Los periodistas de ayer (LXIV)
Al referirnos a la vida profesional de Víctor M. Rodríguez García abordamos necesariamente la mejor etapa de Televisa en Aguascalientes, porque ambas historias van ligadas una de la otra. Incluso no se puede entender el trabajo periodístico de Víctor sin ligarlo al crecimiento que tuvo la televisora local.
Víctor recuerda que transmitían vía microondas desde los estudios y oficinas que estaban en el Chalet Douglas, por la calle Vázquez del Mercado, prácticamente en la zona centro de nuestra ciudad, hasta el cerro de Los Gallos -al sur de la entidad- donde estaba el transmisor con una microonda con la que se habían inaugurado las transmisiones en vivo del futbol desde fuera de México.
Precisa que se inauguró con el partido Toluca vs. América. “Esa microonda nos hizo sufrir al grado que desde México nos guiaba el ingeniero Dávila vía telefónica para centrar la señal cuando desde México nos movía”, añade.
Constantemente el equipo no quería encender hasta que el ingeniero Dávila nos dio una sugerencia: abrir la tapadera y en medio de los bulbos había una cavidad que era el alma de la microonda y meter un bolígrafo BIC, mágicamente iniciaba con un run-run hasta que se establecía la señal, explica Rodríguez García.
Con los operadores del cerro de Los Gallos nos comunicábamos vía radio de onda corta, pero tal parece que nos odiaban a todo lo que fuera el canal local de Televisa, pues para ellos solamente existían los canales de México. “Ellos eran felices viéndonos sufrir”, rememora Víctor al recordar de los problemas cotidianos que se tenían que afrontar para poder llegar al público televidente. Hubo necesidad de hacer, numerosas veces, circo, maroma y teatro, es decir, de todo o casi todo, para que la señal de Trecevisa pudiera ser vista en los aparatos receptores.
Los operadores del Cerro de los Gallos dependían fundamentalmente de las transmisiones a nivel corporativo, “por lo tanto, había que pedirles el favor de hablarles con comedimiento”.
Fue poca la labor de equipo de parte de ellos, se queja. Como dice el dicho, “el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano”, parafrasea Rodríguez García.
Para reportear y producir comerciales se tenían cámaras Betamovie y Super Betamovie. Los clientes cuando íbamos a grabar comerciales nos decían que ellos tenían una cámara igual. En ese tiempo se editaba en formato ¾ profesional.
Entre los que iniciaron en la televisora figuraba como productor Toño León, quien venía de la capital de la República Mexicana, y como reporteros: Eduardo González Jiménez, Ramón Ávila Salceda (Gigio) y Arturo Silva. Tiempo después, María de Monserrat Mendoza Brand, Mario Luis Ramos Rocha, Ángel Torres. De los iniciadores Ramón Ávila, a sus 17 años, le tocó cubrir las crónicas taurinas de la Feria Nacional de San Marcos.
“Esa Feria del año 1987 me llevó a idear el programa Hoy en la Feria, donde dábamos los pormenores de las actividades de la verbena con su gustada sección ‘Con las manos en la masa’, donde transmitíamos lo cómico e involuntario de los participantes en la fiesta primaveral, es decir, los detalles chuscos”.
En la sección de espectáculos taurina y cultural se grababa el programa en locaciones históricas y turísticas de la ciudad. Las primeras conductoras de este programa fueron Blanca Ruano y Martha Eugenia Flores (QEPD). En años subsecuentes participaron otros conductores.
Víctor sigue recordando algunos de los innumerables hechos vividos durante su permanencia en Televisa Aguascalientes. Resulta que un cliente no tenía dinero para pagar la publicidad que había contratado y que incluso ya se había difundido, pero acababa de comprar una cámara formato VHS, todavía era de las cámaras separadas de la casetera. “Estaba nueva y la aceptamos a cuenta de publicidad”, señala.
La cámara era muy plana, horizontal y sobresalía el lente, tenía buena definición y la empatábamos con las dos cámaras de estudio como la fija al centro. La apodábamos “La Ranita”, porque parecía que una rana se había posado en la base del tripié.
No podemos dejar de mencionar que Víctor contaba también con un selecto equipo de apoyo administrativo y contable, entre los que figuraba Martín Rodríguez, quien se convirtió prácticamente en su brazo derecho, pues realizaba diversas tareas, además de ser un gran agente publicitario, un verdadero gigante en la venta de publicidad.
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