIENE GORGONIO ESPARZA"!

(El matón de Aguascalientes)


La Pulquería “El Toro” y la 
Tienda “Los Cinco Señores”

Para su caballo, mezcal; 
para Gorgonio, tequila

MATIAS LOZANO DIAZ DE LEON


Según la Farsa para guiñol de Antonio Acevedo Escobedo estrenada el 13 de junio de 1941, y que se publicó en el Anuario de la Sociedad folklórica de México, Gorgonio Esparza estaba predestinado para “maldito” y “pantera” hasta la pared de enfrente; con su sombrero arriscado hará temblar a la gente”.

Fue Gorgonio Esparza, según la obra de Antonio Acevedo Escobedo, un matón de siete suelas que al final, después de mucho escaparse a la muerte, se halla solo, extrañando familia y amigos, porque a todos los mató, por “quítame estas pajas”, o qué se yo, y sólo, dice, le queda un sobrino muy querido, al que identifica como Pancho Díaz de León, el pintor nacido en la ciudad de Aguascalientes el 24 de septiembre de 1897, fallecido en diciembre 29 de 1975 en la ciudad de México. Fue miembro del Seminario Mexicano de Cultura y de la Academia de Artes.

Miguel Angel Castañeda "Sandrini) -qepd-
Cualquier neófito que leyera la Farsa de don Antonio Acevedo o viera la representación teatral (como ocurrió en febrero del 2009,  en ocasión del centenario de su natalicio -registrado en Aguascalientes, el 23 de enero de 1909-. Acevedo Escobedo murió en febrero de 1985), nomás de lo fantasioso, pensaría que no fue real. Pero lo fue, según el documento que me entregó Miguel Angel –Sandrini- Castañeda Delgado, y que él mismo sacó de los archivos de la parroquia del barrio donde nació Gorgonio Esparza. "Sandrini", de los mejores pitchers que ha dado Aguascalientes era destacado Genealogista.

Dice el documento, que “En la iglesia parroquial del Sr. Del Encino de la Ciudad de Aguascalientes quince de setiembre –sic- de mil ochocientos ochenta. Yo el Presbítero Manuel García, con licencia del Sr. Cura propio de esta feligresía, bautizé –sic- solemnemente, y puse los Santos Oleos a Gorgonio, que nació en esta Ciudad y Parroquia en la plaza del Encino el día nueve del corriente a las cuatro de la tarde, hijo legitimo de Manuel Esparza y de Cipriana Calvillo, abuelos paternos: Isidro Esparza y Antonia Rosales, maternos: Encarnación Calvillo y  Daría Delgado. Padrinos: Gregorio Mesas y Saturnina Esparza a quienes advertí sus obligaciones y parentesco espiritual y en constancia lo firmé con el Sr. Cura”. Firman Justo Ramírez Manuel de J. García.

Insinúa Acevedo, que Gorgonio Esparza era protegido de los espíritus del mal. “Ya pronto conocerán las hazañas de Gorgonio; dondequiera dejará un sangriento testimonio”.

 El primer “testimonio” de lo desalmado que era Gorgonio Esparza lo ubica el autor en la taberna “El Toro”, nombre con el que ese “picadero” ha pasado a la posteridad y aparece en muchos relatos de la historia de Aguascalientes, la cual hemos logrado ampliar, con la ayuda  e información de Miguel Angel –“Sandrini”-  Castañeda y de Jesús Roberto Contreras Flores, ambos hijos del barrio del Encino.
Así, encontramos que el nombre real de la cantina era “El Hombre Libre” y que lo de “El Toro” se debió a la pintura de un burel que se hallaba en el muro exterior del local, cuya ubicación era en la esquina de la Calle San Miguel, con calle Acueducto,  300 metros al sur de la avenida Paseo de la Cruz, frontera que es precisamente, de los Barrios La Salud y El Encino.

Dice Acevedo en su obra ¡Ya viene Gorgonio Esparza”, que en tal lugar –pulquería- estaban alguna vez “El Bigotes”, Macario, “Pata Seca” y Gorgonio, a la luz de un “aparato” de petróleo.  “Pata Seca” presumía de sus muchas muertes causadas como miembro de la gavilla de Juan Chávez –“yo solo, maté a los quince de una familia Maciel”-, y que Gorgonio, dirigiéndose a un músico que en ese momento entraba, le pide: “maestro cara de hule, costillas de tololoche”, que le tocara “esa canción del silencio de la noche”, que mucho le gustaba, y que casi le arranca “las de San Pedro”, lo que provocó la mofa de “Pata Seca”.  –“… Con esos gemidos hasta parece marica”.

¡Nunca hubiera hablado así “Pata Seca” a un hombre de tan pocas pulgas como Gorgonio, que pa´pronto organizó el baile, pelearía contra los tres, con la luz apagada. –“Ora, recoja sus tripas, porque ya me tropecé”. –“Válgame mi mala pata, ya no me levantaré”. Gorgonio enciende la lámpara y ve a sus tres rivales tendidos. ¡Ay, caray, tengo las manos llenas de sangre caliente!

