Chon Arvizu, Acribillado a Tiros por un Gallero
Con la Mitad de la Cuantiosa Fortuna del
Tahúr fue Modernizado el Hospital Hidalgo
“Una sala debería llevar el nombre de J. Concepción Arvizu”
Por Matías LOZANO DIAZ DE LEON
Apenas pasado el mediodía del martes 3 de
abril de 1962, “El Tívoli” de San Marcos se estremeció al escucharse cuatro
detonaciones. En las oficinas de “la jugada” quedó “bien muerto” J. Concepción
Arvizu Hernández alias “El Naco”; y
Matías - “El Güero” - Macías, abriéndose paso con el humeante revólver .38 en
su mano derecha, escapó rumbo al jardín. Nadie se atrevió a detenerlo, pues
amenazaba con matar a quien lo intentara.
“El pobre señor murió intestado y los abogados
del Gobierno opinaron, con apego a la ley, que la mitad de los bienes debería
legarse al Patronato de la Asistencia (del Hospital Hidalgo). Por el otro lado
y como familiar sólo existía una mujer, que había compartido la existencia con
el infortunado jugador por casi veinte años”.
Entre la sociedad de aquellos años circulaba
el comentario de que la mujer que recibió la mitad de aquella fortuna, la había
ganado el tahúr en una “partida de
naipes”.
“El
licenciado Salas Calvillo, entonces Secretario de Gobierno y también habilísimo
abogado hizo los arreglos pertinente y nombró albaceas a la propia viuda por
parte de los herederos y a mí por parte del
Gobierno y en representación del Patronato. Se hicieron los inventarios y se formuló la liquidación de la entonces gran fortuna, del malogrado don Chon, la que ascendió a poco más de tres millones”, relata don Heliodoro Martínez López en su libro “El Aguascalientes que yo conocí”, impreso en 1977 en los talleres de Daniel Méndez Acuña.
Gobierno y en representación del Patronato. Se hicieron los inventarios y se formuló la liquidación de la entonces gran fortuna, del malogrado don Chon, la que ascendió a poco más de tres millones”, relata don Heliodoro Martínez López en su libro “El Aguascalientes que yo conocí”, impreso en 1977 en los talleres de Daniel Méndez Acuña.
“El
Ing. Ortega (Luis Ortega Douglas, a la sazón Gobernador del Estado), habilísimo
financiero entró en pláticas con la Secretaría de Salubridad y Asistencia,
aportó el millón y medio de la herencia del occiso y obtuvo una cooperación de
tres millones más, con lo que se construyó el actual (?) edificio del Hospital.
La Secretaría de Salubridad y Asistencia fue verdaderamente espléndida; nos regaló
todo el mobiliario, hasta lujoso, pues todo el equipo de cocina era de acero
inoxidable y los carritos usados para llevar la comida caliente a los distintos
departamentos eran preciosos.
“A la inauguración del Hospital vino en
representación del C. Presidente de la República, el Secretario de Salubridad y
Asistencia, Dr. Alvarez Amézquita. En mi fuero interno siento que, por lo menos
una sala debería llevar el nombre de J. Concepción Arvizu.
“La Providencia, dicen, siempre tiene caminos
torcidos que los humanos nunca podremos entender. Una gran fortuna que con
buenas o malas artes despojó a muchos, al final de cuentas permitió construir
una gran obra que ha beneficiado a muchos”, señala don Heliodoro en su libro, y
continúa:
“Solamente y para finalizar estos datos sobre
nuestro Hospital quisiera hacer un comentario: nosotros trabajando con las
uñas, pero eso sí, con absoluta honestidad logramos hacer mucho bien. ¿Por qué
ahora manejando millones siempre tienen problemas? ¿Se habrá perdido totalmente
el sentimiento de solidaridad humana? ¿No será que nuestros jóvenes médicos
entre los cuales hay muy honrosas excepciones, olvidan que su profesión tiene
mucho de apostolado y que es más valioso salvar una vida, que llevar un signo
de pesos en la frente?”
“Ojalá
que al manejar el Hospital la Universidad se olviden nefastas actitudes
políticas y se dediquen a trabajar entusiastamente por elevar el nivel
académico de los futuros galenos, así como a mejorar su ética profesional,
cosas ambas fundamentales para que sean verdaderos médicos”, cierra don
Heliodoro Martínez López su capítulo referente al Hospital Hidalgo. Hoy, el
Hospital Hidalgo ya fue desincorporado de la Universidad Autónoma, una acción
gubernamental que no gustó, y que sigue disgustando pero a la cual se aplicó el
adagio de que “Donde manda capitán, no gobierna marinero”.
