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La Virgen de Guadalupe Padre Gandhi

Muy buenos días 
mi querida familia.



Estamos en el tercer domingo del tiempo de adviento y a un día de celebrar a nuestra Señora de Guadalupe.

Todas las lecturas de este domingo están impregnadas del mismo sentimiento de alegría por la inminente venida de nuestro Salvador. La presencia del Mesías transforma la vida de la humanidad: el desierto florece y las lágrimas de los hombres se transforman en sonrisas.

El Salmo 145 expresa una sentida petición: “Ven, Señor, a salvarnos”, y luego describe cómo actúa el amor misericordioso de Dios en nuestras vidas, particularmente en las de aquellos más débiles y vulnerables, que son sus preferidos.

En su Carta, el apóstol Santiago expresa con elocuencia estos mismos sentimientos de preparación que marcan el tiempo litúrgico de Adviento: “Aguarden todos ustedes con paciencia y mantengan firme el ánimo, porque la venida del Señor está cerca”.

En el evangelio, Mateo nos presenta a Jesús que viene a salvar al hombre integral: toca las mentes y corazones de quienes lo escuchaban, y transformaba sus vidas. Era una liberación integral: del pecado y de la ignorancia, y también de los males físicos que los aquejaban.

Los preparativos de la Navidad no pueden convertirse en una rutina que repetimos cada año. Recuperemos la capacidad de sorprendernos. Que Dios Padre haya querido que su Hijo asumiera nuestra condición humana es algo inimaginable, porque significaba despojarse de los atributos de la divinidad para someterse a las contingencias propias de nuestra naturaleza: la pobreza, las enfermedades, la discriminación, la persecución de los poderosos, la comparecencia ante unos tribunales que ya habían decidido cuál era la sentencia que querían aplicar. La rutina no debe anestesiarnos. Sentados frente al pesebre y el árbol, debemos expresar nuestro agradecimiento porque la presencia del Verbo Encarnado en medio de nosotros cambió nuestra suerte.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi.

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