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La primera vez que vi Acapulco


Aguascalientes, Ags. a 6 de noviembre de 2023 después de Cristo.

En el año de 1973 o 74 tuve la gran fortuna y hasta hoy el imborrable recuerdo de conocer el bello al Puerto de  Acapulco.  

Era un sábado por la mañana cuando llego de forma sonsacadora, el buen amigo Mario González a invitarnos a Jaime Arteaga y a un servidor a acompañarlo a visitar las hermosas  playas del pacifico.

Mario González era paisano con cierto poder económico y lo más importante ya con un buen trabajo en Banca Cremi, localizada en la impresionante calle de Reforma en el Distrito Federal,  quien además  ya era  propietario de un buen  carrito marca Volvo 1960 (huevito) fruto de su esfuerzo y trabajo,  que para él y para nosotros era como un Ferrari.

Después de brillarnos los ojos y nuestro corazón se salía de la emoción, Jaime y yo hicimos cuentas  no se para que,  si vivíamos de la mesada que nos enviaban nuestros padres para poder subsistir en la ciudad de México y cursar la carrera de Periodismo en la Universidad Autónoma de México.

Ya con el espíritu aventurero y la curiosidad periodística, nos subimos a su auto  muy contentos y con una sonrisa que la envidiaría cualquier comediante  y emprendimos nuestro viaje.

Primeramente nos enfilamos por Insurgentes sur con rumbo a la caseta de Cuernavaca, posteriormente tomamos la carretera libre a la ciudad de Iguala ya encarrerados, como dijo Checo Pérez, nos perfilamos al mar, con parada obligatoria a admirar  el Rio Papagayo, para llegar posteriormente a nuestro destino  al Paradisiaco Puerto de Acapulco. 

Muchas imágenes y visiones mágicas tengo en mi mente que se han acumulado en lo largo de mi vida, pero  pocas tan maravillosas como aquélla en que por primera vez miré a Acapulco desde lo alto de la cuesta.

Continuó nuestro descenso entre calles llenas de flores y de olores que nos invitaban a conocer y adueñarnos de ese incomparable  lugar del pacifico mexicano. Recorrimos una parte de la costera y como buenos mexicanos nos instalamos primeramente  en La Quebrada para ver a los mejores clavadistas del mundo.

Visitamos el Fuerte de San Diego y emprendimos viaje  para visitar  Pie de la Cuesta,  seguimos conociendo la majestuosa costera Miguel Alemán repleta de palmeras que hacen de la avenida un de las más bellas del mundo.  Una cantidad de hoteles impresionante  y de  playas que invitaban a recorrerlas  y darse un chapuzón en cada una de ellas.

Pasamos por el Hotel Presidente, que hoy igual que cientos de ello  totalmente destruidos por la naturaleza. En este precioso hotel con su imponente escalinata que termina en la bellísima alberca y con su puesto de hamburguesas, (las mejores de Acapulco)  nuestra casa en varias visitas que hicimos a Acapulco en el correr de los años.

Llegamos a la playa de Revolcadero  y además de recórrela, no toda por supuesto, visitamos el Hotel Princess con su arquitectura de pirámide  (hoy devastado por Otis), con su inmenso lobby  y su gran cantidad  de cuartos que se admiran desde dentro como si el hotel estuviera hueco.

Renacerán  estos hoteles y en general el puerto de Acapulco, de esto estoy seguro para ser de nuevo la joya más preciada de México.

Pero bien lo dice Alejo Sánchez Cano de El Financiero el día de hoy “Si no hay presupuesto etiquetado para la reconstrucción de Acapulco por el paso de Otis es pura demagogia, es decir, solo serán promesas y mentiras en torno al rescate de, no solo del puerto, sino de otros 46 municipios afectados.

De la promesa oficial de que serán 61 mil millones de pesos para Guerrero, solo quedará en apoyos indirectos producto de la exención de impuestos o el impago de la electricidad y otros apoyos gubernamentales en cuanto a la prórroga del cobro de los servicios públicos o el adelanto del pago de los programas sociales y párele de contar”.


Héctor Ruiz Esparza M

 


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