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Juan Manuel Rodríguez ¡60 años de periodista!!

Destello de toda una vida (y no es profeta en su tierra)


El Club Primera Plana, con un prestigio de 56 años, integrado por periodistas de larga trayectoria, hizo un reconocimiento  a su socio, el periodista aguascalentense Juan Manuel Rodríguez, por sus 60 años de trayectoria ininterrumpida en el oficio de tecleador, que inició precisamente en su natal Aguascalientes, en el año de 1955 y a los 18 años de edad como reportero cubriendo la fuente de policía para el periódico El Heraldo.

Reportero policiaco 7 años y poco más de dos como secretario de Redacción (equivalente a subdirector, cuando la máxima autoridad era el Jefe de Redacción) completaron los primeros casi 10 años, antes de trasladarse a descubrir el Distrito Federal en el otoño de1964 y pasar de suplente a prueba a reportero con base y ser comisionado, a los 18 meses de haber abandonado  su terruño a cubrir una misión que lo llevó a Sidney y Canberra, capital de Australia, con estancias en Papeete de la isla de Tahití y otras islas de Oceanía en el Pacífico.

Lo anterior se dice fácil, pero fue necesario previamente, al llegar al DF, recorrer “todas” las redacciones, infructuosamente,  excepto la de Novedades cuyo sindicato aceptó hacerle una prueba por una comisión de 3 veteranos reporteros que finalmente lo aceptaron, pero la empresa lo rechazó por conocer sus antecedentes de incipiente sindicalista en su natal Aguascalientes.

Tras conseguir suplencias (gracias a Magaleno Saldívar) en la Agencia de Noticias Informex del “Bachiller” Álvaro Gálvez y Fuentes, en cuya redacción permanecía diario de 15 a 17 horas (de 7:00 a. m. a las 24:00 p.m) esperando hacer suplencias, como reportero, redactor de noticieros de radio o tv  o encargado de telex, pero hizo tantas suplencias que fue despedido porque “cobraba tres veces más que los demás” en nómina, según dijo el propio “Bachiller”. Habló directamente con el “Bachiller” y aunque  lo reincorporó, poco después un “golpe” sindical derribó al líder del sindicato y fueron despedidos todos los suplentes, Rodríguez desde luego e incluso la esposa de uno  de los ”golpistas” al que por poco le cuesta el divorcio.

Gracias a un reportero aguascalentense de reconocida trayectoria sindicalista, Florencio Zamarripa que cubría las fuentes obreras en el recién fundado (1962) periódico “El Día”, pudo ingresar en mayo de 1965 e iniciar, no sin dificultades, el reporteo de información general.  Sin conocer la capital, la primera orden de trabajo lo llevó a consultar el directorio telefónico para saber que la secretaría de Educación Pública estaba en las calles de Argentina. “Perdone”, dijo al primer agente de tránsito que encontró:  “¿la calle de Argentina?”. Está en el zócalo, contestó. Nuevo golpecito en el hombro del oficial y, “perdone, ¿dónde está el zócalo?”.

En El Día, Rodríguez permaneció hasta 1989, un cuarto de siglo que le permitió cubrir diversas fuentes de información, incluida la Secretaría de Marina en donde, en 1968, ganó el premio al mejor artículo sobre desarrollo marítimo, que le fue entregado por el secretario de Marina, almirante Antonio Vázquez del Mercado, precisamente el 2 de octubre, lo que evitó que fuera a cubrir el acto en Tlatelolco al que había sido comisionado en su orden de trabajo, y que luego se canceló para que acudiera a recibir el premio obtenido. No cubrió ese trágico mitin (quien lo suplió, Rodolfo Rojas Zea, fue herido en esa plaza), pero sí el “bazucazo” en la Prepa Uno y algunas asamblea del CCH que siempre terminaban en balaceras.

Dentro de las diferentes fuentes de información que cubrió, una nota sobre la llegada del fuego olímpico al Valle de Anáhuac, precisamente la víspera de la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos, Rodríguez le atribuye un efecto que cambió todo su futuro dentro de la cooperativa que editaba a El Día, así como su posición en la redacción del diario.

Dolido México por la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, la llegada del fuego olímpico desde Grecia a la ciudad de los Dioses, Teotihuacan, donde pernoctaría la antorcha encendida, permitió hacer un reportaje de la impresionante ceremonia con bailables en las terrazas de la pirámide del Sol, representando al pájaro cenzontle, las aromáticas flores y el verde de los jades, que el poema náhuatl de Nezahualcóyotl,  ensalza concluyendo que ama a esos símbolos, pero “amo más a mi hermano, el hombre”.

