Destello de toda una vida (y no es profeta en su tierra)

Reportero policiaco 7 años y poco más de dos como secretario
de Redacción (equivalente a subdirector, cuando la máxima autoridad era el Jefe
de Redacción) completaron los primeros casi 10 años, antes de trasladarse a
descubrir el Distrito Federal en el otoño de1964 y pasar de suplente a prueba a
reportero con base y ser comisionado, a los 18 meses de haber abandonado su terruño a cubrir una misión que lo llevó a
Sidney y Canberra, capital de Australia, con estancias en Papeete de la isla de
Tahití y otras islas de Oceanía en el Pacífico.
Lo anterior se dice fácil, pero fue necesario
previamente, al llegar al DF, recorrer “todas” las redacciones,
infructuosamente, excepto la de
Novedades cuyo sindicato aceptó hacerle una prueba por una comisión de 3 veteranos
reporteros que finalmente lo aceptaron, pero la empresa lo rechazó por conocer
sus antecedentes de incipiente sindicalista en su natal Aguascalientes.
Tras conseguir suplencias (gracias a Magaleno
Saldívar) en la Agencia de Noticias Informex del “Bachiller” Álvaro Gálvez y
Fuentes, en cuya redacción permanecía diario de 15 a 17 horas (de 7:00 a. m. a
las 24:00 p.m) esperando hacer suplencias, como reportero, redactor de noticieros
de radio o tv o encargado de telex, pero
hizo tantas suplencias que fue despedido porque “cobraba tres veces más que los
demás” en nómina, según dijo el propio “Bachiller”. Habló directamente con el
“Bachiller” y aunque lo reincorporó, poco después un “golpe” sindical
derribó al líder del sindicato y fueron despedidos todos los suplentes, Rodríguez
desde luego e incluso la esposa de uno de
los ”golpistas” al que por poco le cuesta el divorcio.
Gracias a un reportero aguascalentense de reconocida
trayectoria sindicalista, Florencio Zamarripa que cubría las fuentes obreras en
el recién fundado (1962) periódico “El Día”, pudo ingresar en mayo de 1965 e
iniciar, no sin dificultades, el reporteo de información general. Sin conocer la capital, la primera orden de
trabajo lo llevó a consultar el directorio telefónico para saber que la
secretaría de Educación Pública estaba en las calles de Argentina. “Perdone”,
dijo al primer agente de tránsito que encontró:
“¿la calle de Argentina?”. Está en el zócalo, contestó. Nuevo golpecito
en el hombro del oficial y, “perdone, ¿dónde está el zócalo?”.
En El Día, Rodríguez permaneció hasta 1989, un cuarto
de siglo que le permitió cubrir diversas fuentes de información, incluida la
Secretaría de Marina en donde, en 1968, ganó el premio al mejor artículo sobre
desarrollo marítimo, que le fue entregado por el secretario de Marina,
almirante Antonio Vázquez del Mercado, precisamente el 2 de octubre, lo que
evitó que fuera a cubrir el acto en Tlatelolco al que había sido comisionado en
su orden de trabajo, y que luego se canceló para que acudiera a recibir el
premio obtenido. No cubrió ese trágico mitin (quien lo suplió, Rodolfo Rojas
Zea, fue herido en esa plaza), pero sí el “bazucazo” en la Prepa Uno y algunas
asamblea del CCH que siempre terminaban en balaceras.
Dentro de las diferentes fuentes de información que
cubrió, una nota sobre la llegada del fuego olímpico al Valle de Anáhuac,
precisamente la víspera de la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos, Rodríguez
le atribuye un efecto que cambió todo su futuro dentro de la cooperativa que
editaba a El Día, así como su posición en la redacción del diario.
Dolido México por la matanza del 2 de octubre en
Tlatelolco, la llegada del fuego olímpico desde Grecia a la ciudad de los
Dioses, Teotihuacan, donde pernoctaría la antorcha encendida, permitió hacer un
reportaje de la impresionante ceremonia con bailables en las terrazas de la
pirámide del Sol, representando al pájaro cenzontle, las aromáticas flores y el
verde de los jades, que el poema náhuatl de Nezahualcóyotl, ensalza concluyendo que ama a esos símbolos,
pero “amo más a mi hermano, el hombre”.
