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Raúl Alba Lozano, el Hijo del Gral. Villista Jesús H. Alba


Entregó la Mayor de las Hermanas

A Cambio de la Gran Mezquitera







Raúl Alba Lozano Hizo la Operación en
1982 Para Hacer el Teatro Aguascalientes 

Esa Acción dio pie al Programa de Vivienda del Gobernador Rodolfo Landeros que es ahora el de mayor importancia a nivel nacional./  Se Canceló el proyecto porque las condiciones del terreno no son propicias para la construcción.  

Por MATIAS Lozano Díaz de León
cortandoporlozano@gmail.com


La gran mezquitera que se localiza al oriente de la ciudad y que ahora está clasificada como Zona Ecológica “La Pona”, fue durante mucho tiempo hábitat de decenas de familias que habían construido sus casas de manera precaria, entre y sobre los árboles del aún ahora intrincado bosque.

Quien accionó para cambiar la calidad de vida de aquellas personas fue Raúl Alba Lozano, un hombre excepcional que incursionó en la política y el servicio público, hasta que vio “algo” que no encajaba en su forma de ser, y se refugió en su rancho, que fue lo que la Revolución le dejó a su padre, el General Jesús H, Alba, un predio en el llano donde “hasta las lagartijas necesitan usar pechera para que no se les rasgue la panza con tanta piedra”. 

Aquellas familias no eran precisamente “paracaidistas”, sino inquilinos de la señora Escobedo viuda de Pasillas, dueña entonces de la ex Hacienda Ojocaliente y que contaba entre sus propiedades esa mezquitera, y pagaban una renta de entre 2.50 y 3:00 pesos al mes.

“Vivían como Tarzan, como hombres arbóreos”, nos relataba hace algunos años Raúl Alba Lozano, a quien como dirigente estatal de la CNOP, comisionó el gobernador Rodolfo Landeros para que los desalojara, ya que se pretendía edificar en esa zona el Teatro Aguascalientes, pero en cuanto se iniciaron los trabajos de cimentación, se encontraron los constructores con que las condiciones del suelo no eran propicias, por arenoso e inconsistente, y de hecho se cree que ahí existió un lago no hace mucho.


Es el mismo Raúl Alba Lozano que ahora espera que la Presidencia Municipal acate la aprobación del Congreso del Estado y del Ayuntamiento de la Ciudad, y le ponga el nombre de su padre, el General Divisionario Jesús H. Alba a una calle de la colonia gremial, por los servicios prestados a la Patria al lado de Pancho Villa. 

 “En los árboles vivían unas 40 familias, que entre las ramas hacían sus viviendas; instalaban una tarima como a dos metros del piso, para evitar la humedad, y sobre ella construían los dormitorios, y en la parte de abajo adaptaban su cocina. Vivían muy a gusto, y tenían un sistema de veredas para comunicarse, porque era muy tupida esa área de mezquites, primorosa”.

En la plática, cuyo producto publicamos entonces en El Sol del Centro, Raúl Alba Lozano rememoraba que cuando Landeros Gallegos le dio instrucciones de desalojar a los habitantes de la mezquitera, a su vez comisionó al profesor Alberto Acosta Tzec  para levantar un censo de los pobladores, encontrando que ascendía a 40 familias, cuyos jefes se dedicaban tanto al comercio ambulante como al trabajo de la construcción.

“Me entrevisté con ellos y me granjeé su buena voluntad, se mostraron muy conscientes y conformes con salirse, cuando les informé que la intención era construir ahí el Teatro Aguascalientes, y al último, hasta cenopistas se hicieron”.

Libre el predio, llegaron las brigadas de trabajadores y equipos, y comenzaron las excavaciones, pero pronto se encontraron con que el terreno no era firme como para hacer una obra de tal envergadura, y se clausuró el proyecto, porque era muy arenoso el subsuelo.

“Además, ahí está el Ojocaliente, cerquita”, refirió el entrevistado, revelando luego que, “Entonces, decidieron dejarlo para un parque”.

Conociendo tales antecedentes, no es extraño que la defensa que la Presidencia Municipal ha hecho de la zona arbolada merezca el aplauso de Raúl Alba Lozano. “Yo alabo la resolución de la presidencia municipal, de que se haya puesto en ese plan porque, en realidad Aguascalientes tiene muy pocos pulmones, pocos parques, y que bueno que se vaya a aprovechar así esa mezquitera”.

Y, respecto de los habitantes de la arboleda, relata Raúl Alba que “se hicieron tan fervorosos cenopistas y priistas que me siguieron, y hasta la fecha, nunca nos han dado la espalda”, pero preguntaban dónde irían a vivir, inquietud que Alba Lozano reportó al gobernador Landeros, a la vez que le sugirió instalarlos en un terreno de 1.5 hectáreas que la CNOP poseía rumbo al ejido Las Cumbres, pero el mandatario se opuso a fomentar el surgimiento de una colonia de casas de cartón, y decidió que se les regalara el terreno pero que se les construyeran casas, que  habrían de pagar en abonos según lo permitiera su economía. El costo de las casas fue de 25 mil pesos.

