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Al abuelo, le robaron su violonchelo



Por Madero 
Héctor Ruiz Esparza 

Aguascalientes, Ags. A 7 de septiembre de 2024 

La fuente policiaca nunca ha sido mi fuerte al igual que algunas otras, pero lo que me sucedió en días pasados no tuvo nombre, dejen les cuento: al estar entre documentos, fotografías, actas y demás escritos que atesoran y resguardan escrupulosamente en el Archivo General del Estado de Aguascalientes, su titular la doctora Dolores García Pimentel, me preguntó con voz de preocupación ¿es algo tuyo Pedro Miramontes Romo? a lo que inmediatamente le conteste, si claro es mi abuelo. 

Y ella, con una sonrisita de niña traviesa me dijo ¡! pues a tu abuelo le robaron su violonchelo¡¡ 

!! Claro esto en el año de 1912 ¡¡. 

Y como no se lo iban a robar si dejaron la puerta de la casa abierta al igual que la del zaguán. Bueno en aquel tiempo todo era romanticismo y gente muy bien educada, pero siempre han existido personas que les gusta lo ajeno y que además no les experimentan trabajar. 

Pobre de mi santo abuelo que lo visitaron los rufianes y lo dejaron sin instrumento de trabajo su violonchelo. 

Todos hablan de los abuelos como unos personajes para cuidarlos y conservarlos por muchos años, ya que sus caricias, enseñanzas, alegría, amor por la vida y por su país hizo que la estancia con ellos se llenara de gratos recuerdos. 

En mi caso no fue así, no compartí momentos con tres de ellos, solamente y un poco con el abuelo materno Pedro Miramontes Romo, su esposa o sea mi abuela materna Luisa Vázquez ya había muerto. 

Los abuelos paternos, Francisco Ruiz Esparza y Dolores López también ya habían fallecido cuando yo nací, así que con el único que conviví muy poco único fue mi abuelo Pedro. 

Me acuerdo de él con alegría y respeto, asistía a nuestra vivienda en la calle de Allende, a los desayunos de las primeras comuniones de mis hermanos. 

Mi madre me llevaba a visitarlo o para platicar con él a las afueras del Instituto de Bellas Artes, (Calle de la Merced ahora Venustiano Carranza muy cerca de la Iglesia de la Merced), en ella daba clases de solfeo y estaba a cargo de los coros de esa prestigiada escuela, en ese entonces ya estaba casado con su tercera esposa. 

También lo saludábamos en su casa de la colonia del trabajo y lo recuerdo muy bien ya que ocupaba una casa en la calle Beethoven, cuando el falleció tenía su domicilio bien lejos, eso se me hacía, allá por la Estación del Ferrocarril, donde se encuentra el estadio de Beisbol Romo Chávez. 


Mi abuelo era todo un personaje: muy buen cantante, músico por supuesto, extraordinario violinista, respetado maestro de solfeo y director de coros del antiguo Instituto de Bellas Artes al igual que de la Iglesia del Encino, además galán ya que era bien parecido y prueba de ello es que contrajo matrimonio en tres ocasiones. 

Y sobre todo muy querido por su hermano menor el compositor Arnulfo Miramontes Romo, quien le dedicó la “Romanza Sin Palabras” 

Se cuenta con muy poca información del abuelo, pero este relato de lo que vi personalmente, lo que mi madre me comento y lo que en documentos que he encontrado. 

En su vida profesional siempre se manejó con mucha honestidad y dedicación a la música. 

En los documentos registrados del archivo Ruiz Esparza-Miramontes se cuenta con dos programas de mano en los que se señala que la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, (OSA) ofrecerá conciertos Reglamentarios en el Teatro Morelos. 

El primero se llevó a cabo el 3 de marzo de 1928 en el cual se interpretó música de: Beethoven, Brahms, Delibes, Chopin, Canivez.y Arnulfo Miramontes. 

En el segundo concierto del 2 de julio de 1934, en donde se tocó a: Gounod, Biset, Brahms, Arnulfo Miramontes y Franz Liszt. 

En la lista de músicos integrantes de la OSA de esos años aparece Pedro Miramontes del grupo de 2dos violines. 

También fue el organista oficial de la Iglesia del Encino y director del coro de la misma, por allí pasaron muchos niños y jóvenes del barrio. 

En una ocasión al investigar la vida de mi tío-abuelo Arnulfo, me encontré con el padre Cayetano Barba y me platicó de su querido maestro Pedro, me comentó que era muy estricto, lo único malo en él es que usaba una vara de membrillo para castigarnos o poner orden con el grupo de niños ya que éramos unos diablos pero dentro de la iglesia y en especial en área del coro 

En una ocasión se le rompió la vara con la que nos amenazaba y en pocas ocasiones, según la diablura que hacíamos nos pegaba, hecho que lo mantuvo por un tiempo sin su “arma” hasta que todos los integrantes del coro nos cooperamos o le conseguimos un repuesto de vara de membrillo con la única condición que nos siguiera dando clases. 

Pedro mi abuelo, me platicó mi madre y mi tía Isabel, además de verlo en retratos de esa época era muy galán, bien parecido y bien vestido, siempre de traje, además tocaba el violín y cantaba, hechos que lo conectaran rápidamente con las muchachas casaderas y no casaderas de esos tiempos. 

Me imagino que al sentar cabeza se casó con la señorita Luisa Vázquez Peña, de ese matrimonio nacieron dos niñas Isabel y Margarita (mi madre). Por cuestiones que desconozco, mi abuela o madre de mi madre falleció y poco tiempo contrajo nupcias por segunda ocasión con la señora Guadalupe Blancas Serrano, de la que procrearon tres mujeres, “las mujeres le seguían”, Guadalupe, Yolanda y Alicia. 

Y que creen? Pues que muere la señora Ma. Guadalupe Blancas Serrano y por tercera vez o como luego dicen la tercera es la vencida se vuelve a contraer nupcias con la señora Virginia y de ese matrimonio tiene ahora si dos hombres Pedro y Arnulfo y una hija de nombre pues ya saben Virginia. 

Es por ello que mi madre Margarita Miramontes Vázquez, al decirle que tenían un nuevo integrante de la familia rápidamente contestaba “Ni parientes ni medios hermanos”. 

Pedro Miramontes Romo nació en Tala, Jalisco el 30 de abril de 1879-1965, tuvo once hermanos de los cuales solo vivieron dos: Josefa y Arnulfo. 

La fecha de su muerte la desconozco pero este texto es en su honor. 

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