Una tragedia de grandes dimensiones, el peor tiroteo de la historia reciente de los estados Unidos que tuvo lugar en un club de la comunidad LGBT (Lésbico, Gay, Bisexual y Transgénero) de la ciudad de Orlando en Florida el pasado domingo, en donde fueron asesinadas alrededor de 50 personas y otras tantas resultaron heridas, nos ha hecho reflexionar y tomar conciencia de cómo la violencia ha permeado en nuestras vidas, de tal manera que actualmente está presente en cualquier ámbito de la sociedad y casi en todo momento.
La matanza en el Club “Pulse” fue sin duda un arrebato de homofobia, la cual ha estado cobrando víctimas en todo el mundo, en nuestro país de acuerdo con el informe de la Comisión Ciudadana contra Crimen de Odio por Homofobia se registraron entre 1995 y 2015, mil 310 asesinatos, el equivalente a 26 sucesos como el de La Florida, sin contar los suicidios de personas que orillados por el rechazo social, a causa de su preferencia sexual, toman la decisión de quitarse la vida.
Aquí también, en nuestro país el pasado 22 de mayo un comando irrumpió en un bar, que era centro de reuniones para la comunidad gay en Xalapa, Veracruz, dejando un saldo de cuatro muertos y diez heridos y en Aguascalientes del 2010 al 2015 se pueden localizar al menos cuatro casos de asesinatos que tiene alguna relación con las preferencias sexuales de las víctimas.
La intolerancia, que es la falta de respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes a las propias, da pie al surgimiento de la homofobia, que a su vez es causa de este tipo de tragedias: sigo sin comprender como el Gobierno del Estado cedió a presiones de un grupúsculo de conservadores y retiró el espectacular de la campaña de salud, con la imagen de dos hombres abrazados, en donde se promovía el uso del condón.
Otro ejemplo de homofobia es que tan pronto el Presidente Peña Nieto lanzó su iniciativa para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, grupos conservadores lanzaron embestida contra la misma.
La tolerancia es un valor que debemos fomentar y el Estado debe ser garante de los Derechos Humanos para evitar abusos, enfrentamientos y en el peor de los casos crímenes.
Es inaceptable que líderes religiosos con su intolerancia, fomenten la homofobia que produce destrucción y muerte, ni las iglesias ni mucho menos sus líderes impuestos tienen el monopolio de la “moral”.
Como legisladores debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para cambiar esto? ¿Es suficiente presentar iniciativas? ¿Cómo actúan nuestras instituciones frete a este problema de odio contra los homosexuales?
Primero tenemos que quitarnos los estigmas y dejar a un lado el oscurantismo, esto no es cuestión de ideologías políticas se trata sobre todo de seres humanos.
“Quienes defendemos las libertades, queremos que nuestras leyes e instituciones respeten el derecho que cada persona tiene para decidir lo que más le convenga.”
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