Como en el Caso de Palmira, las Autoridades
Nunca Dieron un Informe a la Ciudadanía
Primera Parte
Continuamente se registran en el
centro histórico de la ciudad de Aguascalientes percances en los que se ven
involucrados o señalados como causa principal los huecos que hay bajo las
fincas, que hablan de la existencia de cavernas que ninguna autoridad se ha
interesado nunca por investigar sus características reales. Ni siquiera se
tiene un trazo del acueducto que, se sabe, conecta la presa El Cedazo con la
fuente del jardín de El Encino y luego se bifurca hacia el centro de la ciudad,
y que es obra del hombre.
El caso más reciente es el del
derrumbe de una finca en la calle Palmira, cuando se hacían excavaciones para
construir los cimientos de la escuela de danza municipal, y que ahaora ocuàn
otras oficinas de la Presidencia Municipal de Aguascalientes. El delegado
estatal del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, Jorge Lozano, daría a conocer semanas después,
que la causa fue una caverna cuya existencia se desconocía (pero que no explica
la ignorancia de los ingenieros y arquitectos)
El 12 de mayo se cumplieron 28
años de una de las mayores tragedias ocurridas en Aguascalientes en tiempos
recientes: el derrumbe de una sección en construcción en la esquina de Vicenta
Trujillo y Colón, en lo que antes fue la finca marcada con el número 106, de la
calle Vicenta Trujillo, y que a mediados de siglo pasado tenía el número 16,
cuando la calle llevaba el nombre de Minerva)...
Extrañamente, al lugar de esta tragedia nunca ha ido nadie a llevar flores en el aniversario. El olvido de aquel acontecimiento es total.
Extrañamente, al lugar de esta tragedia nunca ha ido nadie a llevar flores en el aniversario. El olvido de aquel acontecimiento es total.
Muchas conjeturas se hicieron en
aquel entonces respecto de las causas del desplome de miles y miles de metros
cuadrados de construcción, de millares de toneladas de concreto y acero que
sepultaron vivos a 82 obreros, 14 de los cuales, se sabría días después,
murieron, y medio centenar sufrió heridas de diversa gravedad; otros
resultaron, milagrosamente, ilesos.
Poco después, en el año 2000, a 12
años de la tragedia, recogimos de un ex reportero de El Sol del Centro, el
periodista Everardo Brand Partida una hipótesis fantástica, muy acorde al
romanticismo y misticismo que envuelve al barrio de Triana, a todo lo cual no
escapa el propio Señor de El Encino, si bien el tiempo se ha encargado de dejar
en claro que ni es negro, ni es de encino ni fue encontrado en ese, el más
antiguo rumbo de la ciudad...
El jueves 12 de Mayo de 1988, al
filo de las 5 de la tarde, el ambiente se cubrió del lastimero ulular de las
sirenas de ambulancias, patrullas, carros de bomberos y unidades de auxilio de
cuantos agrupamientos de esos hay en la ciudad.
Aproximadamente a las 16:40 horas,
se vinieron abajo siete pisos de construcción, los dos inferiores, bajo el
nivel del piso de la calle, ya en uso, y los cinco superiores en proceso de
adaptación para la instalación de unidades de la empresa J.M. Romo, que
enfrentaba por esos años graves señalamientos de Roberto Díaz, el jerarca
obrero, de ocupar menores de edad sin brindarles las prestaciones legales;
motivo por el cual, según la Federación de Trabajadores de Aguascalientes,
“Chito” Romo presionaba a sus trabajadores para que no se sindicalizaran.
¡Quedaron Sepultadas 82
Personas!
Pasaron muchos minutos después del
derrumbe, para que fuera superada la confusión. El interior de la planta J.M.
Romo, que abarca toda la manzana entre Colón, Díaz de León, Vicenta Trujillo y
la calle de El Sol, quedó cubierta de polvo, principalmente los niveles
subterráneos, por lo que trabajadores y funcionarios de la fábrica no sabían
qué sucedía ni podían hacer nada por ellos mismos. Por eso se tardaron en
acudir los cuerpos de rescate, porque en la confusión se retardó el llamado de
auxilio...
