Otro aniversario y una retrospectiva
Héctor de León
En los inicios de 1968 el Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología (IACT) se vestía de gala al comenzar a impartir las primeras dos licenciaturas en Aguascalientes: Contador Público y Administración de Empresas. A pesar de ello, a los preparatorianos de entonces estas profesiones no nos llenaban el ojo; la mira estaba perfectamente dirigida hacia las principales universidades, primordialmente el enfoque mayor apuntaba a la Universidad Nacional Autónoma de México, la gloriosa UNAM. La cuestión era de prestigio, porque no era lo mismo egresar del IACT –por más blasones que tuviera-, que de la máxima casa de estudios en el país. Es más, en aquellos años ni siquiera había la certeza de que pronto naciera aquí la primera Universidad.

Nadie externo al Instituto de Ciencias imaginaba siquiera lo que ya se fraguaba en la conciencia y en el espíritu de un grupo pionero. Si se trataba de rollos, desde el centenario del Instituto en 1967, se llegó a plantear tibiamente la necesidad de que Aguascalientes contara con su primera Universidad. El propio secretario de Educación Pública, don Agustín Yáñez, revestido con la distinción de ser el enviado presidencial a los actos del centenario, alentaba las voces de un cambio educativo en Aguascalientes. Para no entrar en mayores detalles, en este acto prendió la llama de empezar a plantearse la urgencia de tener aquí una Universidad.
Con mayor pena que gloria, Aguascalientes seguía metido en sus limitadas glorias de tener los talleres de ferrocarriles, de ser un centro comercial que dominaba completamente la región; de ser el mejor productor de chile, vid, durazno, leche y carne, y otras industrias que aquí nacieron y se desarrollaron. Pero nos faltaba el pilar de la educación superior que propiciara un progreso en distintos órdenes sociales, culturales, económicos, políticos, etc.
La construcción original de una primera Universidad –la UAA, el 19 de junio de 1973-, tanto en estructura como en planta física, le vino a dar un nuevo impulso a nuestro Aguascalientes. Se abrió una gran puerta para el futuro de los jóvenes. Hace años, nuestra ciudad era casi minúscula, metida en un Estado pequeño. Nos faltaba mucho para crecer en el progreso, pero con la llegada de la Universidad y otras instituciones educativas, el horizonte cambió. Cuando el Instituto de Ciencias se convirtió en Universidad, muchos no lo creíamos. Luego vendrían otras cosas sorprendentes. (hmdeleon@terra.com.mx)
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