UNA CIUDAD LIMPIA ES
RESPONSABILIDAD DE TODOS
"Antes de que salga el sol, con la mejor
actitud y conciencia de la grandeza de su labor, decenas de hombres y mujeres
inician su día. La mayoría de ellos, cuando las manecillas del reloj indican
que son las cinco de la mañana, tal vez antes, se visten de amarillo y azul,
toman un café caliente y un trozo de pan mientras preparan su almuerzo, y
alistan algunos pendientes en el hogar para salir con el tiempo suficiente para
encontrarse en la calle Wasco, sitio del que a partir de las siete comenzarán a
desplegarse por calles, avenidas, plazas públicas, cruceros, tianguis y
andadores de la ciudad.
Empujando su carrito, equipado con
escoba, pinzas y recogedor, 86 barrenderos del turno matutino comienzan su andar;
entre risas, bromas y buenos deseos se dispersan. Ochenta y seis corazones se
disponen a dar lo mejor en el servicio al prójimo.
Son en promedio 17 mil 192 metros
cuadrados y 66 mil 538 metros lineales los que en total recorre diariamente
este primer contingente del día; papeleando, barriendo y recogiendo todos los
desechos que indebidamente se arrojan en la vía pública. Pese a las
inclemencias del tiempo, sin importar el día de la semana, coinciden en afirmar
que el trabajo dignifica a la persona; nunca les falta una sonrisa para
compartir con aquellos que los ven, para aquellos que valoran el enorme
esfuerzo que realizan, para aquellos que los saludan, aquellos que se detienen
unos segundos a preguntarles qué tal pinta su día; y para los que no, también.
“Felicitaciones y bendiciones es lo que
mucha gente nos dice, se siente muy bonito que reconozcan el trabajo de uno.
Son principalmente turistas los que me han dicho –esta ciudad está muy limpia
por personas como usted-. En los trece años que tengo trabajando aquí me han
hecho comentarios muy positivos, pero luego también me ha pasado que se enojan
cuando les pedimos que nos dejen recoger la basura que está a sus pies o la
avientan al suelo para que nosotros la recojamos porque dicen que con sus impuestos
nos pagan; pero en general hacemos con mucho gusto nuestro trabajo”, dice Norma
Leticia Ibarra Esparza, quien tiene a su cargo la limpieza de la Plaza de la
Patria y la primera cuadra de Juan de Montoro; ella ayuda a su esposo para
sacar adelante a sus hijos, dos estudiantes de preparatoria y el más pequeño de
nivel primaria.
A las tres de la tarde concluye el turno,
regresan a la base donde ya se encuentra listo el segundo pelotón integrado por
62 barrenderos que entrarán al relevo, equipo que recorrerá las mismas
distancias y superficies pero en distintas zonas.
Como si fuera un requisito, salen con una
sonrisa y la esperanza no solo de servir sino de llevar calidad de vida a sus
familias; sueñan, planean, realizan, proponen; algunos de ellos han dedicado
tiempo para realizar sus estudios de primaria, secundaria o bachillerato, saben
que nunca es tarde.
Ejemplo de lo anterior es Guadalupe
Zamorano, quien junto con su esposo ha formado una familia unida, integrada por
tres hijos y dos hijas, tres nietos y el cuarto que en breve nacerá. “Uno de
mis hijos está estudiando en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, pronto
será Ingeniero en Sistemas Computacionales y el menor de todos está en la
prepa”.
Lupita, como comúnmente le llaman, se
levanta a las 4:45 para alistarse, dejar desayuno preparado y salir desde
Margaritas, Jesús María, una hora después y subir al camión urbano o a la combi
-lo que llegue primero-, a final de cuentas lo que importa es llegar a tiempo
al trabajo.
“A mí me gusta todo de mi trabajo, andar
en la calle me ha permitido encontrar de todo, mucha gente buena que valora
nuestro trabajo, que nos saluda, objetos de valor como dinero y hasta joyas,
pero lo mejor es que 19 años de trabajar en esto me ha dado lo necesario para
cubrir mis necesidades; aunque también hay otras cosas que no me gustan tanto,
una vez nos detuvimos otra compañera y yo, después de haber recorrido un tramo
largo, para tomar un poco de aire, pasaron unos de un carro y gritaron –ahí
llévensela, flojas-, y así a veces nos critican, que porque no limpiamos bien,
pero lo que ellos no se ponen a pensar que es la basura que la misma gente
tira. De cualquier forma yo agradezco a Dios por darme la oportunidad de
servir, así, limpiando”.
Finalmente, a las once de la noche arranca
el tercer turno, son cuatro, suben a una camioneta y se disponen a vaciar los
cestos papeleros que se ubican principalmente en paradas de camión, plazas,
jardines, calles y andadores del centro de la ciudad.
Cuatro recolectores, jefes de familia, que
igual saben de música que de las estrellas, que saben de leyendas y cuentan
historias de lo que pasa en las noches mientras la ciudad duerme, sacan bolsas
llenas y colocan nuevas, para que al concluir su jornada, justo a las seis de
la mañana, los consumidores encuentren un lugar digno para depositar sus
residuos.
Es así como los barrenderos desarrollan
su labor cada día, con el mismo esfuerzo, entrega y actitud que los compañeros
de barrido mecánico, de guardia y administrativos de la Secretaría de Servicios
Públicos, adscritos al Departamento de Aseo Público; orgullosos de servir a
Aguascalientes, el Corazón de México, desde antes de que salga el sol.
0 Comentarios