Los muertos de hoy son de ayer
Héctor de León
No existen palabras para describir los acontecimientos de octubre de 1968. Como mexicanos, o simplemente como seres humanos, nuestra obligación es, cuando menos, sumarnos a las protestas por los crímenes de lesa humanidad, como los ha habido en México a lo largo de la historia. Después de 46 años de los acontecimientos de referencia, conmueve que sean los medios internacionales los que hoy presenten las imágenes estremecedoras de los mexicanos asesinados en Tlatelolco, pero que se han repetido en otros sucesos, pero lo funestamente célebre, es que en nuestro tiempo y frente a nuestras barbas, se cometan los crímenes de fascistas, de dictadores o de caciques, como si este país no hubiera evolucionado para bien. No quiero caer en el despropósito de hacer una exaltación de algo que, estoy seguro, ni conocen siquiera las nuevas generaciones. Lo triste, lo lamentable, es que no hayamos aprendido las lecciones. Lo evidente, es que en México estamos ayunos, faltos de auténticas figuras que se conviertan guías, con un liderazgo, absoluto, arrebatador como lo han tenido contados mexicanos gloriosos. A falta de estos líderes sociales, aprovecho el espacio generoso de este diario para ceder unas líneas a un rector líder, de la UNAM, como en su momento lo fue don Javier Barros Sierra, cuando tuvo que marcar la pauta a los universitarios antes de que llegara la infausta fecha del 2 de octubre del 68, cuando el ejército había tomado al centro académico por excelencia:
"Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido. La autonomía no es una idea abstracta, es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos. Una consideración más: debemos saber dirigir nuestras protestas con inteligencia y energía. ¡Que las protestas tengan lugar en nuestra casa de estudios! No cedamos a provocaciones, vengan de fuera o de dentro... La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra autonomía! ¡Viva la UNAM! ¡Viva la autonomía Universitaria! Quiero decir que confío en que todos sepan hacer honor al compromiso que han contraído. Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonomía, pero no solo será la defensa de la autonomía bandera nuestra en esta expresión pública; será también la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos, la cesación de las represiones".
Hoy también recuerdo la sentencia de don Gastón García Cantú: "Tratándose de cuestiones universitarias, no hay asuntos menos intrascendentes; todos tienen su importancia". (hmdeleon@terra.com.mx)
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