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Padre Gandhi La reflexión dominical

Muy buenos días mi querida familia. 


“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, 
y yo los aliviaré; carguen con mi yugo y aprendan de mí, 
que soy manso y humilde de corazón”


Que frase nos presenta el evangelio de este XIV domingo del tiempo ordinario ciclo A, en el que se escucha al evangelista San Mateo. 

La imagen de yugo se aplicaba a la Ley, que, tal como la imponían los fariseos, era ciertamente insoportable. El hombre desaparecía bajo el peso de más de 600 preceptos y 5.000 prescripciones. Para los fariseos, la Ley era lo único absoluto. Jesús dice lo contrario: “El sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”. Los cansados y agobiados eran los que intentaban cumplir la Ley, pero fracasaban en el intento. De esas conciencias atormentadas abusaban los eruditos para someterlos y oprimirlos.

Los doctores de la Ley contemporáneos de Jesús y de los inicios del cristianismo imponían cargas pesadas sobre la gente, agobiándola con normas legalistas. Habían convertido la religión en un conjunto de prácticas externas desligadas de lo esencial, vacías de espíritu, vacías de amor, vacías de Dios. Jesús, en cambio, se presenta a sí mismo como el Maestro paciente que, sin imposiciones autoritarias, sin humillar a los demás como lo hacían aquellos “doctores” -y como lo hacen siempre los que se creen “sabios y entendidos” despreciando a quienes no tienen sus conocimientos-, nos invita a reconocer a Dios como un Padre compasivo y a vivir la ley interior del amor, para lo cual Él mismo nos ofrece la comunicación de su Espíritu.

Jesús libera de los yugos y las cargas que oprimen al hombre y le impiden ser Él. No propone una vida sin esfuerzo; Sería engañar al ser humano que tiene experiencia de las dificultades de la existencia. Sin esfuerzo no hay verdadera vida humana. No es el trabajo exigente lo que malogra una vida, sino los esfuerzos que no llevan a ninguna plenitud. Todo lo que hagamos a favor del hombre se convertirá en felicidad porque traerá plenitud y felicidad.

Abrámosle espacio entonces en nuestras mentes y corazones al Espíritu Santo, para que nos disponga a dejarnos enseñar por el Maestro que mejor puede guiarnos hacia una experiencia vital de Dios: nuestro Señor Jesucristo, que nos muestra con su actitud compasiva el rostro misericordioso de Dios y que nos enseñó el camino de la verdadera felicidad no sólo con sus palabras, sino con su ejemplo, hasta la entrega de su propia vida.

Buona domenica dell Signore. Dio con noi.

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