Y el “hombre” fue el corredor que, al ritmo del
teponaxtle, llegó con la antorcha olímpica para subirla a la cúspide de la
pirámide de la Luna, donde pernoctó para
el siguiente día encender el fuego que iluminaría la inauguración de los XIX
Juegos Olímpicos en México. Esa víspera de la inauguración, en Teotihuacan
significó un mensaje sublime, con el verso de Nezahualcóyotl, que México lanzó
al mundo tras la dramática noche de Tlatelolco diez días antes, era lo menos
que nuestro país podría enviar a las naciones de todo el mundo congregadas en
nuestro suelo por las olimpiadas.
Ese artículo sobre la llegada del fuego olímpico a la
Ciudad de los Dioses, Teotihuacan, la víspera de la inauguración de los XIX
juegos Olímpicos en México, no sólo mereció un reconocimiento y felicitación al
autor, por parte del director del diario, Enrique Ramírez y Ramírez, sino que
implicó un cambio de 180 grados en la carrera periodística del reportero; al
poco tiempo fue promovido primero como secretario del Consejo de Administración
de la Cooperativa para llegar a ser, en el siguiente ejercicio, presidente de
la propia Cooperativa. Durante 15 años ocupó los más altos cargos de la
cooperativa, incluida dos veces la presidencia del Consejo.
Además, transcurridos unos meses fue sorprendido sin
previo aviso, al recibir su orden de trabajo, cuyo texto decía que “a partir de
esta fecha”, 21 de julio de 1969 (no se olvida, porque ese día el hombre pisó
la Luna), se haría cargo de cubrir la importante fuente informativa de la
Presidencia de la República, todavía durante la administración de Gustavo Díaz
Ordaz.
Sabiamente, la dirección del periódico decidió que la
campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez fuera cubierta, en sus
distintas etapas, por reporteros diferentes para que adquirieran experiencia y
conocieran de cerca los intríngulis de una campaña presidencial. A Rodríguez
correspondió cubrir la segunda etapa (después de las Baja Californias) que
comprendió los estados fronterizos con EU, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua,
Coahuila y Sonora, que permitió al reportero familiarizarse con el estilo
personal de gobernar de Echeverría.
Para dar una idea de la forma echeverrista de gobernar sólo recordemos que, siendo ya presidente, no le importaba recorrer el país en plena
navidad o año nuevo (durmiendo los reporteros en improvisados camastros en
viejas y frías escuelas con ventanales de vidrios rotos) y en otra ocasión se
informó de un viaje relámpago a Guadalajara “sólo” para celebrar en el teatro
Degollado el día del maestro.
Rodríguez informó a su esposa que viajaría por la
mañana y regresaría a la hora de la comida. Pero al salir de la ceremonia en el
Teatro Degollado, Mauro Jiménez Lazcano, jefe de prensa de la Presidencia,
indicó que viajarían al sur de Jalisco para observar los avances de una obra de
vivienda. Sin embargo, se indicó que pernoctarían allá, porque la gira de trabajo
continuaría. Durante 15 días los reporteros tuvieron que ir comprando ropa y
valijas para seguir viajando en esa sorpresiva gira de trabajo.
Al regresar 15 días después a su casa, el reportero
sólo encontró la explicación de su esposa: ”¡Se te enfrió la comida!”.
Después de 4 y medio años responsable de la
información de la Presidencia de la República, que incluyó giras de trabajo a
diversos países (incluida la gira mundial del presidente Echeverría de 32 días
a Canadá, Inglaterra, Bélgica, Francia, Unión Soviética –incluida Siberia—y
República Popular China) con entrevistas a los diversos Jefes de Estado, siguió
esporádicamente viajando a África en viaje patrocinado por la ONU, Centro y
Sudamérica, y,en general, logró visitar los 5 continentes.
Por septiembre de 1973, la ausencia del Jefe de
Información lo llevó a ocupar ese puesto provisionalmente que al poco tiempo se
convirtió en definitivo y aunque
renuente, tuvo que aceptarlo cuando se le autorizó que simultáneamente
siguiera reporteando, que era lo que siempre había hecho y se negó a dejar de
hacerlo.
