
Hoy es el domingo XXIII
del tiempo ordinario ciclo b.
Las lecturas de este domingo muestran la acción liberadora de Dios a favor de los ignorados de la tierra. Esa acción liberadora de Dios, que saca de su postración a los seres humanos agobiados por las enfermedades y el dolor, pide la cooperación nuestra.
El amor providente de Dios pide la colaboración de nuestros labios para animar a los desalentados, nuestras manos para sostener a los que vacilan, nuestro corazón para acoger a los excluidos.
En la primera lectura, tomada del profeta Isaías, leemos: “Esto dice el Señor: Digan a los de corazón apocado: ¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios viene ya para salvarlos”.
En la segunda lectura. El apóstol Santiago pone en evidencia los dos comportamientos que solemos tener: expresamos respeto y acogida ante las personas importantes, y somos duros y discriminatorios con los pobres. El apóstol Santiago describe a los dos personajes-tipo: uno vestido lujosamente y con un anillo de oro; otro, vestido con harapos. Al rico le dicen: “Tú, siéntate aquí, cómodamente”; por el contrario al pobre le dicen: “Tú, ponte allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies”. El apóstol hace una pregunta que no permite respuestas evasivas: “¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?”.
En el Evangelio, Marcos describe la curación de un hombre sordo y tartamudo. Su misma enfermedad lo excluía de la vida social.
Jesús percibe el sufrimiento de sentirse aislado de la vida comunitaria. Y con su poder lo cura, y así destruye la muralla de incomunicación que lo ahogaba.
Mi querida familia vivimos en una sociedad muy excluyente, luchemos juntos a ejemplo de Papa Francisco por incluir en nuestra vida a los que son menos importantes ante la mirada de los hombres.
Buona Domenica dell Signore. Dio con noi.
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