“El que come mi carne y bebe mi sangre... ”
Muy buenos días mi querida familia. Feliz día del Señor.
Desde hace varios domingos, la liturgia ha estado focalizada alrededor del tema del alimento, invitándonos a profundizar en la riqueza del pan de vida en el que Jesus se nos da como alimento de vida eterna.
Como creyentes, detengámonos a degustar estas palabras del Señor. Al encarnarse y compartir nuestra condición humana, cambió el sentido del peregrinar humano, que quedó impregnado de divinidad; a lo largo de su vida pública, impartió unas enseñanzas como jamás se habían escuchado ni se escucharían después de Él; dio su vida para reconciliarnos con el Padre; con su resurrección nos liberó del pecado y de la muerte, y nos ofrece una eternidad de felicidad y plenitud.
No satisfecho con todas estas expresiones de amor, se nos entrega como alimento para fortalecernos y nutrirnos en el caminar cotidiano.
En las palabras del Señor hay una promesa de valor que quizás no calibramos suficientemente por estar demasiado familiarizados con la eucaristía: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él”.
La participación frecuente en la eucaristía establece una relación especialísima entre el Señor y nosotros.
¡Dejémonos sorprender por el misterio eucarístico y participemos con una renovada devoción!
Buona domenica dell Signore. Dio con noi.
Padre Gandhi.
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