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Reflexión dominical del Padre Gandhi


Muy buenos días, mi querida familia:


Los invito a unirnos en solidaridad de oración y en cuanto sea posible con nuestra ayuda material, por nuestros hermanos que se han visto afectados por las diferentes circunstancias de la naturaleza.

Domingo XXIII del tiempo ordinario ciclo A.

El mensaje del Evangelio de hoy, (Mateo 18,15-20), se centra en lo que suele llamarse la corrección fraterna, ligada al amor al prójimo y a la reconciliación. Es significativo que la instrucción de Jesús a sus discípulos sobre este tema esté situada entre las parábolas de la oveja perdida y del funcionario que no quiso perdonar. En las otras dos lecturas de la liturgia de este domingo encontramos respectivamente la exhortación que nos hace la palabra de Dios a través del profeta Ezequiel a no ser cómplices del pecado (Ezequiel 33, 7-9), y a través del apóstol san Pablo a cumplir la esencia de la ley divina, que consiste en el amor (Romanos 13, 8-10).

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos (…)”. Jesús nos enseña en el Evangelio cómo debe proceder quien observa o experimenta que su prójimo obra mal.
Toda comunidad necesita que quien ha cometido una falta la reconozca (verdad), tenga la oportunidad de reconciliarse (perdón) y compense el mal que ha ocasionado (reparación). Para que esto sea posible, cuando notamos un mal comportamiento por parte de alguien, lo indicado es hablar siempre primero con esta persona. A ninguno de nosotros nos agrada que alguien a quien hemos incomodado por algo, en lugar de manifestarnos personalmente su incomodidad se dedique a divulgarla inmediatamente (como suele ser entre la cultura mexicana).
Lo que Jesús nos enseña es todo lo contrario: al hablar primero con la persona que ha obrado mal, no sólo nos libramos de la complicidad con su mala conducta, sino que además le hacemos un bien al invitarlo a que corrija su error y cambie en adelante su modo de proceder.

Sin embargo, la corrección fraterna no es tarea fácil, porque el ser humano tiende a manifestar su superioridad. En este caso puede suceder por partida doble. El que corrige puede humillar al corregido queriendo hacer ver su superioridad moral. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano, teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.

Que este domingo, mi querida familia, día del Señor, sintamos espiritualmente la presencia del Señor, y, con su luz y su auxilio, reconozcamos la necesidad que todos tenemos de ayudarnos mutuamente a corregir nuestras conductas incorrectas, disponiéndonos al diálogo para resolver pacífica y efectivamente los conflictos interpersonales, políticos y sociales.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi.

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