Los periodistas de ayer (LXXX)
Seguimos con la trayectoria laboral y profesional del periodista Salvador Rodríguez López, quien ha dedicado la mayor parte de su vida informativa a prestar sus servicios en el diario El Heraldo de Aguascalientes, del cual ha sido siempre un férreo defensor porque la camiseta la ha llevado siempre bien puesta.
Y esto último se puede acreditar con muchas pruebas, porque a pesar de su carácter tan introvertido, Salvador o Chava mostró en múltiples ocasiones su lealtad a la casa editorial que lo vio nacer, crecer y desarrollarse.
Les comentaba casi al final del artículo anterior que Salvador comenzó a trabajar en la sección deportiva de El Heraldo, allá por los primeros años de la década de los ochentas del siglo pasado.
Tiempo después le llegó la oportunidad de cambiar de aires con la aparición del diario Momento que vino a revolucionar el periodismo en Aguascalientes, pues aparte de llega con un formato moderno, dinámico y novedoso, con planas y fotografías a color, su información era crítica hacia el gobierno en turno.
Fue cuando incursionó en información general, es decir, en la sección local, al lado de jóvenes reporteros y gente de experiencia como Idalia Bravo Alemany y Lázaro Cantú, ambos ya fallecidos. Salvador tuvo como directores, cada uno en su tiempo, a los licenciados Abelardo Fonseca Yerena y Jorge Varona Rodríguez.
Para Chava su estancia en el diario Momento fue de mucho aprendizaje. Por cierto, este periódico tuvo dos domicilios, primero por la avenida José María Chávez, cerca de conocida cenaduría, y posteriormente por la calle cuarta cuadra de la calle Juan de Montoro, a unos 50 metros de la esquina con la calle Cosío, donde por cierto funcionaba el diario Opinión.
Años más tarde recibió la invitación directa del entonces flamante director gerente de EL SOL DEL CENTRO, Agustín Morales Padilla, para formar parte del equipo de redacción. Sin pensarlo mucho, pues para entonces Momento estaba por desaparecer de Aguascalientes, Salvador aceptó trabajar en EL SOL.
Sin embargo, su permanencia fue efímera, poco más de un mes, pues los dirigentes sindicales pelearon su plaza al decir que tenía que ser ocupada por una persona con antecedentes laborales en esa empresa. Aunque Agustín le ofreció todo su apoyo y respaldo, Chava prefirió no inmiscuirse en problemas y presentó su renuncia. Fue en EL SOL donde conocí a Salvador, pero en ese entonces tuvimos un acercamiento de compañeros, únicamente los saludos de rigor, sin entablar más conversación, cada quien guardaba su distancia.
Él regresó como el hijo pródigo a El Heraldo de Aguascalientes, bajo la dirección del gran periodista don Leandro Martínez Bernal (QEPD). El jefe de redacción de ese diario era nada más ni nada menos que Francisco Gamboa López, quien años más tarde llegó a la dirección de EL SOL DEL CENTRO.
Nuestro personaje de hoy no volvió a la sección deportiva, se le asignaron fuentes de información general para integrarse de lleno a la sección local donde a lo largo de muchos años brilló con luz propia hasta cubrir la fuente principal: Gobierno del Estado. Y también otras más como el Congreso local, CTM, etc.
Cabe mencionar que sus actividades periodísticas las combinó siempre con su empleo como trabajador en los talleres locales de Ferrocarriles Nacionales de México, por lo que, a diario, de lunes a sábado, se despertaba a muy temprana hora para cubrir el turno de las siete de la mañana a las tres de la tarde.
Que un servidor recuerde, nunca Salvador salió hasta las 15 horas, pues ya para las 11 del día ya estaba cubriendo la agenda gubernamental y las demás áreas a su cargo, es decir, en Ferronales le daban facilidades para cumplir con su responsabilidad de reportero.
Fue precisamente en Palacio Mayor donde coincidimos Salvador Rodríguez López, Fernando Lozano Galindo y el que esto escribe, como reporteros asignados por nuestros respectivos diarios, para cubrir las actividades del Gobernador en turno y de sus funcionarios. Claro que había también otros compañeros de estaciones de radio, canales de televisión y de algunas revistas, además de corresponsales de medios nacionales, pero la principal competencia era entre los que formábamos parte de la llamada prensa escrita.
Fue en esa relación diaria donde surgió una estrecha amistad que no estuvo reñida con la rivalidad que había entre nosotros por obtener la nota exclusiva.

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