POANAS, DURANGO; MURIÓ EN AVIONAZO.
Pedro Julio Jiménez Villaseñor
noticierotaurino.com.mx
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JORGE MORALES es un joven aficionado inquieto, interesado en ampliar sus conocimientos taurinos, apenas la semana pasada, viendo por televisión una de las corridas isidriles, salió a la charla don Carlos Arruza, derivó dicha conversación en que el llamado “Ciclón Mexicano” había doctorado a Héctor Saucedo. Me atreví a corregirle diciéndole que esa observación era nula, que lo doctoró don Fermín Rivera, Arruza lo protegía solamente. Me pidió más datos y de inmediato me fui a los recuerdos, las revistas y otros escritos, este es el resultado de lo averiguado.
HÉCTOR SAUCEDO Galindo nació el 26 de junio de 1927 en Saltillo, Coahuila, (alguna fuente da su natalidad en Ramos Arizpe del mismo estado, el equívoco, quizás, se da por el hecho de ver la luz primera en la calle de Ramos Arizpe y Mina), hijo de don Román Saucedo Aguirre y doña María Luisa Galindo, cuarto de sus hermanos, Benito, Román, que es quien lo contagia en sus gustos taurinos, José Ángel, María Luisa, Irma, Roberto Guadalupe y Baldemar.
EN 1942 se da una novilladita en el vecino Sabinas, donde el primer espada es su hermano, ahí Héctor participa resultando triunfador y nace, taurinamente hablando, quien despertaría al aficionado la ilusión de contar con un torero más de importancia. Recordemos que don Fermín Espinosa, también saltillense, estaba en el cénit de su carrera.
YA CUAJADO en las lides toreras va a Monterrey cuatro años después, el 15 de diciembre, alterna con Carmelo Torres y Rafael Osorno con astados propiedad de otro de sus protectores, don Francisco Hernández, ganadero que lidiaba como “Ibarra”, astados que pastaban de la hacienda “Noria de Ojo”, municipio de Poanas, Durango, fue ahí que vivió una de las grandes tardes de su historia al cortar 5 orejas y recibir la medalla Guadalupana.
Por cierto, es en dicha dehesa donde Héctor “coló” a sus inseparables Marcelo Acosta y Leonardo Barbosa “El Camborio” haciendo largas jornadas de tienta, Juan Hernández no requería invitación al ser hijo del anfitrión. Años después, quien hacía las tareas descritas fue Antonio Campos “El Imposible”, por aquellos años llamado con su nombre original, Carlos Moreno. Don Pancho sí hizo toreros. Los datos anteriores los conocí de viva voz de doña Luz Gurrola viuda del ganadero…
EL FUTURO del torero era prometedor, todos querían verle, contaba con infinidad de amigos, contratos pendientes, empero el destino ya le había comprado un boleto aéreo de Nogales, Sonora, hacia la llamada Sultana del Norte, Monterrey, la nave llegó a la capital regia, pero le ordenaron esperar al aterrizaje por lo que hubo de sobrevolar en círculos esperando la orden de llegar a la pista, desgraciadamente, se creé, una falla humana la derribo y el 24 de marzo de 1954, en la sierra llamada “Pandura del Oso”, pereció esa promesa que ya era una realidad.
Por cierto, que…
HÉCTOR SAUCEDO tenía un gran amigo que vivía en Lerdo, Durango, era Pepe Bautista, posteriormente radicado en Fresnillo, Zacatecas, el avión procedente de Nogales hizo una escala en Torreón, el torero habló con el capitán que le informó el paréntesis del vuelo duraría media hora, tenía tiempo, Saucedo tomó un taxi y corrió a saludar a su conocido al cual no encontró, saludo a la madre solamente, la besó y se despidió para no perder su lugar… en el avión ¡y con el destino!
Minutos después la radio daba la infausta noticia del accidente, las calles en Saltillo, aledañas a la casa de la familia Saucedo Galindo fueron invadidas, en Monterrey no se hablaba de otra cosa, era un ídolo y pedían se les hiciera el milagro de que el torero salvara la vida.
LA NOTA se confirmó y de inmediato se formaron cuadrillas de búsqueda, policía, protección civil, bomberos y amistades, se encaminaron a “Pandura del Oso”. Desgraciadamente el milagro no se hizo, el cadáver del torero estaba junto a su fundón con el juego de espadas, el cuerpo presentaba las huellas del calor provocado por el incendio del aparato, y fue, gracias a la funda dorada de uno de sus dientes, que se identificó plenamente. Existen versiones muy fuertes sobre de cómo quedó el cuerpo. No vienen al caso.
EN NOGALES había tomado el lugar de Guillermo Carvajal, alternó con Joselito Torres en la lidia de cuatro Garfias, obteniendo tres auriculares y un rabo. Esto fue el 21 de marzo del mencionado 1954.
LA PLAZA México lo arropó por vez primera el 11 de mayo de 1947, alternó con Polo Gamboa y “Curro” Ortega, novillos de Juan Aguirre, repite al siguiente domingo con “Santín”, resultando herido. Dos años después, el 27 de noviembre, don Fermín Rivera y Ricardo Torres lo convierten en matador de toros en Monterrey, plaza “El Coliseo”, toros de “Golondrinas”, el de la ceremonia llamado “Muñeco”. Debutó en la Plaza “El Toreo de Cuatro Caminos” el 3 de enero de 1954. Alternando con los diestros peninsulares Manolo Vázquez y Emilio Ortuño “Jumillano” con toros de Rancho Seco.
ME DECIA doña Luz Gurrola viuda de Hernández… “Pancho lo quería como a un hijo, en el rancho existe un cuadro de Héctor, de vez en cuando veía a mí marido entrar y escuchar algún pasodoble, discretamente sacaba su paliacate, que lo tenía bajo el sombrero, y disimuladamente secaba sus ojos, lloraba al recordarlo. Era muy sano, jugaba mucho con los niños, con Lucero mi nieta, principalmente, sé que está al lado de Dios”.
ESPERO QUE esto le dé idea aunque vaga, a Jorge Morales sobre sus dudas con Héctor Saucedo...
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