Oportuna intervención del patrullero municipal Julio César Armas, de la unidad 355 ayudó a que nacieran dos pequeños, al asistir en el incómodo interior de un automóvil a la parturienta, que si no sabía que eran dos niños, menos ibaa saber cuando ocurriría (ni donde), y sucedió mientras paseaba con su pareja en un Dodge Dart K gris.
En pleno centro de la ciudad el papá de los muchachos detuvo, enteró y pidió al patrullero echarles un fon,una hablada a los servicios de emergencia, porque su esposa se encontraba a punto de dar a luz.
Pidió el apoyo el uniformado y mientras, como es su obligación, echó un ojo al asunto, y se encontró con que no había tiempo que perder, y puso manos a la obra (bien se dice, que unos trabajan donde otros se divierten).
Sudoroso pero entusiasmado Julio César Armas, presentó al padre al recién nacido, pero ni tiempo tuvo para darle la nalgada (al niño), porque otro esperaba turno para nacer.
El de azul, que quizá no esperaba más sorpresas descubrió que venía otro niño en camino, el que se encontraba dentro de la bolsa amniótica, y que traía el cordón umbilical enredado en el cuello, pero nada maneado el poli, procedió con tal habilidad como si fuera cosa de todos los días, y le salvó la vida al chamaco,o lo que haya sido, porque no hubo chance ni de meterse a indagar cuestiones de género.
Además, en casos como este, con la sonrisota de satisfacción por el deber cumplido que se cargaba el tocayo del conquistador romano, no iba a asomarse para ver el color de los calcetines de los bebés.
Así,habiéndose duplicado el número de pasajeros del Dodge, el patrullero 355 apoyado por otros compañeros, abrieron el paso hasta la clínica1 del IMSS, para que terminaran lo que tan felizmente comenzó como un paso por el centro citadino.
En pleno centro de la ciudad el papá de los muchachos detuvo, enteró y pidió al patrullero echarles un fon,una hablada a los servicios de emergencia, porque su esposa se encontraba a punto de dar a luz.
Pidió el apoyo el uniformado y mientras, como es su obligación, echó un ojo al asunto, y se encontró con que no había tiempo que perder, y puso manos a la obra (bien se dice, que unos trabajan donde otros se divierten).
Sudoroso pero entusiasmado Julio César Armas, presentó al padre al recién nacido, pero ni tiempo tuvo para darle la nalgada (al niño), porque otro esperaba turno para nacer.
El de azul, que quizá no esperaba más sorpresas descubrió que venía otro niño en camino, el que se encontraba dentro de la bolsa amniótica, y que traía el cordón umbilical enredado en el cuello, pero nada maneado el poli, procedió con tal habilidad como si fuera cosa de todos los días, y le salvó la vida al chamaco,o lo que haya sido, porque no hubo chance ni de meterse a indagar cuestiones de género.
Además, en casos como este, con la sonrisota de satisfacción por el deber cumplido que se cargaba el tocayo del conquistador romano, no iba a asomarse para ver el color de los calcetines de los bebés.
Así,habiéndose duplicado el número de pasajeros del Dodge, el patrullero 355 apoyado por otros compañeros, abrieron el paso hasta la clínica1 del IMSS, para que terminaran lo que tan felizmente comenzó como un paso por el centro citadino.
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