Por una sociedad más
equitativa en términos reproductivos: Inmujeres
-3 de agosto, Día Internacional de
la Planificación Familiar
Uno
de los derechos fundamentales que tienen mujeres y hombres en el ámbito de la
reproducción es la planificación familiar. Las mujeres tienen el derecho a
decidir si quieren embarazarse y en qué momento de su ciclo de vida lo harán,
así como a no hacerlo; esas decisiones repercuten en forma directa en la salud
física y mental de las mujeres por lo que es necesario contar con la educación
sexual adecuada y con los servicios de salud indispensables para ello[1].
La
planificación familiar es una tarea pendiente. A pesar de los grandes avances
de las últimas décadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que
en los países en desarrollo unos 22.5 millones de mujeres desean posponer o
detener la procreación, pero no utilizan ningún método anticonceptivo. Es
decir, las mujeres quieren evitar un embarazo, pero ni ellas ni sus parejas
están utilizando métodos anticonceptivos de manera consistente.
La
Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2012) respecto a la sexualidad
informa que del total de las y los adolescentes sexualmente activos, 14.7 de
los hombres y 33.4% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo
en la primera relación sexual. Entre los métodos más utilizados por este grupo
de edad se ubica el condón, con un 80.6%, y cerca de 6.2% indicó el uso de
hormonales.
Por
su parte, los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID,
2014) indica que en 2014, del total de mujeres de 15 a 49 años de edad, 51.6%
declaran ser usuarias de algún método anticonceptivo, 15.3% son ex usuarias y
31.8% nunca fue usuaria pero los conoce.
Con
base en lo anterior se estima que las y los adolescentes conocen y usan algún
método anticonceptivo que les permite regular su fecundidad, pero hay razones
por las cuales no han resuelto esa necesidad: los servicios y los insumos
todavía no se encuentran disponibles en todos lados, o las opciones son
limitadas[2]. En ese sentido, es necesario generar estrategias
efectivas para la disminución del miedo a la desaprobación social o a la
oposición de la pareja en la utilización de los métodos anticonceptivos ya que
son barreras que no permiten el fortalecimiento de la autonomía de las mujeres.
Otro
dato arrojado en la ENADID 2014 revela que el principal método empleado por las
mujeres en edad fértil, actualmente usuarias, es la oclusión tubaria bilateral,
utilizada por el 48.6%, seguida por los métodos no hormonales o de barrera con
30.4%, 13.5% usan hormonales, 4.8 % tradicionales y 2.7% vasectomía.
Es
decir, que hombres y mujeres están utilizando métodos anticonceptivos, pero hay
una diferencia de género que es necesario resaltar. Aún sigue presente la
necesidad de controlar la fertilidad de las mujeres con métodos definitivos
como es la salpingoclasia versus la vasectomía. Es imprescindible que a ambos
se les informe sobre sus derechos sexuales y reproductivos para lograr una
equidad en este tipo de acciones; sólo se alcanzará una sociedad igualitaria
donde el bienestar de ambos sea fundamental para la toma de decisiones.
De
esta manera, trabajar para que las mujeres y los hombres en edad reproductiva
cubran sus necesidades en relación a la planificación familiar es importante,
en donde la equidad de género sea un vector fundamental para asegurar la salud
sexual y reproductiva en todo el ciclo de vida[3]”.
Incluso,
la Organización Mundial de la Salud (2015[4]) informa sobre los beneficios de la planificación
familiar y de la anticoncepción, es decir, la promoción de la planificación
familiar y el acceso a los métodos anticonceptivos preferidos para las mujeres
y las parejas resulta esencial para lograr el bienestar y la autonomía de las
mujeres, y al mismo tiempo, apoyar la salud y el desarrollo de las comunidades.
Entre los puntos clave se encuentran: prevención de los riesgos para la salud
relacionados con el embarazo en las mujeres, reducción de la mortalidad
infantil, prevención de la infección por el VIH y el Sida, poder de decisión y
una mejor educación, disminución del embarazo de adolescentes y menor
crecimiento de la población.
El Instituto
Nacional de las Mujeres seguirá trabajando para lograr una sociedad más
equitativa, en términos reproductivos porque sabemos que el inicio de la vida
sexual es un evento crucial en las personas ya que tiene implicaciones en la
vida futura, en donde necesariamente se asumen nuevos roles y patrones de
comportamiento que tendrán efectos en la salud sexual y reproductiva adulta.
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