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El Padre Gandhi y su reflexión dominical

Muy buenos días mi querida familia.

Oremos juntos por nuestro pueblo 

mexicano, y por las familias que han 

perdido a un ser querido o bienes materiales.






Las lecturas de los tres últimos domingos han desarrollado el mismo tema, pero en una progresión de ideas interesante: el domingo 10 del presente mes,  nos hablaba de la corrección fraterna, es decir, del perdón al hermano que ha fallado. El 17 del presente nos habló de la necesidad de perdonar las deudas sin tener en cuenta la cantidad. Hoy nos habla de la necesidad de compartir con los demás sin límites, no con un sentido de justicia humano, sino desde el amor. Todo un proceso de aproximación al amor que Dios manifiesta a cada uno de nosotros.

En la parábola de hoy, está claro que la viña hace referencia al pueblo elegido, y que el propietario es Dios mismo. Pero también es cierto que en el relato, hay un punto de inflexión cuando dice: “Al llegar los primeros pensaron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario”.

Con esta parábola, Jesús no pretende dar una lección de relaciones laborales. Cualquier referencia a ese campo en la homilía de hoy no tiene sentido. Jesús habla de la manera de comportarse Dios con nosotros, que está más allá de toda justicia humana. Que nosotros seamos capaces de imitarle es otro cantar. Desde los valores de justicia que manejamos en nuestra sociedad, será imposible entender la parábola.

Hay una segunda parte que es tan interesante como la misma parábola. Los de primera hora se quejan del trato que reciben los de la última. Se muestra aquí la incapacidad de comprensión de la actitud del dueño. No tienen derecho a exigir, pero les sienta mal que los últimos reciban el mismo trato que ellos.  La envidia envenena las relaciones humanas hasta tal punto, que a veces prefiero perjudicarme con tal de que el otro se perjudique más.

El mensaje de la parábola es evangelio, buena noticia: Dios es para todos igual: amor, don infinito. Cómo vamos a aceptar que Dios ame a los malos igual que a nosotros. Debe cambiar nuestra religiosidad que se basa en ser buenos para que Dios nos premie o, por lo menos, para que no nos castigue.

En realidad, nada tenemos que “esperar” de Dios; ya nos lo ha dado todo desde el principio. Intentemos darnos cuenta de que no hay nada que esperar. Dios nos paga antes de que trabajemos.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi. Unidos por México 🇲🇽.

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