En esa ocasión Canal 6 tuvo la
oportunidad de constituirse como vínculo con la sociedad de Aguascalientes, ya
que era el único medio que de momento
podía hacerlo, por la hora en que ocurrió la tragedia, y nos tocó coordinador
personalmente la labor informativa...
Las primeras imágenes del lugar
del siniestro eran aterradoras. Enormes planchas de concreto y varilla que
minutos antes eran el techo, la azotea de siete pisos de un edificio en
construcción, aparecían al nivel de la calle; lo que significaba que todo ese
volumen de escombro se había cernido sobre los pisos inferiores, sobre lo cual,
surgían las primeras especulaciones: ¡2 mil metros cuadrados de terreno y 14
mil de construcción, habían quedado reducido a escombros, sepultando –después
se sabría- a 82 personas: 32 eran empleados de J.M. Romo; 36 eran albañiles que
participaban en el detallado del edificio y 13 se encontraban de visita en el
inmueble, porque era la hora del lonche!
Cuatro días antes, el domingo 8 de
mayo, el presidente municipal, Héctor del Villar Martínez, clausuraba la Feria,
con la representación del Gobernador Miguel Angel Barberena...
Dos días antes, Silvia Avila había
encabezado la distribución de 25 mil claveles que el presidente Carlos Salinas
envió para las madres de Aguascalientes; y Augusto Gómez Villanueva (a la sazón
candidato a Senador por la vía plurinominal) andaba en campaña para diputado
federal por el 11 Distrito...
El día del derrumbe la confusión
reinó, al no disponerse de una relación fidedigna de las personas que habían
quedado atrapadas, pero se temía que todas estuvieran muertas. Sin embargo,
para asombro general comenzaron a salir sobrevivientes, por su propio pie
muchos de ellos, ilesos algunos no obstante la magnitud de la tragedia...
Centenares de ciudadanos se
unieron voluntariamente a los grupos de rescate, moviendo pesadas losas de
concreto y abriendo con ello la puerta a la salvación a muchos de los atrapados
por el derrumbe.
Al anochecer del jueves 12 de mayo
de aquel 1988, se hablaba de una cifra de 18 muertos y más de medio centenar de
heridos.
En el anfiteatro del Hospital
Hidalgo se concentraron los primeros cinco cuerpos, cuatro hombres y una mujer;
luego se aclararía que el de la joven, Laura Lorena Díaz Martín del Campo, de
16 años de edad y que vivió en calle Enrique Estrada 116, no procedía del
derrumbe, sino que había muerto camino al hospital, víctima de una congestión
alimenticia, luego de que ingirió seis tortas, según las notas policiacas.
Al día siguiente del derrumbe se
dijo que fueron 17 muertos, 57 heridos y cuatro desaparecidos. En la madrugada
del día 13, viernes, fue de buena suerte para muchos, pues fueron encontradas vivas
9 personas, que pacientemente habían esperado bajo los escombros a que los
rescatistas llegaran hasta ellos o les franquearan la salida. .
Hubo muchos héroes, lo fueron
todos los que colaboraron en el rescate. Vinieron “La Pulga”, cuya labor había
sido muy destacada apenas 3 años antes, tras los sismos en la ciudad de México.
También vino El Aguila Negra, un arquitecto de Reynosa, Tams. Que acude a donde
es necesario, cargando sobre sus espaldas todo el bagaje de equipo.
El popular teniente Lupillo
también aquí fue protagonista, y se entregó con tanta fe al rescate de las
víctimas, que sufrió inflamación de una hernia y los médicos lo mandaron a su
casa a descansar.
