No a las intromisiones políticas en la UAA
Héctor de León
Vienen tiempos políticos y bienvenidos sean en aras de tener una democracia mejor, generalmente enturbiada por los partidos y los propios aspirantes a los cargos de elección popular. Dentro de estos vaivenes, las instituciones de educación superior se convierten en un espacio apetecible porque en ellas están concentrados miles de jóvenes, fiel de la balanza en los procesos electorales, y en el pleno derecho a votar por quien les guste, libremente, con el juicio interior de sus preferencias hacia cualquier ideología partidista.
En distintas épocas, las voces de los universitarios han salido en defensa de que se respete a los centros de cultura superior, pero sobre todo en lo que concierne a la primera y más importante institución como lo es la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Particularmente, en pocos días, se han dado varias manifestaciones a favor de que las universidades se abran libremente al rejuego político, cuando las mayorías desde siempre se han pronunciado por el respeto a los centros educativos, especialmente a la UAA por lo que representa la fuerza electoral de más de 25 mil universitarios, considerando docentes, alumnos y administrativos.
Desde luego que los principales promotores de la democracia, como un valor consustancial para la buena convivencia social, lo son las universidades, pero conviene precisar que una cuestión es la enseñanza de la ciencia política, y otra, la injerencia partidista, lo que bien sabemos afecta y lesiona los intereses fundamentales que la sociedad ha encomendado a las universidades.
En cada época, en las más de cuatro décadas que lleva de vida la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en cada administración, los rectores han salido en defensa de la institución, es por ello que el máximo órgano decisorio de la Universidad, como lo es el Consejo Universitario, ha definido perfectamente las reglas de la participación política, desde luego con la libertad absoluta que tienen los universitarios para actuar fuera de la Universidad.
El punto coincidente de los rectores que ha tenido la UAA, incluso del rector actual, Mario Andrade Cervantes, ha sido en el sentido de que las universidades han sido presas tentadores de los que quieren convertir sus enormes recursos culturales en botín de controversias ideológicas, o en respaldo de intereses políticos o económicos.
Otro punto en que se han manifestado con toda precisión, ha sido con respecto al valor de la autonomía, con el significado a que la institución no se ponga al servicio de intereses o doctrinas, y que se respete la libertad de cátedra, la libertad de administrarse como mejor le convenga a la Universidad, bajo el principio de rendir cuentas perfectamente claras del manejo de los dineros que recibe, provengan de los gobiernos federal y estatal, de ingresos propios o subsidios y ayudas extraordinarias.
Como bien se ha dicho, para crear a la UAA no se trataba de cambiar simplemente el letrero de lo que era el Instituto de Ciencias sino crear una Universidad modelo en la formación de profesionales, con el respeto amplio a sus funciones. Bienvenida la política de altura y fuera la politiquería de la UAA. (hmdeleon@terra.com.mx)
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