“ESTADÍSTICAS A PROPÓSITO DEL…
DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO (1 DE MAYO)”
Datos Nacionales
· De los 52.1 millones que constituyen la fuerza laboral activa del país, 32.4 millones son hombres y 19.7 mujeres.
· La fuerza laboral activa del país ha tenido un incremento neto de 8.3 millones de personas desde 2005; sin embargo, su crecimiento se ha desacelerado notablemente en los últimos dos años.
Un total de 13.2 millones de ocupados en el mercado laboral son trabajadores independientes al frente de su actividad económica, mientras que 33.8 millones son trabajadores subordinados remunerados (TSR)
Una proporción que se aproxima a dos terceras partes de los TSR (64.1%) no rebasa un ingreso equivalente de 3 salarios mínimos en su zona de residencia
· Desde 2005 el número total de asalariados aumentó 26.8%, mientras que la productividad laboral media, por hora y personal ocupado, crecieron 6.9% y 4.7% respectivamente en todo el período, al tiempo que el salario promedio de cotización en términos reales se incrementa 2.9 por ciento.
· Pese a que el promedio de escolaridad de las mujeres ya supera al de los hombres en la fuerza laboral, las mujeres son minoría en los puestos de perfil profesional y técnico pero, sobre todo, en aquellos en los que se ejerce supervisión y coordinación de otros trabajadores.
Introducción
El primero de mayo es una
fecha cívica en distintas naciones, desde 1889 por resolución del Congreso
Obrero de la Segunda Internacional, reunido en París, en conmemoración de las
jornadas de Chicago que tuvieron lugar tres años atrás —entre el 1 y el 4 de
mayo de 1886— cuyo objetivo era la observancia de la jornada máxima de ocho
horas. La disposición, si bien ya había ingresado a la legislación de algunos
estados de la Unión Americana, era prácticamente letra muerta, dando lugar a
movilizaciones que culminaron en dos serios enfrentamientos con la policía y,
apenas un mes después, en un juicio prácticamente sumario que condujo a la
ejecución en la horca de cinco de los líderes del movimiento. El seguimiento de
estos acontecimientos para la prensa de habla hispana, se debe a la pluma del
poeta y político independentista cubano José Martí.
En 1919 como consecuencia de los tratados de
Versalles que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial, fue creada la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), que además de impulsar
compromisos de adopción de normas, regulaciones y buenas prácticas en materia
laboral, comenzó a sentar las bases de la captación y recopilación de las estadísticas laborales en el mundo entero mediante las Conferencias Internacionales de Estadísticos de Trabajo
(CIET). El INEGI desde su fundación, ha participado de cerca en estas
conferencias, afinando y enriqueciendo así su sistema estadístico, lo que
permite en la actualidad un amplio conocimiento sobre el fenómeno laboral en
México, mismo del que aquí se ofrece una panorámica.
Población
en edad de trabajar
Desde la perspectiva de la
condición de actividad, el primer grupo que cabe identificar es la población en
edad de trabajar que, de acuerdo con la legislación actual, se establece a
partir de los quince años: 87.5 millones de personas en el país cumplen con ese
mínimo de edad. Este monto a su vez se subdivide en Población Económicamente
Activa (PEA) y Población No Económicamente Activa (PNEA). La primera da la
magnitud de la fuerza laboral del país, misma que se sitúa aproximadamente en
los 52.1 millones de personas. De esos 52.1 millones, 49.8 participan en la
generación de la oferta, bienes y servicios del país, ya sea bajo la modalidad
formal (21 millones) o informal (28.8 millones). La otra parte de la fuerza
laboral la constituyen los que, si bien no están generando oferta de bienes o
servicios, tratan de insertarse en los mercados de trabajo ejerciendo una
presión en ellos mediante la búsqueda de empleo. A este subgrupo se le designa
como desocupados (desempleados abiertos) y son alrededor de 2.3 millones.
Por su parte, la PNEA se
subdivide en la población disponible (5.8 millones) y son quienes aunque no se
encuentran buscando trabajo, no descartan la posibilidad de trabajar en el
mercado laboral (por lo que se les considera fuerza de trabajo latente o
potencial), mientras que el complemento de 29.6 millones (no disponibles) no
contempla la inserción laboral como una posibilidad por el momento, dado que
están centrados en otras prioridades (dedicarse de tiempo completo a estudiar,
atender el hogar y/o hacerse cargo del cuidado de terceros en la familia).
Fuerza de trabajo activa en
México
De los 52.1 millones que
constituyen la fuerza laboral activa del país, 32.4 millones son hombres y 19.7 mujeres.
La división actual del
trabajo entre hombres y mujeres en México, que sigue confinando a un buen
número de ellas al hogar, explica esta composición.
El promedio de edad de la
fuerza laboral activa del país es de 38.7 años, siendo ligeramente mayor para
la población masculina cuyo promedio se acerca a los 39. Por su parte, la
escolaridad promedio es de 9.6 años cursados (algo más que educación
secundaria). Llama la atención que el promedio de escolaridad de la fuerza de
trabajo activa femenil alcanza los 10 años y supera a la masculina.
Desde el año 2005 la fuerza
laboral activa ha experimentado un incremento neto de 8.3 millones de personas,
lo que significa que casi se amplió en una quinta parte a una tasa de 2.0%
anual (media geométrica). Sin embargo, cabe destacar que en los dos últimos
años de la serie, ese crecimiento prácticamente se ha detenido.
