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Padre Gandhi y su Reflexión Dominical 11/Agosto/2024


Muy buenos días mi querida familia.

Domingo XIX Ordinario
Ciclo b. Juan 6, 41-51.

María compañera de camino de la Iglesia Eucaristía Sinodal. Tema de hoy de nuestro quincenario en honor a Nuestra Señora de la Asunción.

Jesús se encuentra discutiendo con un grupo de judíos. En un determinado momento hace una afirmación de gran importancia: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado». Y más adelante continúa: «Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí».

La incredulidad empieza a brotar en nosotros desde el mismo momento en que empezamos a organizar nuestra vida de espaldas a Dios. Así de sencillo. Dios va quedando ahí como algo poco importante que se arrincona en algún lugar olvidado de nuestra vida. Es fácil entonces vivir ignorando a Dios.

Incluso los que nos decimos creyentes estamos perdiendo capacidad para escuchar a Dios. No es que Dios no hable en el fondo de las conciencias. Es que, llenos de ruido y autosuficiencia, no sabemos ya percibir su presencia callada en nosotros.

Quizá sea esta nuestra mayor tragedia. Estamos arrojando a Dios de nuestro corazón. Nos resistimos a escuchar su llamada. Nos ocultamos a su mirada amorosa. Preferimos «otros dioses» con quienes vivir de manera más cómoda y menos responsable.

Sin embargo, sin Dios en el corazón quedamos como perdidos. Ya no sabemos de dónde venimos ni hacia dónde vamos. No reconocemos qué es lo esencial y qué lo poco importante. Nos cansamos buscando seguridad y paz, pero nuestro corazón sigue inquieto e inseguro.

Se nos ha olvidado que la paz, la verdad y el amor se despiertan en nosotros cuando nos dejamos guiar por Dios. Todo cobra entonces nueva luz. Todo se empieza a ver de manera más amable y esperanzada.


Buona Domenica dell Signore. Dio con noi.

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