Testimonio cinematográfico de la Revolución
Héctor de León
A ciento cuatro años del inicio de la Revolución Mexicana, a estas alturas de su conmemoración, todavía cala en el ánimo de los mexicanos lo cruento que fue este suceso que todavía nos hace reflexionar y que tanto sirvió para sopesar sí este país es mejor, o si las generaciones posteriores hemos perdido el rumbo de este movimiento que enlutó a la mayoría de los hogares mexicanos.
Hace cinco días recibía como regalo un CD con una versión documental que fue editada en el año de 1961, "Epopeyas de la Revolución", gracias a la audacia cinematográfica de Jesús H. Abitia –así escribía su apellido-, y en donde se rescatan imágenes que son inolvidables. Para empezar, me quedo con cinco pasajes: 1.- La entrada triunfal de Madero a la capital de la República, luego de ganar las elecciones y dar fin a la dictadura del general Porfirio Díaz. 2.- El fusilamiento de dos cristianos –como lo fueron muertos otros miles-, ante la insensibilidad de sus victimarios. 3.- Un general Álvaro Obregón, que recién había perdido el brazo derecho en cruenta batalla, con una barba crecida, no escondía su desgracia ante las cámaras y con la mano izquierda ayudaba a un correligionario herido, para que subiera más fácilmente al vagón del ferrocarril. 4.- Un altivo, y a la vez humilde, Francisco Villa visitaba la tumba de Madero, el Presidente mártir.
En diversas familias aguascalentenses todavía se guardan recuerdos, testimonios, de los antepasados que les tocó vivir la gesta revolucionaria, y es que como argumentan algunos investigadores, la Revolución Mexicana se hizo en ferrocarril, lo que nos hace pensar en la importancia que tuvieron los talleres locales, cuando el ferrocarril tenía unos cuantos años de haber sido puesto en servicio en Aguascalientes.
Los pasajes revolucionarios son innumerables, con testimonios que han sido recogidos por investigadores y los clásicos novelistas que surgieron a la fama con sus obras magníficas, así podría mencionar a varios, pero me quedo con Mariano Azuela (Los de abajo), y Martín Luis Guzmán (La sombra del caudillo).
El documental cinematográfico ensalza especialmente a dos personajes: "Obregón es una figura extraordinaria en la historia de México, es un hombre superior, la guerra condujo al pueblo hacia la victoria y en la paz lo condujo hacia la ilustración. Villa, preso en Santiago Tlatelolco, tomó parte ya tarde de la Revolución, fugado de la cárcel, traspasó las fronteras hacia el norte y regresó con un puñado de leales hombres que atravesaron el Rio Bravo, para tomar parte en las históricas batallas de Torreón, San Pedro, Torreón y Zacatecas.
Villa no fue un visionario como Madero, no fue un predestinado como Zapata, no fue un constructor como Carranza, no fue un estratega como Obregón, pero tuvo en cambio una inteligencia natural, que aunado a un desmedido valor y un ímpetu arrasador que lo llevaron a convertirse, de un hombre histórico, a una leyenda; fue un hombre sin cultura, con una formación en la que intervinieron mil factores diversos, se alzó hasta alturas insospechadas y se convirtió en el más anárquico de los caudillos revolucionarios, porque ninguno tan contradictorio como el Centauro del Norte".
Imágenes del ayer de otros mexicanos a quienes, en parte o en mucho, les debemos este México nuestro. (hmdeleon@terra.com.mx)
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