Dos años más tarde fue designado (1975) Subdirector
Técnico y de Información (ahora sí, sin reportear) y en 1977, se le consultó si
aceptaría dirigir una nueva edición “un periódico dentro de otro periódico”, el
tabloide Metrópoli (insertado dentro de El Día), especializado en información
urbana, área hasta entonces sólo cubierta en otros periódicos por columnas o
noticias aisladas confundidas dentro de la información general. Aceptó
dirigirlo ¡y le dieron 15 días para diseñarlo y
para lanzarlo! Así que lo fundó, diseñó y dirigió, recibiendo un
reconocimiento 5 años más tarde con el Premio “Tenochtitlan” otorgado por la
Asociación de Administración Urbana, y entregado, por el presidente de la
República José López Portillo en ceremonia pública especial realizada en la
residencia oficial de Los Pinos en octubre de 1982.
En la ceremonia Henrique González Casanova, como
presidente del jurado calificador del Premio “Tenochitlan” de Administración
Urbana 1982, expresó:
”El Jurado –del cual tengo el honor de formar parte en
compañía de Irene Herner, Antonio Sáenz de Miera, Raúl Sánchez Ángeles, Alberto
Bailey Gutiérrez— ha determinado otorgar el premio a “La mejor labor
informativa sobre administración urbana” al suplemento Metrópoli, del diario El Día, suplemento fundado por Enrique Ramírez y Ramírez
y que en estos días cumple, dirigido por Juan Manuel Rodríguez, cinco
años de ejemplar labor: informa, orienta, vigila, critica, opina, corrige en
cuanto tiene que ver con la vida de nuestra gran ciudad, con sus servicios, con
las expresiones y necesidades de sus habitantes.
“Creemos que el Instituto tiene la obligación de
alentar esfuerzos como el de esta publicación, única en su género, perfectible,
sí, pero de gran importancia en la vida nacional. Ojalá otros medios de
comunicación en el país, impresos o electrónicos, atribuyeran decisiva importancia
a la tarea de orientar y mejorar la vida urbana”.
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El presidente de la República hizo entrega del
reconocimiento, consistente en medalla, diploma y premio en efectivo (cien mil
pesos), Juan Manuel los recibió y estrechó la mano del primer mandatario, luego
al organizador del Premio Tenochtitlan, presidente
del Instituto Mexicano de Administración Urbana, José Antonio Aguilar Narváez,
y finalmente a la derecha del Jefe del Ejecutivo, al secretario de Gobernación,
Enrique Olivares Santana.
Al estrecharle la mano a Olivares Santana, Juan Manuel
le recordó, con una sola frase, la huelga en El Heraldo, que el profesor, para
resolverla, había enfrentado como gobernador 18 años antes, cuando Rodríguez,
sonriente, le expresó: “¿Qué tal si no hago la huelga en El Heraldo? ¡No estaría
hoy aquí!”.
Se entregaron además tres menciones de honor al
periodista, escritor y maestro Arturo Sotomayor, al ayuntamiento de Guadalajara
por su campaña de limpieza y a la delegación Álvaro Obregón por sus películas
sobre participación comunitaria.
La frase al profesor Olivares, rememoró que precisamente
por el problema sindical, Rodríguez había tenido que salir de su tierra natal y
buscar colocación en el DF.
Poco después, Metrópoli recibió el Premio Nacional de
Periodismo “Juan Ignacio Castorena y Urzúa” en el ramo de entrevista, entregado
por el Club de Periodistas el 21 de octubre de 1986, a los reporteros Enrique
Ramírez, Eduardo Macías, Jaime Aguilar y Ángel Granados Velasco por haber
presentado a los lectores curriculum y entrevistas de todos los candidatos de 7
partidos políticos a diputados locales, cerca de 300 entrevistas, además de
croquis de los distritos, para conocimiento de los electores.
A la muerte del director, la línea editorial plural
del periódico se partidizó y perdió lectores, incluso desapareció.
Después de participar como coordinador de la mesa de
redacción de El Financiero y editor de 6 suplementos regionales insertados en
ese medio (1991-95), y de participar 10 años en radio y 5 en televisión en
Telefórmula, fundó su periódico catorcenal “Comunal Metropolitano” que editó
durante 10 años (1994-2003) en la Zona Metropolitana (DF y Edomex), Rodríguez
retornó a su tierra natal para editar “Mercado Interno”, revista a todo color
que distribuyó en el corredor industrial Zac-Ags-SLP-Gto-Qro-DF-Edomex y que
mantuvo durante un año.
Es miembro del Club Primera Plana desde 1973, que
ahora le entregó un reconocimiento por sus 60 años de ejercicio ininterrumpido
en el oficio.
Ahora, ya bloguero, colabora en Cortando por Lozano.
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