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El Triduo Pascual Padre Gandhi



Mi querida familia, quiero compartir con ustedes una explicación breve de lo que celebramos estos días santos. Lo he tomado del papa Benedicto el miércoles santo del 2006.

Con la ayuda de los ritos sagrados del Jueves santo, del Viernes santo y de la solemne Vigilia pascual, reviviremos el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Son días que pueden volver a suscitar en nosotros un deseo más vivo de adherirnos a Cristo y de seguirlo generosamente, conscientes de que él nos ha amado hasta dar su vida por nosotros.

El Triduo pascual comienza hoy, Jueves santo, con la misa vespertina "In cena Domini", aunque por la mañana normalmente se tiene otra significativa celebración litúrgica, la misa Crismal, durante la cual todos los presbíteros de cada diócesis, congregados en torno al obispo, renuevan sus promesas sacerdotales y participan en la bendición de los óleos de los catecúmenos, de los enfermos y del Crisma.
Además también celebramos hoy, la institución del sacerdocio, el sacramento de la Eucaristía.  Y en la misma noche en que fue entregado, nos dejó el "mandamiento nuevo" del amor fraterno realizando el conmovedor gesto del lavatorio de los pies.

Este día singular, que evoca grandes misterios, concluye con la Adoración eucarística, en recuerdo de la agonía del Señor en el huerto de Getsemaní.

El Viernes santo, centrado en el misterio de la Pasión, es un día de ayuno y penitencia, totalmente orientado a la contemplación de Cristo en la cruz. En las iglesias se proclama el relato de la Pasión y resuenan las palabras del profeta Zacarías:  "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37). Y durante el Viernes santo también nosotros queremos fijar nuestra mirada en el corazón traspasado del Redentor, en el que, como escribe san Pablo, "están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3), más aún, en el que "reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9).

En el Sábado santo la Iglesia, uniéndose espiritualmente a María, permanece en oración junto al sepulcro, donde el cuerpo del Hijo de Dios yace inerte como en una condición de descanso después de la obra creadora  de la Redención, realizada con su muerte (cf. Hb 4, 1-13). Ya entrada la noche comenzará la solemne Vigilia pascual, durante la cual en cada Iglesia el canto gozoso del Gloria y del Aleluya pascual se elevará del corazón de los nuevos bautizados y de toda la comunidad cristiana, feliz porque Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte.
Sabemos que el mal no tiene la última palabra, porque quien vence es Cristo crucificado y resucitado, y su triunfo se manifiesta con la fuerza del amor misericordioso. Su resurrección nos da esta certeza:  a pesar de toda la oscuridad que existe en el mundo, el mal no tiene la última palabra.

Preparémonos con fe y devoción a vivir la alegría de las fiestas pascuales y a ejemplo de Maria vivamos el goza de la esperanza de la resurrección de Cristo. 

Coraggio Dio con noi

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