Y el “hombre” fue el corredor que, al ritmo del teponaxtle, llegó con la antorcha olímpica para subirla a la cúspide de la pirámide de la Luna,  donde pernoctó para el siguiente día encender el fuego que iluminaría la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos en México. Esa víspera de la inauguración, en Teotihuacan significó un mensaje sublime, con el verso de Nezahualcóyotl, que México lanzó al mundo tras la dramática noche de Tlatelolco diez días antes, era lo menos que nuestro país podría enviar a las naciones de todo el mundo congregadas en nuestro suelo por las olimpiadas.

Ese artículo sobre la llegada del fuego olímpico a la Ciudad de los Dioses, Teotihuacan, la víspera de la inauguración de los XIX juegos Olímpicos en México, no sólo mereció un reconocimiento y felicitación al autor, por parte del director del diario, Enrique Ramírez y Ramírez, sino que implicó un cambio de 180 grados en la carrera periodística del reportero; al poco tiempo fue promovido primero como secretario del Consejo de Administración de la Cooperativa para llegar a ser, en el siguiente ejercicio, presidente de la propia Cooperativa. Durante 15 años ocupó los más altos cargos de la cooperativa, incluida dos veces la presidencia del Consejo.

Además,  transcurridos unos meses fue sorprendido sin previo aviso, al recibir su orden de trabajo, cuyo texto decía que “a partir de esta fecha”, 21 de julio de 1969 (no se olvida, porque ese día el hombre pisó la Luna), se haría cargo de cubrir la importante fuente informativa de la Presidencia de la República, todavía durante la administración de Gustavo Díaz Ordaz.

Sabiamente, la dirección del periódico decidió que la campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez fuera cubierta, en sus distintas etapas, por reporteros diferentes para que adquirieran experiencia y conocieran de cerca los intríngulis de una campaña presidencial. A Rodríguez correspondió cubrir la segunda etapa (después de las Baja Californias) que comprendió los estados fronterizos con EU, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Sonora, que permitió al reportero familiarizarse con el estilo personal de gobernar de Echeverría.

Para dar una idea de la forma echeverrista de gobernar sólo recordemos que, siendo ya presidente,  no le importaba recorrer el país en plena navidad o año nuevo (durmiendo los reporteros en improvisados camastros en viejas y frías escuelas con ventanales de vidrios rotos) y en otra ocasión se informó de un viaje relámpago a Guadalajara “sólo” para celebrar en el teatro Degollado el día del maestro. 

Rodríguez informó a su esposa que viajaría por la mañana y regresaría a la hora de la comida. Pero al salir de la ceremonia en el Teatro Degollado, Mauro Jiménez Lazcano, jefe de prensa de la Presidencia, indicó que viajarían al sur de Jalisco para observar los avances de una obra de vivienda. Sin embargo, se indicó que pernoctarían allá, porque la gira de trabajo continuaría. Durante 15 días los reporteros tuvieron que ir comprando ropa y valijas para seguir viajando en esa sorpresiva gira de trabajo.

Al regresar 15 días después a su casa, el reportero sólo encontró la explicación de su esposa: ”¡Se te enfrió la comida!”.

Después de 4 y medio años responsable de la información de la Presidencia de la República, que incluyó giras de trabajo a diversos países (incluida la gira mundial del presidente Echeverría de 32 días a Canadá, Inglaterra, Bélgica, Francia, Unión Soviética –incluida Siberia—y República Popular China) con entrevistas a los diversos Jefes de Estado, siguió esporádicamente viajando a África en viaje patrocinado por la ONU, Centro y Sudamérica, y,en general, logró visitar los 5 continentes.

Por septiembre de 1973, la ausencia del Jefe de Información lo llevó a ocupar ese puesto provisionalmente que al poco tiempo se convirtió en definitivo y aunque  renuente, tuvo que aceptarlo cuando se le autorizó que simultáneamente siguiera reporteando, que era lo que siempre había hecho y se negó a dejar de hacerlo.

