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Día de la Santa Cruz ¿de Cristo, o de Tláloc

El 3 de Mayo es día de fiesta para los albañiles


Asegura su Guardián que el Monumento


Está Construido Sobre un “Volcán de Aire”






Por Matías LOZANO DIAZ DE LEON

El día 3 de mayo está dedicado a La Santa Cruz, una festividad “acondicionada” por los evangelizadores que vinieron acompañando a los conquistadores, basada en ritos que los pueblos mexicanos practicaban desde mucho tiempo antes.

De hecho, para inducir a los indios a la veneración de “La Santa Cruz”, los evangelizadores partieron de lo que para aquellos significaba la cruz de Quetzalcóatl, que representa la orientación del cosmos, ya que equivale a los cuatro puntos cardinales: el norte -(Mictlámpa) -  “negro como el lugar de los muertos”; el sur -Huitztlampa, lugar espinoso- “azul como la vida que surge con el agua; el este -Tlahuizcálpa -, “amanecer, rojo como el calor del sol, y el oeste - Cihuatlámpa, lugar de las mujeres que mueren al dar a luz -, “blanco como la sabiduría experimentada de la vejez”.

 Se cree que la fiesta de la Santa Cruz tiene relación con la veneración a Tláloc - Dios de la lluvia -, que hacían los mexicas, para lo cual concurrían a los montes elevados, donde se forman las nubes que habrán de irrigar los campos de cultivo.

¿Por qué de esa suposición? Porque los albañiles, generalmente hombres del campo que emigran a las grandes ciudades y que por su escasa preparación encuentran más fácil ocuparse en la industria de la construcción, no olvidan la veneración de la cruz, e instalan el símbolo de su devoción en lo alto de las edificaciones, adornado con papeles de colores, cadenas de papel “de China” y otros diseños, que además queda, la cruz, como guardián de la obra pues ese día, 3 de mayo, los alarifes lo celebran en grande, por lo general con una parranda.

Hay lugares indígenas en México en los que la veneración de la cruz tiene significados mucho más importantes que, por ejemplo, en Aguascalientes. En Acatlán, Gro., según información recopilada, sus habitantes suben a la cima del Cerro Azul, donde se encuentra una cruz que sigue siendo un recuerdo cristiano, pero sobre todo es el punto intermedio donde se encuentran las fuerzas divinas, de arriba, con las de abajo, las del pueblo. Los habitantes de Acatlán van ahí a rezar a los vientos que habitan en lo alto de las montañas, en los manantiales y en las grutas, que son lugares sagrados, porque de ellos, los vientos, dependen buenas o malas lluvias.  

En Acatlán, Gro. –vemos en un artículo de Carlos Sandoval Linares, publicado alguna vez en el Suplemento Cultural de El Sol del Centro-, los indígenas nahoas siguen viviendo en una zona árida, con la esperanza de la lluvia del 1 de mayo al 15 de junio, porque si tarda en llegar, las semillas recién sembradas no crecerán lo suficiente y sobrevendrá el hambre.
En Aguascalientes la Santa Cruz tiene otra función, otro significado. “Es la patrona de los albañiles”, dice don Jesús Calvillo Ramírez, custodio de la Santa Cruz de los Buenos Aires, el monumento situado en el cruce de las calles General Barragán e Independencia de México. (Entrevista del 3 de mayo de 2006).


Desde tiempos inmemoriales, los albañiles rinden culto a la Santa Cruz, y no hay 3 de Mayo que no se coloque una cruz, rústica, pero elaborada con devoción y adornada con cariño, para los proteja de un accidente.

El agregado “De los Buenos Aires” se debe, según don Jesús Calvillo Ramírez, a que “el  monumento a la  Santa Cruz está construido sobre un volcán” y, por lo que sabe, y que ha ido transmitiéndose de generación en generación, había ahí una especie de “geiser”, que quedó tapado con el monumento (lo mismo se dice del lugar donde se asienta el monumento, en lo alto del Cerrito de La Cruz).
  
En cuanto a la fecha en que fue construido ese túmulo, el custodia afirma que data de 1575, es decir, prácticamente desde la fundación de la ciudad, lo que se antoja inverosímil, pero sí es lo suficientemente antiguo como para que la fecha se pierda en el tiempo.

