MOMENTOS. Un recuerdo se encadena a otro, y a otro más, así hasta el infinito. El miércoles me entero del triste fallecimiento de Graciela Juárez Rodríguez, hija del inolvidable Ladislao Juárez, el popular Chato, que dejó una profunda huella en el terreno cultural de Aguascalientes, un ser entregado a la música y a la amistad, sincero a carta cabal y bohemio de corazón. Apenas hace unos pocos meses, su entrañable familia -incluyendo a Chela-, celebrábamos el homenaje que le rendía la Universidad Autónoma de Aguascalientes, al imponer su nombre a una de sus salas dedicadas a la enseñanza de la música, en las casi olvidadas instalaciones de lo que fuera la Secundaria de la UAA. El ver reunida a la familia, a los hermanos Juárez Rodríguez, me hizo traer al presente aquellos días inolvidables que pasamos los alumnos viejos del glorioso Colegio Margil, obra educativa que le dio un sello especial otro gran ser humano, el Padre Miguel, franciscano y tapatío hasta las cachas y por ende, enamorado a morir de sus Chivas, sí de aquellas admiradas chivas que hicieron al Campeonísimo, con el Tubo Gómez, Jamaicón Villegas, Tigre Sepúlveda, Bigotón Jasso, Chaires, Ponce, Mellone Gutiérrez, y los famosos Chava Reyes y Héctor Hernández. Los hermanos Juárez aprendieron las primeras lecciones de parte de su padre El Chato y su querida esposa, pero las segundas lecciones, las aprendieron de parte de las monjitas y padres franciscanos, así como otros maestros ejemplares del ayer, de los que nos quedan muy pocos, por cierto… HERENCIAS. Una familia de artistas porque de alguna forma todos, hombres y mujeres, siguieron por el puente de oro que representan el arte y la cultura. Hoy lamentamos la ausencia de Chela, pero a sus hermanos les tiene que reconfortar ese reencuentro allá en el cielo, con sus padres. Así es la existencia y hay que ser grande ante las adversidades y también agradecidos con la vida, y más con el Creador que nos ha dado todas las maravillas del universo… MEMORIA. Otro recuerdo se me viene con las pláticas que se daban entre don Ladislao y su primo, el bien recordado periodista José Luis Espinosa Ponce, que conocía la bohemia y la organizaba mejor, como aquella noche en su casa en que reunió a un grupo de amigos y nos brindó el platillo más sabroso con la actuación de sus amigas Las Palomas, orgullosas de su barrio de Guadalupe y de su Aguascalientes… TIEMPOS. Otros recuerdos saltaron a la mente con los tiempos de José Dávila Rodríguez en XENM y en Radio Universidad, hasta donde le siguieron un grupo de jóvenes que se hicieron sus discípulos y en donde se encontraba Rafael El Güero Juárez. Toda una vida en donde lo bailado ya nadie no los quita, a nadie, ni siquiera a los más mustios. El abrazo fraterno a Rafael y a todos sus hermanos y el recuerdo especial de Chela que vivió a plenitud su vida… VOX POPULI: Si Dios cierra una puerta, abre mil otras… (celcastillo@hotmail.com)
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