Cuando Gorgonio llegaba a la tienda “Los Cinco Señores”, nomás tosía, y salía el tendero a ponerle una artesa (recipiente de entonces que se hacía con troncos de árbol o de palma, a la manera de las chalupas o canoas) llena de mezcal ¡para el caballo!, en tanto que a él le servía tequila.


La tienda “Los Cinco Señores”, me dijo “Sandrini”, mostrándome las páginas del libro del Lic. Gabriel Villalobos “Y a la vuelta está Triana”, se localizaba en el ángulo que forman las calles José María Chávez y Belaunzarán –en el cruce con Pimentel-, terreno al que se le cercenó una buena parte cuando ampliaron ese tramo de la entrada a la ciudad. “En contra esquina, está la tienda El Pabellón Mexicano, fundada por don Agustín Yáñez (homónimo de quien fuera Secretario de Educación Pública).

La primera vez que Gorgonio cayó preso, fue porque la autoridad descubrió en el pozo de la huerta el cuerpo de Sotera, su mujer, a la que le partió la cabeza con una piedra, porque la vio reírse con Urbano, cuñado de ella, casado con su hermana. En la cárcel, refiere Miguel Angel Castañeda, Gorgonio aprendió el oficio de zapatero, pero mató a otro preso y lo sentenciaron a muerte. Ese día, estando frente al juez, llega la “bola” (la Revolución), lo que aprovecha Gorgonio para golpear al magistrado y huir.

Miguel Angel Castañeda, quien asistió al evento conmemorativo que se realizó en la antigua calle Palmira y que desde hace varios años lleva el nombre de don Antonio Acevedo Escobedo, oyó al Notario Jesús Eduardo Martín Jáuregui platicar una anécdota atribuida a Pancho Díaz de León, en el sentido de que, estando preso Gorgonio, su papá lo llevó en una de las visitas que le hizo, a su sobrino. Incluso, el Lic.. Gabriel Villalobos dice en su libro “Y a la vuelta está Triana” –página 81, que “El maestro Díaz de León, profundamente enamorado de Triana y de sus tradiciones, desenterró de las páginas del olvido la figura de un matón del barrio, Gorgonio Esparza, y nos habló de sus fechorías… es más, hasta se manifestó sobrino de Gorgonio Esparza…”, y que “El maestro don Antonio Acevedo Escobedo recoge esta tradición con colorido y elegancia en el corrido que compuso para este matón”.

 Al final de la revuelta, según la obra teatral, se ve a Gorgonio Esparza meditando en su soledad acerca de sus malas andanzas, sin más familiares –a todos los había matado o renegaban de su parentesco- que su primo Pancho Díaz de León, y decide quitarse la vida, y no encuentra entre sus muy escasas pertenencias más herramienta, que un petardo, bajo el colchón, que sobró de las fiestas del Señor del Encino, (“se mete el petardo en la boca, lo enciende y estalla Gorgonio”.

De la pulquería “El Toro”, dice el Notario Gabriel Villalobos Ramírez en su libro, que se encontraba ubicada en la calle Acueducto, “más o menos ahí donde desemboca la calle San Miguel”, y refiere que el Lic. Manuel Varela Quezada, otro gran personaje de su tiempo, “me platicaba que estaba exactamente en la esquina sureste de esa desembocadura, pero también tengo noticias de que estuvo en la acera de enfrente de la desembocadura”. Ahí se reunían por la noche los valientes del Ojo de Agua, de La Salud y del Barrio de Triana”.

En efecto, la versión más acertada parece ser la segunda, es decir, que El Toro “estuvo en la acera de enfrente de la desembocadura”, la esquina noroeste, finca actualmente desocupada y de donde, platican los niños del barrio “salía un toro”.

Roberto Contreras Flores
Al respecto, y por indagatorias que hizo Jesús Roberto Contreras Flores, vecino de la calle Alegría, hoy huésped de una casa de atención de adultos mayores, dos de los últimos dueños de la pulquería “El Hombre Libre” ó “El Toro” fueron: un hombre llamado Antonio, quien a su vez la vendió a uno de los primeros agentes de la “Policía Secreta” –antecesora de la Policía Ministerial- que hubo en Aguascalientes, Ignacio Arellano, apodado “La Araña”, y que finalmente ese tugurio se llamó “Nacho y Tacho”, quizá por ser esos los nombres de sus propietarios.

En cuanto a la tienda “Los Cinco Señores”,  alude el autor de “Y a la vuelta está Triana”, que don Rosalío Esparza, de los viejos vecino de esa tienda, le contó a don Alejandro Topete del Valle que tal nombre era por “Jesús, María, José, Joaquín y Ana, es decir, la Sagrada Familia”. 


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