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El origen del Quincenario


 La Diócesis de Aguascalientes


La Catedral y su Patrona





Historia de la Romería
   

Por  Matías LOZANO DIAZ DE LEON 

www.cortandoporlozanocom

Muchos años (y acontecimientos) han transcurrido desde que la primera iglesia parroquial de Aguascalientes tuvo su primer cura vicario, en la persona del Br. D. Bartolomé Rodríguez de la Vera, con quien dejó de ser “párroco doctrinero”, a partir de 1601. 

Existen muchas versiones respecto del sitio donde se instaló la primera casa parroquial. “Sea de esto lo que fuere, lo que sí puede decirse con certeza, es que desde antes de la otorgación para la fundación oficial de la Villa, existió la capilla que sirvió para el servicio parroquial, como lo testimonió de una manera fehaciente Mota y Escobar (Alonso); y que además se nos da a entender que la tal iglesia no fue punto determinante para la “traza” de la ciudad”. (Mota y Escobar  asentó, entre 1602-1605 la existencia de “una iglesia parroquial con un clérigo beneficiado, que se provee conforme al Real Patronato; susténtase con parte de los novenos, por no estar aún canónicamente instituido el beneficio”)

Esa primera iglesia estuvo en uso cerca de 50 años, hasta 1621 en que fue bendecida y puesta en servicio la segunda iglesia parroquial, que se hizo por mandado del Lic. Don Gaspar de la Fuente, del Consejo de su Majestad, su oidor en la Real Audiencia de la Nueva Galicia, del 25 de octubre de 1609, determinando inclusive el lugar donde debía ser edificada, “de manera que la traza que han de guardar ha de ser dejar una plaza de cien varas en cuadro, y en la cuadra frontera de la parte del sur esté la iglesia”, habiendo sido el primer bautizado, “Nicolás hijo de Luiza de Carrisales y Vargas y de Diego Hernández Hurtado, vezino de esta Villa”. 

Por cierto que desde entonces se implantó la costumbre de cerrar los templos con llave, cuando antes no tenían siquiera puertas, y débese la orden al Ilmo. Sr. D. Juan Ruiz Colmenero: “..os mandamos que luego… que dentro de 15 días hagan y pongan de manera que las dichas iglesias y capillas se cierren con llave”.
Esta segunda iglesia estuvo en servicio 117 años, hasta el año 1704, en que fue bendecida la tercera iglesia parroquial, que es la actual iglesia Catedral Basílica.  

La imagen de Nuestra Señora de Aguascalientes.

En el año 1744 (25 de octubre), fecha de bendición del altar de la parroquia, había llegado una escultura de Ntra. Señora de la Asunción (comprada, no regalada por el rey ni por persona alguna de rancia cepa). Esa imagen fue quitada para ponerse en su lugar  una escultura hecha en Querétaro por el escultor López Vidrio, en el año de 1884. 

Aquella imagen, altar o retablo mayor, sustituida en 1884, era una obra artística en verdad, debido al ingenio del maestro D. Felipe Ureña, de la ciudad de México. Era de madera, todo dorado, ocupaba por entero el ábside frontal; tenía 14 estatuas mas siete angelitos llamados los siete príncipes.

El propio Dr. Colón Larreategui describe con su puño y letra que desde la ciudad de México “se condujo dorado y perfecto, con las estatuas de Ntra. Señora de la Asunción, Sr. Sn. Francisco, los doce apóstoles y siete principales, en 101 cajones, en mulas de carga bien acondicionados, el que vinieron a poner oficiales de aquella ciudad”.

Con la llegada de la imagen elaborada por López Vidrio e instalada en 1884, La antigua fue a parar a una bodega ubicada en la actualidad a espaldas de la sacristía; a su vez, la de López Vidrio, quedó fuera de culto, cuando por donación del Ilmo. Sr. Valdespino, aparece la que hoy veneramos. Mide 2.46 Mts. en todo el conjunto, pues la imagen propiamente dicha mide 1.80 y el pedestal donde descansa es de .66 centímetros.