Ocupados en
el mercado laboral
Con
respecto al componente de la fuerza laboral activa específicamente inserto en
los procesos de generación de bienes y servicios, los 21 millones ya
mencionados que laboran de manera formal representan 42.2% del total de
ocupados en el país. Esta ocupación formal a su vez, combinada con los demás
factores de la producción, genera 75.2% del Producto Interno Bruto (PIB); su
contraparte informal si bien pesa más con respecto a la ocupación total
(representando cerca de 58%) genera en cambio 24.8% del PIB.
La informalidad como un todo,
se refiere a aquellos participantes en la oferta de bienes y servicios que al
hacerlo de una manera no registrada, ya sea ante la autoridad fiscal o ante la
seguridad social, no pueden participar de los beneficios y garantías
contractuales del derecho mercantil o del derecho laboral. La parte más
conspicua o visible de esa informalidad es la de micro establecimientos
esparcidos a lo largo y ancho de la vía pública en ciudades y poblados,
conocida como sector informal: por sí solo representa 27.4% de la ocupación
total y sus actividades dan cuenta de 11.3% del PIB.
Aparte del sector informal,
otras modalidades menos visibles de trabajo informal son el servicio doméstico
que contratan los hogares y quienes se dedican a la agricultura campesina de
subsistencia. Asimismo, hay un componente moderno de la informalidad conformado
por trabajadores asociados a procesos de unidades económicas formales que, sin
embargo, lo hacen bajo modalidades que no reconocen un vínculo laboral y por
ello no se les da un acceso por la vía del trabajo a la seguridad social. De
ello se hablará más adelante.
La estructura ocupacional
del país es “terciarizada”, lo que significa que el grueso se concentra ya sea
en el comercio o en las múltiples modalidades de prestación de servicios acumulando 61.6%; el resto conforma a las
manufacturas (16.0%), actividades agropecuarias y forestales (13.9%),
construcción (7.7%) e industria extractiva (0.8%).
Desde el punto de vista de la posición que se
tiene en el trabajo, casi 68% de los ocupados son trabajadores subordinados
remunerados (es decir, reconocen un jefe superior a quien rinden cuentas en su
proceso de trabajo); 26.6% son trabajadores
independientes y el resto son, en su mayoría, trabajadores auxiliares que
apoyan a sus familiares, o bien, trabajadores independientes en sus actividades
o negocios, pero sin hacerlo bajo un acuerdo pactado de remuneración monetaria.
Trabajadores
independientes
Los trabajadores
independientes o quienes emprenden y se hacen cargo de una actividad bajo su
propia iniciativa y riesgo, ascienden a 13.2 millones y se subdividen en cuentas propias, es decir,
quienes emprenden de manera individual o
apoyados con trabajo familiar, pero nunca pagando a un empleado, (84.4% de los
independientes).
El restante 15.6% son los
empleadores, quienes más allá de que acudan o no al apoyo de familiares para
conducir sus actividades, crean puestos de trabajo al incorporar en sus
procesos por lo menos a un empleado remunerado.
De los 13.2 millones que
suman cuentas propias y empleadores, casi 80%, es decir, 10.5 millones, lo hace
de manera informal: 75.2% de estos últimos encabezan micronegocios sin registro
fiscal (sector informal) y el resto encabeza unidades campesinas de subsistencia, en las cuales la producción para el
autoconsumo es uno de sus objetivos relevantes.
Trabajadores
subordinados remunerados
Los trabajadores
subordinados remunerados (TSR), suman un total de 33.8 millones de ocupados y
se subdividen en dos categorías: aquellos cuya remuneración es asalariada
(93.9% de los casos) y los ocupados que reconocen rendir cuentas a un jefe o
superior en su proceso de trabajo aunque su remuneración no sea asalariada, (como
lo puede ser el pago a destajo, los honorarios o también las comisiones). Esta
vertiente de poco más de 2 millones de trabajadores representa 6.1% de los TSR.
Desde el punto de vista de
las remuneraciones, 3.1 millones de TSR (9.3%) reciben un ingreso que no supera
el equivalente a un salario mínimo vigente en su zona de residencia.
Al sumarse
9.4 millones más, se tiene un acumulado de 12.6 millones (37.1% del total de
TSR) cuya remuneración no supera los dos salarios mínimos. Un añadido de 9.1 millones
más, acumula 21.7 millones cuyas remuneraciones no superan el equivalente a tres
salarios mínimos, magnitud de trabajadores que no queda lejos de representar
dos terceras partes del total (64.1%).
En cuanto a la condición
formal o informal bajo la cual se desempeña el trabajador, 54.0% (18.2
millones) lo hacen bajo la vertiente formal, es decir, con un vínculo
reconocido por su empleador que le permite cotizar en la seguridad social,
mientras que 46.0% (15.6 millones) laboran sin cotizar. De estos 15.6 millones,
30.1% trabajan en unidades económicas del sector informal, mientras que otro
14.5% lo hacen para hogares particulares como servicio doméstico. Sin embargo,
55.5% de los 15.6 millones son en realidad trabajadores vinculados a los
procesos de unidades económicas registradas (negocios familiares formales,
empresas, e instituciones públicas o privadas) cuya unidad empleadora no los
tiene como parte de su nómina u opera con ellos bajo una modalidad tal en la
que no cotizan como trabajadores en la seguridad social.
Salarios y productividad
El salario promedio (diario) de cotización en el
IMSS es casi 4.3 veces la magnitud del salario mínimo general en términos
reales (esto es, expresando ambos salarios en pesos de 2008 o, lo que es lo
mismo, eliminando la inflación acumulada desde ese año al presente). Si bien en
la serie que se muestra uno y otro salario parecen no conectarse antes de la
recesión de la economía mexicana de 2009, a partir de ese año la evolución en
el tiempo de uno y otro presentan trayectorias similares
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