“Yo –recuerda Raúl Alba- tenía en la CNOP las Ligas de Ingenieros, de Economistas, de Abogados, y le propuse al Ingeniero Enrique Morán hacerse cargo de la construcción de las casas, y aceptó de inmediato. A las calles les pusimos hasta nombres, los de los primeros cenopistas de Aguascalientes, como el que fue mi maestro (en la Preparatoria), Humberto Brand Sánchez y Eutimio López”.

Fue el propio Raúl Alba Lozano quien bautizó la colonia como “CNOP Oriente”, que fue la primera, la “mayor” del conjunto que iría surgiendo y que llegó a conocerse como “Las Siete hermanas”, pero que en la actualidad ya supera la veintena.   Ahí se quedaron Rosa, Laura, doña Eulalia, Jesús Alemán, y muchos otros de los que fueron sacados de la mezquitera. 

El que dirigía aquella colonia de la arboleda, era Guadalupe Breceda, militante del entonces Partido Socialista Unificado de México. Cuando vio las casas y que todos sus compañeros se transformaron en priistas, le dijo a Raúl Alba: “Mire,  licenciado (“es que a todos nos creían licenciados): yo tengo instrucciones de mi partido de que si usted quiere, lo postulamos para diputado por el PSUM”. 

Alba Lozano refiere que nunca le han faltado invitaciones como la de Breceda, “pero nunca he sido alambrista” (al grado de haberse retirado prácticamente de toda actividad política por no estar de acuerdo en cómo se manejan quienes viven en ese ambiente, según platicaba) .

Sin embargo, Breceda no aceptó la casa que el PRI le ofrecía junto a sus compañeros, por dignidad, pero con el apoyo del Lic. Joaquín Cruz Ramírez, que era el Secretario General de Gobierno, Raúl Alba le consiguió unos lotes en colonia José López Portillo, que para entonces ya estaba siendo fraccionada en los terrenos que fueran del rancho La Barranca, de la escritora Anita Brenner. 

“Ahí se inspiró todavía más Rodolfo Landeros para hacer su programa habitacional”, afirma Raúl Alba, y recuerda que la segunda de las siete “hermanas” que entregó como dirigente cenopista, fue la que se bautizó como “Colonia Progreso”, pero esa, es otra historia. 

La Mezquitera ha sufrido y medio soportado muchos embates, como también bizarras defensas de algunas administraciones municipales. Fue doña Miriam Cruz de Barberena quien, ante la amenaza de que desaparezca esa importante reserva ecológica al oriente de la ciudad, adyacente al parque recreativo “La Pona”, pugnó para la creación del Parque con ese nombre, esfuerzo que tuvo el apoyo de su esposo, el Gobernador Miguel Angel Barberena Vega.

En ese lugar donde ahora está el parque se pretendía construir el CECADE –Centro de Capacitación Deportiva-, que finalmente se ubicó en el fraccionamiento Ojocaliente Uno. Con la apertura del parque “La Pona”, logró la señora Miriam el acuerdo de que esa área recreativa podría irse extendiendo hacia el oriente, absorbiendo terreno de la reserva ecológica, la gran mezquitera, que ahí existe y que fue parte de la hacienda de Ojocaliente. 

De hecho, esa extensa superficie arbolada fue declarada “reserva ecológica” y como tal, se garantizaba su preservación como pulmón natural de la ciudad, pero mediante una iniciativa del ahora gobernador, el ingeniero Luis Armando Reynoso, que cambió el uso de suelo, quedó expuesta al desarrollo urbano. 

Como reza el dicho, “ya ni llorar es bueno”; o el otro, de que “la cabra tira al monte”. Ese terreno, abierto ya a la urbanización por iniciativa de LARF,  lo adquirió la empresa “Vivendum” y la traspasó a la empresa “Abita”, en los que supuestamente el ahora ex alcalde y ex gobernador tenía participación, y muchos juraban que ese pulmón natural desaparecería, y que cientos de árboles, no obstante estar clasificados, iban a ceder su espacio a decenas de casas; y que el pavimento sustituirá a los arroyos. 

Pero que nadie habría de extrañar la maravilla de ese lugar, porque nadie lo conoce, salvo quienes ahí vivían, entre las ramas, al igual que el caballo colorado dosalbo llamado “Guerrero”, que ahí pastaba los días en que su dueño, don Juan Avilés Ovalle no requería sus servicios para halar el carro en el que recorría la ciudad ofreciendo tierra para las macetas; no se diga la infinidad de conejos y saltarinas liebres, centenares de huilotas (“palomas tristes”) y torcazas, uno que otro pájaro carpintero, muchos gorriones y “llaneros” que, cansados de la ciudad, tornaban al campo.

Por fortuna la lucha contra la desaparición de la mezquitera, se sostiene; no serán las 30 y tantas hectáreas de superficie original las que se logre preservar; será la tercera parte, 11 hectáreas que, como las otras 22, tienen dueño, innegablemente, según explicó la Presidenta Municipal, Teresa Jiménez, en la entrevista que a principios de este agosto le hicimos en el marco de su novedoso programa 4 X 4. 

Son sólo 11 hectáreas, un tercio de la mezquitera, pero con la característica de que ya nadie podrá atentar en su contra, sino que quedan, legalmente protegidas, para disfrute por los aguascalentenses, con andadores y la infraestructura necesaria para las visitas y la convivencia. 

Este archivo puede ser publicado libremente por quien deseé, mediante los créditos correspondientes.



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