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EL IMSS NO ES COMO LO PINTAN

Una persona de la tercera edad acudió ayer a su cita programada en la clínica 10, específicamente al consultorio #3. Como de costumbre, llegó 15 minutos antes de la hora citada bajo la advertencia de siempre: “si llega justo a la hora o después, no se le atenderá”. Al llegar, fue recibida por la secretaria del consultorio, quien, como era de esperarse, no fue ni amable ni servicial. La misma empleada le advirtió que debía actualizar su carnet de citas, una libreta proporcionada por el Seguro Social. Cabe destacar que el carnet de la usuaria no mostraba ningún deterioro que justificara un cambio, al menos en su estado físico y ante El análisis de ella, pues no fue informada debidamente cuál era el motivo para cambiarlo. La señora, que solo buscaba su revisión médica y que paga puntualmente sus cuotas al IMSS, intentó explicar que su carnet estaba en buen estado. No obstante, ante la orden de la empleada, le respondió: "Después de mi cita paso a hacer el trámite". Pero la “amable” secretaria insistió en que debía hacerlo de inmediato, argumentando que quedaba tiempo para hacerlo, pues aún quedaban tres personas antes que ella por atender, lo que dejaba claro que los turnos iban atrasados. Sin embargo, nadie parece penalizar al proveedor de salud por estos retrasos que terminan afectando a los usuarios.

Resignada, la mujer que acudió solamente a que le dijeran que su salud estaba en orden, se dirigió al área de Archivo para realizar el trámite. Allí le retirarían su carnet y le devolverían una hoja con sus datos, según le informo la “amable trabajadora". Al llegar, encontró una fila de más de ocho personas esperando ser atendidas en una de las dos ventanillas, donde los empleados del Seguro parecían tomarse su tiempo para comenzar su trabajo. Algunos de los presentes, probablemente venidos de lejos para revisión medica o padeciendo algún malestar, quiza habiendo pedido permiso en sus empleos, esperaban con impaciencia que los atendieran, ya que su tiempo era limitado. La fila no avanzó hasta que, según los comentarios de quienes estaban adelante, una empleada terminó de comer. El primer paciente fue atendido tras más de 20 minutos de espera, mientras la fila continuaba creciendo.


La mujer enfrentó entonces otro problema: era necesario presentar copias de su identificación y comprobante de domicilio para actualizar el carnet, pero no podía evitar la fila para saberlo, ya que debía esperar su turno para que pudieran accesar sus datos al sistema y solo así informarle que si, que necesitaba presentar sus copias, mmmmh que pena, nadie le advirtió que debía cargar con sus copias, ni siquiera al momento de sacar su cita le hicieron el comentario que dichos documentos eran requeridos, la visita al IMSS resulto ociosa, sin importar de donde venia o que dejo de hacer para poder acudir, a tiempo, a su cita.
Y si, al no contar con los documentos desilusionada una vez más del seguro, se vio obligada a retirarse sin poder hacer válido su derecho a la salud. Todo porque debía actualizar un carnet, que, aparentemente, no necesitaba RENOVARSE y que el IMSS no le permitió hacerlo sin cumplir con exigencias adicionales. ¿Incongruente, no lo cree usted?


Triste, molesta y frustrada, la usuaria que no pudo recibir atención médica por una absurda burocracia, optó por acudir a un médico particular. Afortunadamente ella pudo permitírselo, pero ¿qué sucede con quienes no pueden hacerlo?.
Lamentablemente, estas personas terminan con un malestar adicional a su salud al vaciar de liquido su vesícula biliar, agravado por el mal servicio del sistema de salud que presume ser uno de los mejores del mundo.
Estimado lector, ahora ya lo sabe, si planea acudir al IMSS, lleve consigo una caja llena de documentos: identificación, comprobante de domicilio, acta de nacimiento, referencias médicas y todo lo que crea que le puedan pedir con sus respectivas copias, por aquíaqu ahíi ni siquiera en eso lo asisten. Aun así, es probable que algo le falte.

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