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Un festejo “en corto”, muy taurino y muy lucido

Leo Ibarra despachó un Novillo en la

Centenaria Plaza de Toros San Marcos

 
Un festejo  “en corto”, muy 
taurino y muy lucido

El valor de la palabra

En espera de que Facebook me dé permiso de subir videos retrasé la publicación del material de este evento, un festejo entre amigos en la Plaza de Toros San Marcos organizado por Pedro Julio Jiménez (el señor que mucho sabe de toros), en el que Leo Ibarra despachó, con mucho arte, un novillo del Arqui Medina...


 El picador, Miguel Cobos, un chaval de pocas arrobas y años, valiente, muy acertado para el encuentro, un puyazo en buen sitio, el novillo apretó fuerte pero lo dejó jugar con las colchonetas...

Pero, hablar de lo que pasó en la arena es cosa de Pedro Julio y dijo que lo haría, fui a su página y no hay nada aún. Yo me concreto a comentar a usted, que Alejandro Ibarra andaba tan nervioso como –me imagino- en la víspera de su boda; su esposa, Gaby Durán en cambio, se veía más serena, hechos ya a la idea de la profesión de Leo y que no queda sino apoyarlo...

¿La comida? Chicharrón en chile pasilla, carne deshebrada con papas y pimiento, y moronga. Lástima por aquellos que ni la conocen, porque es un platillo de lujo...

Por ahí se vio a Ricardo Sánchez, supervisando el movimiento; al ganadero también,  Jorge Medina, de quien debieron ser los toros lidiados en la Monumental en la corrida en que salió herido El Cejas pero que los cambiaron por los de Pancho Guerra, que no es lo mismo. Medina es Medina...

A quien esta vez no vimos asomándose ni brincándose por las casas aledañas a la plaza fue al ingeniero Carlos Lozano de la Torre, son otros tiempos; y después de la reciente operación, menos; pero estuvieron  Fernando de Luna y esposa, Alejandro Bernal, Enrique Hernández y el Pequi III, Fito Quiroz, Fernando Guel, Alfredo Ledezma, entre otros, muchos jóvenes, más bien, casi puros jóvenes, la garantía de que la afición nunca terminará..


  Entre los vapores etílicos (-ni tinto hubo, pero el agua de Jamaica hizo el efecto psicológico) escuché que para la corrida mentada regresaron al campo dos señores toros de más de 500 kilos, "porque no los aprobaron los hermanitos Adame". Me sorprendió el comentario, porque esas cosas no suelen verse en ese ambiente, ¿verdad?
 














Nos enteramos de un detalle muy significativo, que enaltece el valor de la palabra: alguien platicó que don Antonio González se había comprometido a comprar la carne del novillo a lidiar, dinero con el que se cubrirían compromisos del festejo, pero que por la gran pena que embargaba a la familia por el triste fin de su nieto, no se esperaba que recordara el compromiso; y no lo recordó, ¡porque nunca lo olvidó”, y se cerró el trato, como se tenía hablado.

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