LA
MUERTE DE CONCEPCION ARVIZU
El asesinato de quien regenteaba “la jugada”,
J. Concepción Arvizu Hernández, en el último año de la administración
gubernamental del ingeniero Luis Ortega Douglas se debió, según las crónicas de
la época, a que el apodado “El Naco” no cumplió un compromiso con Matías “El
Güero” Macías (también se le daban los apellidos Jiménez y Gutiérrez), quien
era su “pastor” y hombre de confianza en el palenque, sujeto muy buscado por
los galleros de la región, dada su habilidad, para “soltar” los gallos en el
redondel, y de lo cual depende el mucho el resultado de la pelea.
En la nota sobre el crimen publicado por El
Sol del Centro, firmada por Juan José Gaytán Macías (Mac Gay), se dice que “El
Güero” Macías estuvo desde temprana hora en las oficinas de quien era conocido
como “El Naco” esperando que llegara, y en cuanto entró, al filo de las 12:30
horas, comenzó una fuerte discusión, la que terminó cuando el “pastor”
desenfundó una pistola calibre .38 e
hizo cuatro disparos contra la humanidad de Arvizu, quien quedó muerto. (Se
cree que era un revólver porque no se encontró ningún casquillo en el escenario
del crimen).
Testigos del atentado lo fueron Luis Atilano y
José María Silveti, hermano de Juan, el torero.
Luego se sabría, según el reportero de El Sol
del Centro, que J. Concepción Arvizu y “El Güero” Macías habían tenido otras
discusiones, la más reciente, el día anterior en la tienda “Repertorio Arvizu”,
propiedad del concesionario del casino,
además de las que habían sostenido por teléfono, derivadas de que “El Naco” había decidido no “rentarle” a su
empleado un día del palenque durante la Feria que se aproximaba, pese a que se
lo había prometido, y con base en lo cual “El Güero” había hecho inversiones y
conseguido los mejores “partidos”; además, no obstante que era poseedor de los
mejores gallos, se había aventurado a traer algunos de Estados Unidos, porque
quería sacarle el mayor provecho posible al día que tendría el palenque para
manejarlo como propio.
J. Concepción Arvizu Hernández tenía 65 años
de edad, era originario de León, Guanajuato, pero avecindado en Aguascalientes
desde hacía muchos años; tenía su domicilio en 5 de Mayo 425 y poseía varios
negocios e inmuebles, y se asegura que mucha gente le debía dinero, ya que
prestaba a rédito.
El homicida, Matías “El Güero” Macías
Gutiérrez ó Jiménez, según lo poco que se sabía de él, era de Los Altos de
Jalisco, sin poder precisar si de Jalostotitlán, San Miguel o San Julián.
Desde por lo menos un año antes del trágico
suceso, el Hospital Hidalgo atravesaba
por difícil situación económica, según las notas periodísticas que en ese
período aparecieron en las páginas de El Sol del Centro, por tanto, la asignación del millón y medio de
pesos proveniente de la fortuna de J. Concepción Arvizu vino a significarle un
gran alivio, y hasta para modernizar el edificio.
Tras la muerte de “El Naco”, se “hicieron” de
la “jugada” (El Casino) Manuel Bejarano y Alfonso Muñoz; luego serían
sustituidos por Jesús Ramírez, cuyo lugar a su vez ocuparía años después Sabino
Rebolledo, quien con el paso del tiempo dejaría el lugar a la dupla formada por
Enrique Mabú e Ismael Esqueda (a) “El Cántaro”, yerno este, de Lucha Villa.
CRONOLOGIA DEL HOSPITAL HIDALGO
1865: Enero 3. Diego Quijas y Escalante,
Comisario del Santo Oficio, otorga escritura pública para la construcción del
hospital (de San Juan de Dios), en las inmediaciones del templo de San José,
terrenos que ahora ocupa la escuela Rivero y Gutiérrez.
1885. Se traslada a un nuevo edificio, a
espaldas del templo de San José, construido con el patrocinio de Rosalía Monroy.
1889. Mayo 5. Se coloca la primera piedra de
la tercera sede, en la calle Galeana, siendo Gobernador don Carlos Sagredo.
1903. Se traslada a la tercera calle de
Galeana, donde hasta la fecha se encuentra, siendo Gobernador del Estado don
Carlos Sagredo, quien le dio la categoría de Hospital Civil mediante decreto
publicado el 13 de septiembre de ese año, dotándolo del correspondiente
reglamento.
(*Heliodoro
Martínez López se desempeñó cerca de año y medio como Presidente del Patronato de Asistencia del Hospital Hidalgo,
tras la renuncia del Doctor Francisco
Morones Alba)
Obviamente el Hospital Hidalgo ha
experimentado cambios inclusive de la época que refiere don Heliodoro Martínez
López)
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