En el acta respectiva de la llegada se describe con minuciosidad, que “a los diez y ocho días del mes de octubre del año 1919, en la pieza contigua a la sacristía de la santa iglesia Catedral de esta ciudad, y a las cuatro y veinte minutos de la tarde, reunidos el Ilmo. y Revdmo. Sr. Obispo de esta Diócesis Dr. D. Ignacio Valdespino y Díaz, el Señor Provisor y Vicario General de la misma Pbro. Isidro Navarro, el Sr. Provicario y secretario de la Sagrada Mitra Pbro. D. J. de Jesús López (quien sería el siguiente obispo de Aguascalientes), y el Sr. Cura del Sagrario Pbro. D. José María Martínez; así como los señores Dr. D. Carlos M. López, Lic. D. Carlos A. Sa­las López, Prof. D. Eugenio Alcalá, D. Juvenal Valdespino quien pidió la imagen a Barcelona-España, D. Antonio Es­parza, D. Crescencio Guillén, D. Martiniano Delgado y el maestro carpintero D. Antonio Arias con dos de sus oficia­les, Francisco Arias y Abundio Cuervo...

Procedieron estos tres últimos a abrir una caja de madera que contenía una imagen de la Ssma. Virgen María. Levantada que fue la tapa de dicha caja y sacadas las astillas que tenía, quedó descubierta aquella imagen y pudieron admirar todos los presentes, el hermosísimo y expresivo rostro de la Virgen a la vez que experimentaron el sentimiento de ver com­pletamente deshecho el querubín que estaba colocado a la izquierda de la imagen y desfigurada la nariz del de la derecha. 

Fueron sacadas después las manos de la Vir­gen y se encontraron intactas lo mismo que dos ángeles que se colocaron a sus pies sobre la nube en que des­cansa ésta. La diadema se encontró en buen estado.

Puesta en pie la imagen, nuestro Ilmo. Prelado la llamó NUESTRA SEÑORA DE AGUASCALIENTES, con bene­plácito de todos los presentes y cuyo nombre llevará en lo sucesivo. El Notario Público que suscribe, estuvo pre­sente a todo este acto como lo certifica y da fe de la ver­dad de lo expuesto: levantando para constancia esta acta firmada por el limo. Sr. Obispo y los demás asistentes expresados.

Los desperfectos sufridos fueron motivo para que la bendición se efectuase hasta dos meses después, esto es, el 7 de diciembre de aquel mismo año.

En el acto solemne de bendición predicó el Ilmo. Sr. Miguel de la Mora, y estuvieron presentes, el Clero, Semi­nario y gran concurso del pueblo. 

"El siete de diciembre de 1919 a las cuatro y media de la tarde y ante el Ilmo. y Revmo. Señor Obispo de Zacatecas Dr. D. Miguel M. de la Mora, de los señores Consultores, Provicario y Secretario de la Sgda. Mitra. Pbro. D. José de Jesús López, Prosecretario de la Sgda. Mitra D. José Velasco. Cura del Sagrario D. José María Martínez, y Cura de la Parroquia de S. José Pbro. D. Francisco Ruiz y Guzmán, Rector del Seminario D. Eligió Romo, Promotor de justicia D. Margarito San­tiago, D. Francisco de P. Díaz, y los señores Pbros. D. Leónides Díaz, José L. Soto, Rosalío Rojas, Felipe Moro­nes, Porfirio Ibarra, de los tres profesores, y alumnos del Seminario, y de numerosísimo concurso de personas, pro­cedió el Ilmo. y Revmo. Sr. Obispo Dr. D. Ignacio Valdes­pino y Díaz, segundo Obispo de esta Diócesis, a bendecir solemnemente y según el Ritual del Pontifical, una her­mosa escultura que representa a la Ssma. Virgen en su Asunción a los cielos y que se llamará NUESTRA SEÑO­RA DE AGUASCALIENTES, donada por el Ilmo. Sr. Val­despino a la referida iglesia Catedral.