Dos años más tarde fue designado (1975) Subdirector Técnico y de Información (ahora sí, sin reportear) y en 1977, se le consultó si aceptaría dirigir una nueva edición “un periódico dentro de otro periódico”, el tabloide Metrópoli (insertado dentro de El Día), especializado en información urbana, área hasta entonces sólo cubierta en otros periódicos por columnas o noticias aisladas confundidas dentro de la información general. Aceptó dirigirlo ¡y le dieron 15 días para diseñarlo y  para lanzarlo! Así que lo fundó, diseñó y dirigió, recibiendo un reconocimiento 5 años más tarde con el Premio “Tenochtitlan” otorgado por la Asociación de Administración Urbana, y entregado, por el presidente de la República José López Portillo en ceremonia pública especial realizada en la residencia oficial de Los Pinos en octubre de 1982.

En la ceremonia Henrique González Casanova, como presidente del jurado calificador del Premio “Tenochitlan” de Administración Urbana 1982, expresó:

”El Jurado –del cual tengo el honor de formar parte en compañía de Irene Herner, Antonio Sáenz de Miera, Raúl Sánchez Ángeles, Alberto Bailey Gutiérrez— ha determinado otorgar el premio a “La mejor labor informativa sobre administración urbana” al suplemento Metrópoli, del diario El Día, suplemento fundado por Enrique Ramírez y Ramírez y que en estos días cumple, dirigido por Juan Manuel Rodríguez, cinco años de ejemplar labor: informa, orienta, vigila, critica, opina, corrige en cuanto tiene que ver con la vida de nuestra gran ciudad, con sus servicios, con las expresiones y necesidades de sus habitantes.

“Creemos que el Instituto tiene la obligación de alentar esfuerzos como el de esta publicación, única en su género, perfectible, sí, pero de gran importancia en la vida nacional. Ojalá otros medios de comunicación en el país, impresos o electrónicos, atribuyeran decisiva importancia a la tarea de orientar y mejorar la vida urbana”.


El presidente López Portillo entregó  el Premio Tenochtitlan a Juan Manuel Rodríguez. 1982
El presidente de la República hizo entrega del reconocimiento, consistente en medalla, diploma y premio en efectivo (cien mil pesos), Juan Manuel los recibió y estrechó la mano del primer mandatario, luego al organizador del Premio Tenochtitlan, presidente del Instituto Mexicano de Administración Urbana, José Antonio Aguilar Narváez, y finalmente a la derecha del Jefe del Ejecutivo, al secretario de Gobernación, Enrique Olivares Santana.


Al estrecharle la mano a Olivares Santana, Juan Manuel le recordó, con una sola frase, la huelga en El Heraldo, que el profesor, para resolverla, había enfrentado como gobernador 18 años antes, cuando Rodríguez, sonriente, le expresó: “¿Qué tal si no hago la huelga en El Heraldo? ¡No estaría hoy aquí!”.

Se entregaron además tres menciones de honor al periodista, escritor y maestro Arturo Sotomayor, al ayuntamiento de Guadalajara por su campaña de limpieza y a la delegación Álvaro Obregón por sus películas sobre participación comunitaria.

La frase al profesor Olivares, rememoró que precisamente por el problema sindical, Rodríguez había tenido que salir de su tierra natal y buscar colocación en el DF.

Poco después, Metrópoli recibió el Premio Nacional de Periodismo “Juan Ignacio Castorena y Urzúa” en el ramo de entrevista, entregado por el Club de Periodistas el 21 de octubre de 1986, a los reporteros Enrique Ramírez, Eduardo Macías, Jaime Aguilar y Ángel Granados Velasco por haber presentado a los lectores curriculum y entrevistas de todos los candidatos de 7 partidos políticos a diputados locales, cerca de 300 entrevistas, además de croquis de los distritos, para conocimiento de los electores.

A la muerte del director, la línea editorial plural del periódico se partidizó y perdió lectores, incluso desapareció.  

Después de participar como coordinador de la mesa de redacción de El Financiero y editor de 6 suplementos regionales insertados en ese medio (1991-95), y de participar 10 años en radio y 5 en televisión en Telefórmula, fundó su periódico catorcenal “Comunal Metropolitano” que editó durante 10 años (1994-2003) en la Zona Metropolitana (DF y Edomex), Rodríguez retornó a su tierra natal para editar “Mercado Interno”, revista a todo color que distribuyó en el corredor industrial Zac-Ags-SLP-Gto-Qro-DF-Edomex y que mantuvo durante un año.

Es miembro del Club Primera Plana desde 1973, que ahora le entregó un reconocimiento por sus 60 años de ejercicio ininterrumpido en el oficio.
Ahora, ya bloguero, colabora en Cortando por Lozano.




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