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Los Universitarios Reconocimiento a una generación de maestros




Héctor de León

Vayamos al quid del tema: el recuerdo del medio siglo de la inauguración del edificio de la Preparatoria del Instituto de Ciencias en octubre de 1964, obliga a rendir tributo también a una generación de maestros –de los cuales ya han partido la mayoría-, porque fueron los puntales, como otros de generaciones anteriores, del prestigio que alcanzó el alma mater, la que, por otro lado, siempre se distinguió por su calidad académica.

Desde luego que es muy numerosa la lista de profesores que impartieron sus conocimientos en la década de los sesenta, en donde para no variar, el Instituto padecía del mal endémico de no disponer de un subsidio suficiente. Siempre a la quinta chilla, pagando prácticamente una miseria a los profesores, o bien suspendiendo el pago por temporadas. Ni qué decir de la falta de dineros para acondicionar las aulas, laboratorios y talleres del Instituto.

Sin embargo, para ese entonces, era un lujo que el centro educativo contara con un edificio destinado ex profeso para la Secundaria, gracias a los apoyos de la empresa de Ferrocarriles, y el nuevo edificio del Bachillerato que se acababa de inaugurar al norte de la ciudad, cuando comenzaba a levantarse el primer anillo de Circunvalación. Aguascalientes era una ciudad modesta que comenzaba con un desarrollo incipiente en ese periodo gubernamental del profesor Enrique Olivares Santana (1962-1968), que sentó las bases para modernizar a la pequeña ciudad y que tanto impulsó el crecimiento del Instituto, pero sobre todo el surgimiento de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

Si los profesores del Instituto de Ciencias conocieran hoy los sueldos y prestaciones de los que gozan los profesores de la Universidad, sufrirían un infarto fulminante, pero no, ellos hubieran preferido mantener su modestia profesional y el orgullo de ser mentores de sus jóvenes alumnos, vivir dentro de otros valores que hemos perdido ya como una sociedad constituida.

En esa generación de profesores que fortalecieron al Instituto en la década de los sesenta, nos dejaron inolvidables recuerdos e historias. Vaya un reconocimiento a la labor que hicieron el Lic. Luciano Arenas Ochoa, Ing. Salvador Castro Rivera, Ing. Efraín Cobar Lazo, Profr. Carlos Corral Chavero, Lic. Eutimio de la Serna Chávez, Lic. Juan de Luna de Loera, Ing. Diego Flota de Anda, Ing. Gonzalo González Hernández, Lic. Mauricio Gallardo Topete, Lic. Salvador Gallardo Topete.

Asimismo: Lic. Efrén González Cuéllar, Lic. Carlos González Rueda, Profr. Edmundo Macías Elías, Dr. Francisco Martínez Morones, Dr. Jesús Medellín, Lic. Alejandro Mora Barba, Ing. Enrique Morán Cruz, Sra. Elizabeth M. de Mosser, Lic. Luis Navarro Sotomayor, Profr. Antonio Olivares Rodríguez, Ing. Carlos Ortiz González, Lic. José Padilla Cambero, Ing. Adalberto Patiño Chávez, Profra. Irma Pérez Euresti, Profra. Ana María Pérez de Frank, Dr. Alfonso Pérez Romo, Dr. Salvador Ramírez Martín del Campo, Lic. Eduardo Rodríguez Laris, Ing. Eusebio Sánchez Zarzosa, Dr. Abelardo Santos, Prof. Alejandro Topete del Valle, Prof. Luis Valdivia, Ing. Benjamín Vargas Tapia, Lic. Francisco Javier Velasco Yáñez, Prof. Faustino Villalobos Chávez, y otros más cuyos nombres escapan a la memoria. Definitivamente una generación que dejó una huella profunda

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