 Terminada dicha bendición subió a la cátedra del Espíritu Santo el Ilmo. y Revmo. Sr. de la Mora predicando sobre el nombre nuevamente impuesto a la Ssma. Virgen, exponiendo las ra­zones para esa nueva advocación. En seguida nuestro Ilmo. Prelado procedió a consagrar la Diócesis al Espíri­tu Santo y al Inmaculado Corazón de María, para cum­plir con un voto que hizo cuando se encontraba en el des­tierro en S. Antonio Texas (E.U.A.), para lo cual rezó con voz clara, pausada y fuerte, el acto de consagración que rezaban también el Clero y el pueblo. 

Fue hasta el año de 1922 que se efectuó el acto solemne de consagración del altar principal por el Obispo Ignacio Valdespino y Díaz, ya que en su oportunidad sólo había sido bendecido. 

En 1906 se realizaron otras obras, dirigidas por el maestro denominado arquitecto emérito por la UAA, J. Refugio Reyes y supervisadas por el P. D. Fermín Ramírez. La adaptación y su decoración estuvieron terminadas para el año de 1911.

El año de 1912, fue reemplazado el altar que había sido bendecido en 1884, en ocasión del cambio del retablo, por el que ahora se yergue en el centro de la iglesia, proyectado por el citado Mtro. J. Refugio Reyes, y que fue donado por D. Felipe Nieto, según consta en  n una inscripción del mismo altar y que dice "Donó este altar D. Felipe Nieto y Obregón 31 de marzo de 1909." Fue elaborado en la Casa Guzmeri de Guadalajara, con un costo total de veinte y cinco mil pe­sos.

Con la ampliación y mejoras efectuadas, encontramos a la iglesia catedral de la siguiente manera: 56 metros y90 centímetros de longitud, por 25 metros y once centímetros de ancho. El altar mayor está distante de la puerta principal 39 metros. La base del ciprés mide 6 metros 25 centímetros en cuadro, quedando tras él el coro de canónigos.

La imagen de la Virgen, por la materia de que está elaborada y por el clima de la ciudad bien distinto de aquel en que fue hecha, no ha dejado de sufrir deterioro, habiendo sido ne­cesario un retoque efectuado por los años de 1936. No fue sin embargo, suficiente, y para el año de 1954 se le hizo otro esmerado arreglo; mas esta vez con un rico y maravilloso estofado en sus vestiduras y un vivo delinea­miento en su fisonomía de los rostros de la Virgen y de los angelitos. Ese bello decorado lo bendijo el Obispo Salvador Quezada Limón el día 12 de diciembre del año 1954.

¿Patrona o Patrono:  la Virgen de la Asunción, o San Francisco de Asís?

Aunque “no pocos historiadores han ad­mitido como cierto y fuera de toda duda, que Ntra. Señora de la Asunción es la Titular de la otrora Villa y de la actual Ciudad, más no de la propia parroquia…”, tesis alimentada por un mutismo de casi cincuenta años, está probado, no obstante, que “la Virgen María en su advocación de la Asunción, es, y ha sido siempre, la Patrona Titular de esta Parroquia”, y se hace tal afirmación, con base en referencias de 1652; luego, de 1673 y de 1681, como las más antiguas..
La polémica respecto a que el Santo Pa­trón Titular de la parroquia lo fuese San Francisco de Asís y no la Virgen de la Asunción tiene su origen, no obstante, en antecedentes firmes: 
“En 1702 se dice expresamente que desde el año de 1667 consta que la fiesta principal se ha celebrado a S. Francisco de Asís como Patrón”.
También consta que en el año de 1704, el Cura Pá­rroco Br. D. Antonio Flores de Acevedo, dejó de celebrar fiesta a dicho Santo. Por lo que de los años 1704 al de 1713 no había tal festividad.

