La seguridad será clave en 2024
Entre los politólogos, analistas y consultores prevalece la idea de que las elecciones del año venidero serán definidas por varios factores, entre ellos, el clima de inseguridad que prevalece en el país. Incluso predomina la frase del estratega de Bill Clinton en su campaña presidencial d 1992, palabras más o palabras menos, “es la economía, estúpido”.
Una forma un tanto exasperada y ríspida para mostrar que el desempeño de la economía define al ganador de la elección. Algunos han analizado y vuelto dogma la tesis aplicable en buena medida al votante norteamericano, no tanto mexicano, trasciende al individualismo posesivo.
Lo cierto es que no se requieren estudios de opinión para identificar la importancia de la economía para las elecciones del año venidero. El presidente Andrés Manuel López Obrador, en su legítimo derecho, presentó un presupuesto a la medida de su estrategia sucesoria. Como es común en AMLO, se trasladan al futuro los problemas derivados de una frívola política de gasto, pero más que eso, se garantiza la estabilidad macroeconómica, inflación a la baja, crecimiento moderado, tipo de cambio estable, empleo y exportaciones al alza, continuidad de las obras emblemáticas y de los programas sociales. Si la elección la decidiera solamente la economía, el triunfo de Claudia Sheinbaum y los suyos sería contundente, pero no es un asunto tan sencillo.
Toda elección representa una gran complejidad y suele resolverse a partir de un símbolo, un tema y un sentimiento mayoritarios. La victoria de AMLO en 2024 no atiende exclusivamente a la economía, tampoco a una mayor equidad social, sino al rechazo al orden de cosas, resultado de la percepción de una corrupción desbordada. Enrique Peña Nieto la confirmó y la hizo extensiva al PAN en una campaña de Estado contra su candidato presidencial. El símbolo de López Obrador, el sentimiento de descontento y el tema de la corrupción, fueron determinantes. En sentido estricto, el triunfo lo dieron las clases medidas urbanas persuadidas por un candidato sin partido bien formado y una política enfocada a combatir la corrupción y a terminar con la pobreza.
El actual sexenio presenta varias debilidades y también muchas banalidades, pero lo innegable es que López Obrador ha logrado convencer de que él no es como los anteriores, que es una persona austera y honesta, y que si no ha podido cambiar las cosas es por el enorme peso del pasado. Por si fuera poco, los partidos de oposición no han logrado convencer al electorado y mantienen una actitud pasiva ante las cosas que suceden. Dicho de otra manera, el PAN, PRI y PRD, incluso Movimiento Ciudadano, no han estado a la altura de las circunstancias por sus dirigentes tan mediocres y entreguistas. Del PVEM ni el PT preferimos no hablar, porque están vendidos al mejor postor, es decir, al partido en el gobierno: Morena.
Morena ha demostrado su incapacidad para fortalecer y mejorar la seguridad de los mexicanos, toda vez que la violencia sigue haciendo de las suyas en muchos lugares del país. Incluso los gobiernos de Morena no tienen empacho en sentarse a negociar con los delincuentes y criminales.
Pareciera que Morena se ha convertido en un proyecto político asociado a la inseguridad, por decirlo de alguna manera, con una expresión violenta y sangrienta.
El tema de salud con todas sus implicaciones se observa en otra perspectiva, particularmente porque se superó la pandemia y el ciclo mortal concluyó con una acción exitosa del Presidente y su equipo. Los hospitales públicos están muy mal, el abasto de medicinas es un desastre, el Insabi un verdadero fracaso y al menos 30 millones de mexicanos al margen de la seguridad social. Pero so ratifica el enojo de las minorías decididas a votar contra el régimen, no suma tanto como la inseguridad, que sí corta parejo.
La aspirante Xóchitl Galvez acierta en hacer del tema un posicionamiento a través del apoyo y la empatía con la lucha de las madres buscadoras. Se requiere más, pero es una fórmula eficaz, auténtica y sumamente emotiva y conmovedora; falta la propuesta de cambio institucional. Por su parte, Claudica Sheinbaum se vacuna al presentar como su candidato al gobierno de la Ciudad de México a un joven policía percibido como un funcionario eficaz en la contención del crimen, quien además fue blanco de un atentado por la delincuencia organizada, Omar García Harfuch. Esta persona le sirve mucho a Claudia para acreditar autoridad y conquistar votos en la gran urbe metropolitana. Y envía un mensaje al decir que las cosas mejorarán con un mando civil, al contrario de AMLO, que deposita toda su fe en las fuerzas armadas.
En fin, la inseguridad es la mayor debilidad del presente régimen, ante lo cual el desafío es ofrecer estrategias y diseñar programas de acción para revertir la actual situación. Y evitar, sobre todo, que las cosas se repitan el siguiente sexenio, porque con excepción de Guanajuato, los gobiernos de oposición han controlado mejor la seguridad que los de Morena.
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