En lugar de competir,
deberíamos trabajar juntos
En este domingo XXVI del tiempo ordinario, en la primera lectura, Josué pide a Moisés que prohíba profetizar a Eldad y Medad porque siente que están usurpando un carisma. Pero Moisés le da una sabia respuesta: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el Espíritu del Señor”.
En el texto del evangelio, el apóstol Juan manifiesta sentimientos parecidos: “Hemos visto a uno que expulsaba los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”.
No dudamos de las buenas intenciones de Josué y del apóstol Juan. Sin embargo, no debiera mortificarnos ver que otros hermanos nuestros han sido bendecidos con los dones del Espíritu.
En lugar de competir, deberíamos trabajar juntos para así utilizar mejor los escasos recursos de que disponemos en bien de nuestros hermanos.
Debemos, dejar aún lado el celo o la envidia porque otros hacen cosas mejores que uno. Cuanta humildad nos hace falta para reconocer en los demás sus virtudes.
El mundo sería otro si cada cual pusiera al servicio de los demás lo que sabe hacer, en vez de criticar, juzgar, descalificarnos o envidiar lo que otros hacen de bueno y esto dígase en el campo de la Iglesia, de la política o de la vida social.
Buona Domenica dell Signore. Dio con noi
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