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Jesús García Corona, Héroe de Nacozari, ¡Héroe del Mundo!…


  “¡Se te concedió, Jesús!

A punto de explotar el tren cargado 
de dinamita, lo sacó del pueblo…

  
Hubo 12 muertos, él entre ellos, y 18 heridos, pero evitó que la tragedia fuese mayor


MATIAS LOZANO DIAZ DE LEON


El 7 de noviembre es el Día del Ferrocarrilero en todo México y, ciertamente no se trata de una fecha escogida al azar, sino que tiene un enorme significado en la historia de los Ferrocarriles Nacionales de México.
Un 7 de noviembre, del año 1907, un maquinista se convirtió en héroe nacional y en símbolo de los ferrocarrileros: Jesús García Corona, al salvar de la destrucción a su pueblo natal, Nacozari, y de una muerte segura a todos sus habitantes.
“Era un domingo, señores: como a las tres de la tarde, estaba Jesús García acariciando a su madre. –Dentro de pocos momentos, madre, tengo que partir, del tren se escucha el silbato, se acerca mi porvenir”.
Y a través del corrido, como solía suceder la mayor de las veces, fue que muchas generaciones nos enteramos de la épica acción de Jesús García Corona, un héroe cuya gracia y figura, lamentablemente, va desapareciendo junto con los Ferrocarriles y junto co los ferrocarrileros de a de veras.

“¡Brinca, José. ¿Para que nos
 sacrificamos los dos?!”

La historia difiere un poco del relato popular, para empezar, en que el 7 de noviembre de 1907 no era domingo, sino jueves, pero que  posiblemente para efectos de escribir el corrido, mejor rimaba con el día festivo que con el verdadero.
Los hechos se registraron en la estación Nacozari, en el Estado de Sonora; Jesús García, de apenas 24 años de edad, ofrendó su vida conduciendo fuera de la comunidad un tren cargado de dinamita y zacate, que estaba  quemándose.

Según la información que al respecto se ha recabado, un día en la escuela, durante una clase en la que se hacía alusión a personajes que pasaron a la historia por sus acciones sobresalientes, el niño Jesús García Corona expresó a su maestro su deseo de llegar a ser héroe, algún día.

Pasó el tiempo y, ya adulto, encontramos a Jesús García Corona convertido en maquinista en una pequeña línea, de Nacozari a Pilares.

El jueves 7 de noviembre de 1907, en efecto se encontraba Jesús García disponiéndose a salir en un servicio; en la estación lo esperaba un tren formado por varias góndolas cargadas con pacas de zacate para alimento de ganado, y dos unidades cargadas con 160 cajas de dinamita -¡siete mil kilos!-, haladas por la máquina número 2 del mineral de la Moctezuma Copper Co (aunque las crónicas populares la mencionan como la máquina 501)

-Ciertamente en esas rutas los cargamentos de explosivos eran, como lo siguen siendo en las regiones mineras, cosa común-.

En eso, surgió el grito angustioso de “¡Fuego en un carro!”

Cundió la alarma, y los esfuerzos de todos los hombres disponibles en el lugar se enfocaron a tratar de sofocar el incendio, pero al comprender que sería imposible apagarlo, dos hombres: el maquinista, Jesús García Corona, y el fogonero José Romero, treparon a la locomotora para sacar el convoy, lejos del pueblo, donde al explotar la dinamita, no causara daño ni a los bienes ni a las personas de Nacozari.

En el momento en que la máquina de vapor ya se desplazaba sobre los rieles, aunque no con la velocidad que Jesús García habrá deseado, le gritó a su fogonero: “¡Brinca, José ¿para qué nos sacrificamos los dos?!”

José Romero, que había cumplido su objetivo de alimentar la caldera de aquella máquina que ya rodaba hacia su trágico destino, atendió el consejo de Jesús García y saltó hacia los terraplenes, ocultándose de inmediato en una alcantarilla.

A los pocos minutos, mientras todos los habitantes de Nacozari quedaban ahí, en el pueblo, expectantes, a corta distancia se produjo la explosión, que debió haber sido terrorífica, cuando que destruyó los carros y la máquina.

Aún así, según las crónicas de la época hubo doce muertos y 18 heridos, pero el pueblo y las instalaciones ferroviarias se habían salvado de una gran catástrofe, y con ello, muchas vidas.
Al maestro rural a quien Jesús García expresara en su infancia su deseo de ser un héroe –don Manuel Armendáriz-, se le oyó decir en el velorio: “¡Se te concedió, Jesús!”
A su vez, el superintendente, de apellido Douglas, no dejaba de decir: “¡Eres un héroe, Jesús”.

“Desde ese día inolvidable, tú te has ganado la cruz, tú te has ganado las palmas: ¡eres un héroe, Jesús!”

En una de las últimas ceremonias cívicas en honor de García Corona, en la calle Madero, en Aguascalientes, fuera del Sindicato Ferrocarrilero, el señor Francisco Hernández Rodríguez, hizo una semblanza de García Corona y describió su hazaña: nació en Hermosillo, Sonora, el 3 de noviembre de 1883, miembro de una familia de ocho hermanos.
Relató que al pasar por la estación “El Seis”, donde se almacenaba la dinamita y dos tanques de gas, el mayordomo de apellido Phelps le gritó que salía humo de los carros de dinamita. Jesús detuvo el convoy y se procedió a combatir el fuego pero, viendo la ineficacia de los esfuerzos, el norteamericano ordenó al fogonero y al maquinista abandonar el tren, pero Jesús reemprendió la marcha, sin posibilidad de que la tripulación saltara, pues, siendo cuesta arriba, el tren  se regresaría y explotaría en el pueblo.

En la cima de Puertecitos, estalló la dinamita, 7 toneladas que transportaban en aquellas cajas. .
“Por ello la acción de Jesús García Corona es heroica y su muerte, digna de homenajes”, dijo don Francisco Hernández, y señaló que la hazaña de nuestro héroe civil, dada su magnitud ha trascendido las fronteras y que incluso en Francia existe un monumento a su memoria.

Don Francisco terminó su intervención, con la lectura de fragmentos del poema de David López Medina:
“Muy callado y humilde allá venía/un joven de melancólica mirada/ en su pecho destrozado no se veía/ medalla alguna… ni llevaba espada.

¿Qué hiciste tú? –al llegar le preguntaron/ Poca cosa, Señor, hice en la Tierra; jamás multitudes me aclamaron/ como a líder poderoso de la guerra.

Por salvar a un pueblo, mi vida di primero/ fue todo mi Señor… Cosa sencilla. (Así habló él, con ademán sincero)

Por un pueblo morir, no es maravilla/ es sólo obedecer mi corazón/ es ser sincero.
¿Cómo dejar morir a aquella gente?
-¿Quién y de donde eres? –de nuevo preguntaron:
-De Nacozari soy, Jesús García, Jornalero.
Entonces, los clarines y cantos proclamaron: ¡Tú eres el héroe del mundo entero; eres un héroe, Jesús!”  
Finalmente, se colocaron ofrendas florales al pie de la estatua de Jesús García Corona, en tanto que la banda de guerra de la policía preventiva tocaba “Silencio”. Al inicio del acto, se rindieron honores de ordenanza a la Enseña Nacional y se le despidió, para luego desarrollar el programa.



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