En “El Aguascalientes que yo conocí”, situándose el autor, don Heliodoro Martínez López en 1911, escribió que la ciudad “por el lado oriente terminaba lo más poblado en la calle de Cosío, a partir de ahí todo eran huertas y adelantito corría la famosa acequia “Texas”, que llevaba los sobrantes de agua del Ojocaliente al antiguo estanque de la Cruz”.

De hecho, en la fotografía que acompañaba a este artículo se aprecia que el monolito de la Santa Cruz, que le daba nombre al estanque y que ocupaba todo lo que ahora es el fraccionamiento Primavera, y más, está en el borde de aquel vaso.

El primer guardián que tuvo el monumento a la Santa Cruz de los Buenos Aires fue don Hilario Ríos, y a su muerte, lo relevó voluntariamente, por su devoción al ícono religioso, don Pedro Calvillo Macías, inspector de coches y carros de Ferrocarriles, quien falleció a los 99 años de edad, en 1986.

Don Jesús Calvillo Ramírez, quien era representante nacional de jubilados ferrocarrileros se encontraba en la ciudad de México cuando enfermó su padre, y lo hizo venir, y en su lecho de muerte le hizo prometer que no dejaría de hacerle su fiesta a la “santa crucita”. “Y aquí estoy, cumpliendo con esa promesa que le hice a mi padre”, nos dice, a sus 85 años de edad, don Jesús.

Durante muchos años, décadas, el guardián de la Santa Cruz se hacía cargo de los gastos que su labor altruista generaban. Las cosas han cambiado, don Jesús ya no paga agua, ni luz ni mantenimiento del pequeño jardín, porque el Ayuntamiento dejó de cobrar esos servicios.

Posiblemente el monumento no reciba en todo el año más visitas que la de su guardián, quien vive enfrente, pero en la noche del 2 de mayo y todo el día 3, se ve muy concurrido. El martes muchas personas le llevaron “gallo”, amenizado por el Mariachi Los Caporales y las hermanas Yolanda y Martha Calvillo Carlos, hijas de don Jesús y de doña María del Rosario Carlos Enciso, ya fallecida. Martha trabaja en la Contaduría Mayor de Hacienda del Congreso del Estado y, al igual que Yolanda, son ahijadas de David Reynoso. El las apadrinó en su presentación artística en la Plaza de Armas en 1977.

Muchas personas cooperan para que ni la tradición ni el monumento decaigan. Ayer (3 de mayo de 2006)  prácticamente todo el día le dedicaron sus danzas a la Santa Cruz los integrantes del grupo de Matlachines Los Mayas de Aguascalientes. Desde que lo fundó don Antonio González Macías, hace 48 años, no falta el homenaje. Los que ahora forman el grupo son ya la tercera generación, según explica Antonio González Herrera, de la colonia Constitución. Son 16 los elementos, si bien, por la mañana faltaban algunos, porque estaban en la escuela, pero en la noche se incorporaron. 

Mientras platicamos con Antonio González Herrera, el “viejo de la danza”, Roberto Ponce, aprovecha para sacarse la máscara, es de látex, le cubre toda la cabeza y suda mucho. Con ese papel “les voy agarrando el paso”, dice, y algún día, pronto, seguramente, vestirá el atuendo de matlachín. Mientras tanto, les arregla los huaraches, penacho o alguna otra cosa a los danzantes, y les da agua.

Antes de retirarnos, mientras observamos que hay muchos exvotos –figuras de latón representativas de miembros y órganos humanos que han sido sanados por intercesión de la Santa Cruz, don Jesús Calvillo nos obsequia una pequeña cruz, un cordón y un minúsculo libro de oraciones. “Están benditos”, nos dice, y nos encarga saludarle “a don Francisco” (Gamboa, Director de El Sol del Centro, para quien trabajábamos entonces) y decirle que está muy agradecido por su colaboración para que esta tradición y veneración a la Santa Cruz, se mantenga viva.

Por la noche, a las 19:00 horas, se ofició misa, por parte del Pbro. Fernando de Jesús López Gutiérrez y a las 10 de la noche hubo quema de fuegos de artificio.  (Mayo 3 de 2006)


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