Se supone que el Cura flores de Acevedo quiso enmendar el error, quitando la fiesta a S. Francisco,  pero en 1715, un decreto confirma el Patronato del santo:  "A pedimento del Cabildo y Regimiento de esta Villa, el Ilmo. Señor Dr. Fr. Manuel de Mimbela Obispo que fue de este Obispado, declaró por Patrón principal de esta Villa al Glorioso patriarca Sn. Francisco de Asís para impetrar de Dios N. Señor por su intercesión, la abundancia de agua, mandando se celebra­se con toda solemnidad y que se venere por todo el Clero con octava de dicho Sto. Patriarca declarándolo por día festivo para esta Villa y toda su feligresía; cuyo despacho y diligencia pasan en el archivo del Oficio público y de Cabildo de esta Villa. Celebran y costean su festividad los Alcaldes Ordinarios de esta Villa”. 

Sin embargo de todo esto, había tradición de que la Titular y Patrona era la Virgen de la Asunción, lo que se puso en claro el 13 de mayo de 1741 por el Ilmo. Sr. Dr. D. Juan Gómez de Parada, al mandar que se vuelva a lo antiguo y se celebre la festividad a la Virgen de la Asun­ción; he aquí su decreto: "Y respecto a que Dn. Sebas­tián de Espinosa Vicario Juez Eclesiástico que fue de esta Villa, sin autoridad ni facultad para ello, ordenó que la fábrica de esta Iglesia hiciese fiesta a Sn. Francisco de Asís, la que se ha continuado hasta ahora, y de que los Alcaldes Ordinarios hacen la misma fiesta algunos días después como Patrono principal de esta Villa cuyo Cabil­do lo tiene jurado por tal: y atento a que a la Asunción de Ntra. Señora QUE ES LA TITULAR DE ESTA PA­RROQUIA y de esta Villa, no se celebra como se debe; Su Sría. Ilma. manda que en lo de adelante hagan los Alcaldes Ordinarios la de el Sr. San Francisco de Asís en su día, y que lo que la fábrica ha gastado en celebrar la fiesta de dicho Santo lo haga en de la celebración y fes­tividad de la Asunción de Ntra. Señora."

Dicho acuerdo refiere que ya se hacía la fiesta a la Virgen de la Asunción, pero no en grado de so­lemnidad, y el mayor gasto se dedicaba a la fiesta de San Francisco, sin ser el titular.

Dogma de Fe, la Asunción

Con fecha 15 de agosto de 1946, el Excmo. Sr. López hizo a la Santa Sede en nombre de todos los fieles de la diócesis, del Clero y propio, solicitud de declarar como dogma la Asunción de la Virgen a los cielos, haciendo referencia en la petición, a que desde su fundación la villa lleva su nombre; que “desde aquellosan­tiquísimos tiempos los habitantes aman y veneran a la Santísima Virgen en su gloriosa Asunción”, y a que “cada año du­rante los primeros quince días del mes de agosto, acuden cada una de las parroquias, a la santa Iglesia Catedral, en devota peregrinación”, por lo que “El Obispo, Clero y fieles de la Diócesis, desean vehementemente que la Santa Iglesia defina como Dogma de fe, la Gloriosa Asunción a los cie­los de la Inmaculada Madre de Dios."

Historia de la Romería

Visto está que desde la fundación los pobladores de la villa veneraban a la Virgen de la Asunción, y que a partir de 1936 que por iniciativa del obispo José de Jesús López y González se organizaron las peregrinaciones, asignando un día del quincenario para cada parroquia. (La Catedral y su Cabildo, del Pbro. Ricardo Corpus Alonso)
El Obispo Salvador Quezada Limón “heredó una fiesta que en los primeros años se siguió efectuando dentro de la misma estructura, sin embargo para 1955 habría un gran cambio con la organización de la primera romería. Era un desfile por las calles del centro de la ciudad con el cual culminaban los festejos a la virgen, participaban carros alegóricos, danzantes, rondallas, bandas de guerra, servicios de auxilio y la misma Virgen de la Asunción.
“La fiesta es un pretexto para unir mitos, historias y textos con los ritos, que se entremezclan con un proceso de tradición, en donde están presentes la práctica de la palabra, el hábito del ritual, la ceremonia de la liturgia, en el terreno delicado de lo verosímil”. (La Romería, 50 años de celebración) 

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