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El Bautismo del Señor -Padre Gandhi-

Muy buenos días mi querida familia.








Con la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada el lunes pasado, hemos entrado en el tiempo litúrgico llamado «ordinario». En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, a orillas del río Jordán. Quien lo relata es el testigo ocular, Juan evangelista, quien antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto a su hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea, todos pescadores. El Bautista, por lo tanto, ve a Jesús que avanza entre la multitud e, inspirado desde lo alto, reconoce en Él al enviado de Dios, por ello lo indica con estas palabras: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

El verbo que se traduce con «quita» significa literalmente «aliviar», «tomar sobre sí». Jesús vino al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargando sobre sí las culpas de la humanidad. ¿De qué modo? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado si no es con el amor que impulsa al don de la propia vida por los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene los rasgos del Siervo del Señor, que «soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores», hasta morir en la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el río de nuestro pecado, para purificarnos.

El Bautista ve ante sí a un hombre que hace la fila con los pecadores para hacerse bautizar, incluso sin tener necesidad. Un hombre que Dios mandó al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo Testamento el término «cordero» se le encuentra en más de una ocasión, y siempre en relación a Jesús. El cordero no es un dominador, sino que es dócil; no es agresivo, sino pacífico; no muestra las garras o los dientes ante cualquier ataque, sino que soporta y es dócil. Y así es Jesús. Así es Jesús, como un cordero.

¿Qué significa para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en vez de malicia, la inocencia; en vez de la fuerza, el amor; en vez de la soberbia, la humildad; en vez del prestigio, el servicio. En vez de la violencia, el diálogo (hoy tan urgente en nuestro país).


Ser discípulos del Cordero significa vivir sin   asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi.

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