El día 15, -tres días después del
derrumbe, al filo de la 1:54, sacaron los dos últimos cuerpos: con el rescate
de los cadáveres de Alfonso Reyes Cruz, de 32 años de edad, que tuvo su
domicilio en calle “H” número 105, de la colonia Macías Arellano, y de Ramón
Vázquez Martínez, de 18 años, que tuvo su domicilio en Federico Montes 100, de
la Colonia Insurgentes, se dieron por concluidas las labores de rescate y se
hizo el recuento final: 14 muertos y 54 heridos.
La lista de los 14 fallecidos que
las autoridades judiciales dieron a conocer, es la siguiente:
Eugenio García García
Martín Méndez Guerrero
Ismael Castro Nájera
Guillermo Guerrero Pérez
Armando Dávila Durón
Arturo Medina Vázquez
Martín Aranda Bugarín
Juan Manuel Cuevas Reyna
Ramón Vázquez Martínez
Alfonso Reyes Cruz
Silvestre Delgadillo Flores
Ignacio Durón Méndez
Rodrigo Mireles Contreras
Javier Lara Esparza
Desde que comenzó a operar la
fábrica de muebles cromados J. M. Romo, comenzaron a levantarse voces de
protesta, porque los olores, los ruidos y otras molestias diversas alteraron la
tranquilidad del barrio.
Pero “Chito” Romo no se inmutaba,
nunca se inmutó; ni siquiera le interesó el ofrecimiento del gobernador Enrique
Olivares Santana; terreno y construcción donde él, el empresario, eligiera.
Por eso, tras el derrumbe en la
esquina de Vicenta Trujillo y Colón, cuando le preguntaron si la tragedia le
inspiraría cambiar de ubicación la planta, respondió: “¿Cambiarme? Mejor la
cierro”, y se murió y la planta sigue ahí. En el municipio Jesús María
construyeron otra planta al poco tiempo, pero es complementaria, es decir, no
es con la finalidad de cerrar la que se encuentra en el centro de esta ciudad.
Mientras se realizaba la búsqueda
de cadáveres o el rescate de sobrevivientes hubo, como sucede en todos los
casos de esa naturaleza, un enorme interés por conocer las causas del derrumbe,
y se dieron garantías de que tanto dependencias públicas -gubernamentales y
municipales-, investigarían exhaustivamente hasta hallar los motivos, y se prometió
que lo darían a conocer a la ciudadanía. Sin embargo, nunca se supo nada. Con
el paso de los días fueron sepultados los cuerpos y también el recuerdo de
aquel compromiso. ¿Por qué? ¿Qué encontraron los peritos e investigadores, que
las autoridades consideraron más conveniente ocultarlo a la población?
Años después, surge una extraña
hipótesis que nuestros lectores habrán de valorar, aunque de inicio, suena
lógica, sobre todo si se toma en consideración lo que opinaron constructores
profesionales, arquitectos e ingenieros, cuando tuvieron a la vista la magnitud
de la tragedia:
El nuevo edificio, después de la tragedia |
Las permanentes negativas de José
María Romo a cambiar la ubicación de su fábrica y las versiones que se manejan
acerca de cómo se hizo de las fincas aledañas, hasta lograr una enorme
concentración de terreno urbano, robustecen la teoría de que el verdadero
negocio del magnate de los muebles cromados era ¡la búsqueda de tesoros”.
Precisamente el terreno donde se
asentó el edificio de siete pisos que se derrumbó, tenía características muy
especiales que lo hacían susceptible de un accidente; eso lo sabían quienes le
vendieron la antigua finca a JM Romo –los hermanos Brand Partida: Jorge,
conocido médico de la localidad, y Everardo, reconocido periodista, ex
reportero de El Sol del Centro, pero el industrial no quiso escucharlos.
Una mujer había presagiado la
tragedia en Minerva 16, incluso reveló la ubicación de un tesoro y que “correría
sangre”. Continuará.
Parte II
Reveló La Médium la Ubicación del Tesoro y que “correría sangre”./ Everardo Brand Partida, testigo y
protagonista, refirió la historia./ La
fábrica absorbió muchas fincas, como la casa de José Manuel Valdés Barraza, tío
de Antonio Aguilar, y el teatro La Temperanza.
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