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¿qué significa la muerte para el creyente? Padre Gandhi

Muy buenos días mi querida familia.





Estamos ya por terminar el año litúrgico y sobre todo el año de la Misericordia.

Los textos de las lecturas de este domingo nos invitan a hacer un alto en el camino para hablar sobre la muerte. La gran pregunta que gravita sobre nosotros en esta celebración eucarística es: ¿qué significa la muerte para el creyente?.

En el II Libro de los Macabeos,  la primera lectura de este domingo, se nos describe el heroísmo de esta familia constituida por la madre y siete hijos que prefirieron morir antes que traicionar su fe. Uno de ellos le dice al rey Antíoco Epífanes: “Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el rey del universo nos resucitará a la vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes”.

Es interesante subrayar que la creencia en la resurrección de los muertos no estuvo presente desde el comienzo en el pueblo de Israel. Recordemos que la revelación es histórica. Esto significa que Yahvé fue manifestando poco a poco, de manera gradual y pedagógica, su plan de salvación.

El texto del evangelista Lucas nos cuenta que en tiempos de Jesús seguía abierto el debate sobre la resurrección de los muertos. La escena que nos relata Lucas nos describe el diálogo de unos saduceos, que eran judíos opuestos a la idea de la resurrección, quienes plantean a Jesús una pregunta maliciosa; después de describir la muerte sucesiva de los siete maridos, le preguntan: “Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.

En su debate con los saduceos Jesús habla de la resurrección de los muertos, se refiere a una resurrección diferente que trasciende el espacio y el tiempo.

Jesucristo resucitado es la garantía de nuestra resurrección. Él ha triunfado sobre la muerte. Ya no hay lugar para la tristeza y la incertidumbre. La muerte es  tránsito hacia la plenitud del amor.

La certeza que nos ofrece la resurrección de Cristo nos debería ayudar a superar el tabú de la muerte, que nos impide hablar de esta realidad. Ya no se trata de un fracaso con el que se cierra la peregrinación humana, sino la llegada gozosa a la casa de Padre Misericordioso. Vivamos pues con mucha alegría estos últimos días de nuestro año de la Misericordia y dejémonos abrazar por el amor de Dios que perdona nuestras miserias.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi.

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