Un recuerdo para Salvador y Alejandro
Héctor de León
La vida nos enseña a diario lecciones duras, difíciles, pero también aquellas que están marcadas por los momentos gratos, felices, imposibles de borrar. Nuestra condición humana nos repite constantemente: vive a plenitud cada instante y, conscientemente o no, lo hacemos, así sea por breves momentos. Salvador y Alejandro vivieron a plenitud su vida y su tiempo, desde su infancia, adolescencia y juventud, hasta cumplir con la gran misión que Dios les había encomendado. La gran lección de la vida es que, sin excepción, el camino está marcado para cada uno de nosotros.
Las inolvidables experiencias de nuestra juventud –con Salvador, su padre y todos aquellos grandes amigos y amigas de generación-, las comenzamos a vivir desde los estudios de secundaria y bachillerato en el Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnologías, luego vendría la partida a la ciudad de México y el retorno anhelado a nuestro Aguascalientes, Agüitas, nombre con mucho cariño. Vendrían los tiempos de conformar una familia y darle otro sentido con el nacimiento de los hijos. ¡Ah!, los hijos que llegan como una bendición, con todas las implicaciones de desvelos, preocupaciones y el enorme júbilo de ver su desarrollo. ¡Lo que vale una sonrisa o la caricia de los hijos!
Hace unos cuantos meses, Salvador, padre, Pablo y yo, emprendimos un proyecto de organizar las Tertulias Taurinas, un ciclo de conferencias que sobrepasaron nuestras expectativas, hasta formar un selecto público para crear una gran familia de aguascalentenses, de origen y otros de corazón. En un elegido rincón taurino, instalado a unos cuantos metros de la Monumental, cada mes, a temprana hora llegaban, Salvador y Alejandro, acompañados por su señora madre, Pily, y en varias ocasiones se agregaban la señora Nelly, su abuela, tíos o primos.
Ahí descubrí la pasión por la fiesta de los toros de Chavita, y un poco menos de Alex. Me di cuenta que un tema, sustentado bien en un programa, la participación de expertos y grandes conocedores, con un auditorio que comparten intereses, con ellos, se logra crear una gran familia que disfrutan los tópicos de lo que es su pasión y engrandecen la espiritualidad para alcanzar una perfecta comunión entre los seres humanos. ¡Salvador y Alejandro llegaron a disfrutar las Tertulias Taurinas, y mejor, otras tertulias familiares! Nos dejan miles de recuerdos.
A la distancia del tiempo, veo sentados alrededor de una mesa a Salvador y Alejandro, con una gran sonrisa de disfrutar el momento, y más, cuando llegaban hasta ellos los grandes protagonistas de la fiesta, como son los toreros o ex matadores en su calidad de conferencistas, y tomarse las fotos, recuerdos que nos quedan para siempre. La familia, los amigos, los conocidos guardamos en lo más íntimo de nuestros corazones a esos dos jóvenes buenos, transparentes, amistosos, que se nos adelantaron en el camino. Nos queda el gran recuerdo de sus figuras, de sus rostros risueños, cristalinos, amistosos a carta cabal y cordiales…
¡Un abrazo para Salvador, Pily y la familia Cisneros Lozano! (hmdeleon@terra.com.mx)
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