Los universitarios
Del cocol
Héctor de León
Los políticos y los simples mortales, vivimos en planetas o mundos distintos. Nuestro México, efectivamente es un mosaico multicolor, geográficamente diferentes ya sea al norte, centro o sur. El cuerno de la abundancia, como repetía el profesor de antaño desde una aula deteriorada desde la puerta, ventanas, mesabancos, con niños desnutridos, con ropas raídas por el gasto de años, con zapatos agujerados por ese caminar de las grandes distancias del jacal a la escuela. Ese México lo veo en la mitad del siglo pasado, pero los años y las modas cambian, nos han llegado los avances increíbles de tecnologías insospechadas, pero en el fondo, en la mayoría de los mexicanos, lo que ha cambiado es la escenografía urbana o rural, pero la pobreza no se ha ido, nos sigue como fantasma.
El mundo oficial está muy distante del México real. Basta con salir a las colonias populares para darnos cuenta de la realidad de millones de gentes. A los de abajo y a los de en medio se nos ha pulverizado el peso. No necesitamos conocer la paridad del peso con el dólar, si subió, o más bien bajó la bolsa de valores, o que el precio del petróleo ha caído a los máximos históricos. Tampoco importan las sesudas disertaciones de académicos, mucho menos las interpretaciones de los politólogos de café. Ni mucho menos las estadísticas o vaticinios de organismos internacionales regidos por el Banco Mundial, preocupados por salvar las economías de los poderosos y mantener en la pobreza a las clases que no nos calienta ni el sol.
Es explicable la forma de mal vivir de millones de mexicanos, esos que todos los días salen a partirse el lomo para ganar las irrisorias cifras que ampara el salario mínimo. Es milagroso como dan algún dinero para mal comer a los hijos, con una o dos comidas diarias, sin leche, sin carne, pero sí con muchos huevos. Sorprende como les alcanza el dinero para tantas cosas, como comprar un bolillo con crema y chile o unas cuantas tortillas para paliar al hambre al estilo albañil. No sé cómo pueden atender las necesidades en salud, vestido, ya no digamos en diversiones, y por si fuera poco, que le alcance al hombre para empujarse su caguama o un litro de alcohol.
En realidad quien es la milagrosa no es otra que la mujer mexicana. Ella es la que se fleta a todo y contra todo, mañana, tarde o noche. Los miserables pesos, como los de Bartola, tiene que multiplicarlos en algo de alimentos. Si alguien sabe de economía, son las mujeres mexicanas, las que a diario hacen magia para sostener a la familia. No importa si son amas dedicadas exclusivamente al hogar o trabajan en lo que sea. Milagrosas mujeres que a diario se burlan de los pronósticos de Cartens y de Videgaray, y de esos ilusos burócratas de peluche que dicen que los mexicanos podemos vivir con el apoyo oficial de doce pesos diarios, o todavía mejor, con seis mil pesos, incluso para pagar el colegio o la mensualidad de un coche.
Ilusos. Bola de tontejos, no se han dado cuenta que desde la semana pasada los mexicanos vivimos de puro milagro. Sí, gracias al Papa Francisco y a la protección que siempre nos ha dado la Virgen de Guadalupe… Luego tendrán que averiguar el porqué de los estallidos sociales… de las revoluciones. (Facebook).
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